Baño de prefectos - Drarry.

Capítulo 12.

Harry estaba desesperado.
Por tres simples razones:
1) Había olvidado por completo su capa de invisibilidad cuando había discutido con Draco.
2) Este había logrado colocarlo celoso, ¿Con Crabbe? ¿En serio?
3)Hermione sospechaba algo.

¡Lo hacía a propósito! Lo sabía.
Pero sabía perfectamente que ambos podían jugar a ese juego.

Pero claro, no lo haría en vano, se había asegurado que le mirara en ese momento exacto.
Le había pedido ayuda a Dean, y este había aceptado, aunque bastante incómodo.
Cuando el plan de puso en marcha, Harry comenzó a bromear y ambos reían, incluso fingido.
Cuando sintió la furiosa mirada sobre él, actuó, y sus labios se apretaron sobre los ajenos torpemente.

Y pasaron unos momentos y supo que Dean cedía ante su intromisión, incluso disfrutándolo más que él. Tembló cuando sus manos se posaron en su rostro, y bruscamente fue separado.
Lo único que sintió luego fue el fuerte golpe en su mejilla.
Levantó la vista.

—¡Eres un maldito asqueroso! ¡Eres jodidamente asqueroso!
—Draco...
—Te odio. — Lo susurró, pero Harry sintió como le atravesaba el pecho, porque lo sintió en serio.
—Espera, Draco.

Y era muy tarde, Draco había salido caminando furioso, aunque la palabra más correcta era dolido.

•••

Harry había pasado la siguiente hora intentando entrar en la habitación de Draco.
¿Por que siempre debía ser él? ¡Siempre terminaba buscándolo o cayendo en sus trampas! Aunque si lo pensaba mejor... Era su culpa. ¿Qué rayos estaba pensando? Ugh.

Se había escabullido en la casa de los Slytherin, y había averiguado donde estaba la habitación del rubio, aunque fue difícil. Todos ahí lo miraban como si fuera una bacteria, y odiaba eso.

—¡Draco! ¡Abre la puerta, debemos conversar! Necesitamos hablar de esto.
Si no abres, voy a comenzar a gritarlo todo.

Cuando no hubo respuesta suspiró.

—¡Bien! ¡Lo siento, pero tú fuiste el idiota! ¡Siempre tienes que ser tan malditamente orgulloso! Y en serio no quiero que me odies, porque realmente me gustas.

Entonces la puerta se abrió rápidamente y una mano jaló de sus ropas, atrayéndolo.
Lo que sintió luego fue el golpe de la puerta tras él.

—¿Qué mierda haces? ¡No digas eso otra vez! ¡Nunca! Quiero que te vayas, y no regreses.
—No quiero.
—Potter, eres una molestia.
—Tú también estabas siendo una mierda conmigo.
—Pero yo no lo besé.
—Lo siento...
—Parecías disfrutarlo bastante.

Harry cerró sus ojos unos momentos y suspiró derrotado.
Draco agachó un poco el rostro, para luego tomar con sus manos el cabello negro del ajeno, acercándolo a su propio rostro.

—Pero yo puedo hacerte disfrutar mucho más.