CAPÍTULO 6: HISTORIAS VERGONZOSAS

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-Bueno, chicos, ya saben que yo no soy mucho de hablar, ¿podría alguien abrir la boca?- dije después de otro prologando silencio. Estaba casi segura de que Ed y Abby estaban absteniéndose de hablar a propósito, solo para molestarme.

Patrick estuvo a punto de atragantarse, me miró con lo que supuse era diversión.

-Que directa Callie- dijo James. Mi corazón aún parecía tener taquicardia pero cada que empezaba a ignorarlo, James volvía a decir algo o mirarme o respirar y el ritmo subía nuevamente-. Pues, déjame pensar algo. ¡Ya sé! Está nunca falla- me giñó, y allí vamos de nuevo-. ¿Cómo es que Abby, Ed y tú se conocieron?

Miré a Ed, de repente estaba pálido. Él odiaba la historia de cómo nos habíamos conocido y yo amaba contarla. Me miró diciéndome "no te atreverías", le devolví mi mejor mirada de "¿quieres apostar?".

Apoye los codos en la mesa, inclinándome levemente hacia James, que estaba sentado frente a mi. Y comencé:

-Verás. Era mi primer día de clases, hace cinco años; y yo era la nueva, así que ya te imaginarás el drama y la presión que estaba viviendo. Durante la  clase de deportes todo marchaba, pues, normal. Entonces de la nada, un niño gordito salió corriendo del gimnasio hacia los baños- miré a Ed de reojo, parecía que quería que la tierra se lo tragase. Me deleité con su desesperación-. Pues bien, realmente no le di mucha importancia en ese momento, así que la clase siguió como si nada. Una vez en los vestidores, estaba a punto de marcharme, cuando recordé que había dejado mi billetera al lado de las duchas. Volví para recogerla cuando de repente oí el sollozo más de niña que había escuchado en mi vida. Como soy curiosa a más no poder, me acerqué al lugar de dónde salía el llantito. Y para mi sorpresa me topé con el mismo niño gordito de antes. Por al menos diez minutos se negó a decirme qué le ocurría así que tuve que amenazar con golpearlo para que me dijera. Resulta que su pantalón se había roto desastrosamente justo en el trasero. Pero, aguarda, que allí no acaba; al parece a Eduardo, aquí presente, justamente ese día se le dio por no usar ropa interior. Así que tuve que regalarle mi calentador que de todas maneras me quedaba muy grande. Así que Ed se paseó el resto de la jornada en pantalones rosas con unicornios y arcoiris de lentejuelas. Después de eso fue difícil no hacernos amigos; es casi imposible pasar por algo así de bizarro con alguien y no entablar una amistad duradera.

-¡Oh Dios mío!- James río mucho, igual que Abby. Ed lucía como un tomate con un gorro verde y Patrick, pues me sentí muy orgullosa cuando noté que estaba sonriendo.

-De acuerdo, de acuerdo- dijo Ed- deben jurar que no repetirán está historia nunca, he trabajado duro para borrar ese recuerdo de la comunidad estudiantil, mi reputación depende de ello.

-Ed, cariño, ¿qué reputación?- Ed miró a Abby con los ojos entrecerrados.

Sin embargo James y Patrick prometieron no volver a hablar de la historia. Me sentía culpable por haberla contado pero era una historia que merecía ser escuchada.

Patrick pareció darse cuenta de que Ed no quería hablar más sobre cómo nos conocimos así que se apresuró a preguntar.

-¿Y qué hay de cómo conociste a Abby?

-Bueno esa historia también involucra a Ed, como la mayoría de mis historias. Hace un poco más de dos años, Ed llevaba ya un mes interesado en cierta pelirroja, me hablaba de su cabello, su ropa, su ojos. Me tenía harta para ser franca. Así que decidí que iba a hacer que le hablara. Pero primero investigué a esta dichosa Abby, debía estar segura de que era buena para Ed; ¿sería traficante?, ¿xenófoba?, ¿única y diferente? Pues no, todo marchaba bien con Abby, así que aprovechando que descubrí que era muy buena en física le pedí ayuda. Abby iba a mi casa unas dos veces a la semana a enseñarme física. Y un día, por un "descuido" invite a Ed a cocinar lasaña el mismo día que Abby vendría. Después de unos momentos de incomodidad decidimos cocinar juntos. Y cada vez salíamos más y más; Abby yo terminamos siendo amigas, y ella y Ed, después de unos meses llenos de ternura, películas, poemas, insultos y hasta golpes por parte de Abby terminaron siendo novios.

-Aguarda, ¿Abby golpeó a Ed?- inquirió James con una sonrisa burlona.

-Más veces de las que creerías- se me adelantó en contestar Ed- de hecho, una vez estábamos en el parque acuático comprando helados y...- antes de que Ed pudiese terminar sonó la campana.

-Bueeeeno, salvada por la campana- Abby sonrío ampliamente y salió corriendo de la cafetería, Ed salió tras de ella como una flecha. Ninguno se dignó siquiera en despedirse. En cuanto a Patrick, juraría que estaba al lado mío solo unos instantes atrás, pero se había esfumado.

James me sonrió y se encogió de hombros.

-¿Qué clase tienes?

Después de dudar por un momento, respondí. ¿Estaba balanceándome en mis talones?

-Historia.

-Genial, yo tengo inglés justo al lado. ¿Te parece si te acompaño? 

No, claro que no me importa. Es más, contigo al infinito y más allá. Rrrrr.

-Claro.

Me apresuré a terminar mi bebida de un trago.

-Así que cantas- dijo colgándose la mochila al hombro.

Abrí los ojos como platos.

-Algo.

-Bastante bien diría yo. ¿No has pensado inscribirte en el concurso de talentos? O en cualquier cosa- miró mi expresión- hablo enserio Callie. Eres muy buena.

Y tú estás muy bueno pero no por eso deberías ser modelo de ropa interior... Ehhh ¿Sabes qué? Hazlo, te apoyo.

-No, me gusta guardármelo para mí. Tampoco es tan importante.- lo empuje levemente- ¿y qué hay de ti? ¿Algo en lo que seas muy bueno?

Agradecí que dejase pasar el tema. Era cierto, para mi cantar no era gran cosa, solo algo que me gustaba hacer cuando me aburría. Pero si había algo que detestaba era cuando la gente se empeñaba en tratar de hacer que cambie mi opinión. James solo lo dejó ser, y eso me encantó.

-Pues, no te vayas a reír ¿eh?- me dio una mirada de advertencia- Me encanta cocinar, así al estilo gourmet. Aunque las papas fritas también me salen ricas.

Vi que sus orejas habían adquirido un leve tono rosado. ¿Podía ser más adorable?

-Eso es genial.

Me miró enarcando la ceja y traté de disimular que me había quitado el aliento.

-¡James! No me estoy burlando. Francamente, para una persona que a duras penas puede cocinar carne, es asombroso.

No me di cuenta en qué momento habíamos dejado de caminar. Ahora estábamos hablando de frente y yo balanceando mi peso de un lado al otro.

-Gracias- sonrió de lado y se pasó las manos por el cabello- yo creo que eres asombrosa por creer eso.

Querido Estúpido JamesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora