79._ TENGO ALGO QUE DECIRTE

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CAPÍTULO ESPECIAL

NOTA: Este es un capítulo especial, siempre que escribo una novela o lo que sea acostumbro a darle un capítulo especial que es esencial en la trama, el capítulo que le dará un giro distinto a la historia. Espero les guste mucho y lo disfruten, con cariño para todas mis lectoras Ghulehs que amamos a nuestro Papa Emeritus con lucura. 💕

•••

—Voy al baño—. Dice Helena metiéndose en él y poniéndole seguro.

Dentro del baño suspira profundamente y se mira en el espejo.

Vaya día. Primero me peleo con Omega y ahora estoy en la habitación de un castillo con Emeritus después de esa cena tan incómoda. Creo que realmente dije lo que sentía, no estoy engañando a nadie no tengo por qué sentirme así. Las cosas están llegando a un punto que no esperaba, pero al final de todo soy yo la responsable por todos mis actos, Omega tiene razón, no debo jugar con ninguno de los dos, no se merecen algo así. ¡Agh! Vamos Helena, deja de jugar y decídete de una vez. ¿A quién vas a entregarle tu corazón?

Piensa para ella misma mientras admira su reflejo, después de un momento sale del baño y encuentra a Emeritus observando la lluvia sentado en el sillón cerca de la ventana.

—Ven—. Le indica Emeritus sentarse a su lado.

Helena se sienta lentamente y contempla la lluvia con él, los dos suspiran y ella siente la necesidad de decir algo.

—Amo yo—. Vuelve a suspirar profundamente. —No sé qué pasó allá abajo con lo que dije—.

Emeritus la interrumpe.

—¿No era verdad entonces?—. Le pregunta él seriamente.

—Sí sí es verdad, no mentí, pero si le soy sincera no me sentí bien diciéndolo, creo que fue el momento y después sentí la tensión en la mesa y mis pensamientos no estaban acomodados, me dejé llevar por los impulsos de mi mente. Espero no esté incómodo por eso—. Le dice Helena apenada.

—No—. Exhala Emeritus. —No me siento incómodo, realmente quería saber qué pensabas de mí, era muy importante y me alegra saber que es algo muy bueno. Sé que meses atrás yo dije algunas cosas, cosas que me estresan, me tensan—. Hace una gran pausa. —Como te habrás dado cuenta, soy un ser egoísta, egocéntrico, vanidoso, presumido. Pero así soy, siempre he sido así y no quiero cambiarlo porque gracias a ello soy quien soy y me enorgullece serlo. Creí estar en mi mejor momento antes de que tú llegaras a mi vida, todo estaba perfectamente ordenado y sistematizado, lo tenía todo bajo control. Y en uno de esos momentos en los que despejo mi mente, pensé: hombre, al fin lo tienes todo en tu poder, como siempre soñaste. Días después te conocí, llegaste a mi vida y todo eso se fue al carajo—.

Helena lo escucha atentamente contemplándolo.

—He pensado mucho últimamente sobre esto, y he decidido ya no darle más vueltas al asunto. Se terminó todo para mí, perdí esta guerra contra mis sentimientos, me estaba oprimiendo al punto de asfixiarme y sentirme mal. Se me acabó la fuerza para seguir luchando contra mis deseos internos, me declaro derrotado—.

—¿No prefiere seguir luchando contra ello? Será lo mejor, hágalo por usted mismo y no se declare abatido, usted puede levantarse y seguir insistiendo. Yo puedo ayudarlo a luchar yéndome de su Palacio para siempre—.

—¡No! Eso es lo que no quiero, no quiero que te vayas y sí Helena. ¡Ya me cansé! Ya no puedo más contra esto, no voy a seguir ocultándolo ni negando, simplemente no puedo, esta fuerza diabólica se apoderó completamente de mí, condenándome a llevar otro estilo de vida. Ahora sé qué es lo quiero y cuándo lo quiero, estoy seguro y no planeo dar vuelta atrás, y tengo que seguir luchando, pero ya no para negármelo a mí mismo, sino para luchar por ti—.

Mi corazón se parte en este mismo momento, tengo un presentimiento y no sé cómo actuar. Él derrite tanto mi corazón y mis pensamientos, no soy quien para estar contigo Emeritus, tú mereces algo mil veces mejor, alguien que de verdad te aprecie por lo que eres, y no a alguien que te ha traicionado con tu propio Nameless Ghoul. Ten compasión por mí, no puedo entender totalmente esa clase de sentimiento del que hablas, pero estoy consciente de que no puede más que tú. ¡Lucha! ¡Sigue luchando Emeritus! Sal de mis redes y corre, busca algo mejor.

Quisiera saber qué piensas ahora mismo, daría mucho dinero por poder leerte los pensamientos–.

—Ese es su problema, todo quiere comprarlo con dinero, joyas, diamantes. No pienso en nada, solo proceso la información que he recibido—.

Helena se levanta del sillón.

—Tengo un poco de sueño, iré a dormir—.

Emeritus se para del sillón y la detiene.

—¡No! No evadas esta conversación, sé que te incómoda, pero ya tengo que sacarme esto del pecho que me ahoga. Sé lo que intentas hacer Helena, y esta vez no voy a dejarte, por favor regresa aquí y siéntate—. Le ordena Emeritus.

Ella traga saliva y se sienta otra vez en el sofá nerviosa.
De pronto se escucha un estruendo y las luces de la habitación se apagan. Asustada rápidamente se acomoda en el pecho de Emeritus abrazándolo fuertemente mientras sus manos tiemblan. Él la rodea entre sus brazos.

El momento es preciso y oportuno, perfecto, no hay quien detenga esta situación. Sus corazones laten con mucha potencia, cuando se trata de sentimientos, ellos no manejan sus acciones, son sus cuerpos los que hablan por ellos mismos.
Ambos se miran, sus ojos brillan en la tenue oscuridad fría, pero sus cuerpos están calientes, hambrientos el uno del otro, se contemplan un momento admirándose. Él la toma de las mejillas, sus respiraciones inestables son absorbidas por los dos. La mirada de Emeritus es profunda, directa y sin rodeos, es evidente, ese ser extraño e incomprendido la mira con ojos de amor, amor puro y al mismo tiempo deseo, deseo carnal de quererla poseer de inmediato.

Clava sus labios en los de ella guiándolos por un inesperado viaje de dos bocas que se besan como si fuera la caricia entre dos delicadas y dulces mariposas. El sabor de sus labios aún sabe a whisky del fino, la toma con devoción, con locura, las carnes de sus labios se complementan juntas a la perfección, no importa si ella piensa en Omega, no importa si cree quererlo, con él nunca podría experimentar la belleza química, física y mental que tiene con Emeritus. Lo desea por encima de todo, pero su nivel de testarudez es impresionante, no quiere caer en las garras de aquel semidiós por miedo al compromiso que esto le llevaría en la sociedad. Es cierto, Helena todavía es una niña, es inmadura e inexperta, le falta mucho por comprender la vida y la posición en la que ésta le está llevando, pero muy pronto se dará cuenta de su realidad, y su entorno comenzará a cobrar sentido.

Los dos se separan para tomar un poco de aire después del momento mágico que han experimentado. Él aún la tiene rodeada de su nuca y mejillas, insiste en quererla devorar con la mirada y no dejarlo de hacer nunca, ella lo mantiene abrazado, correspondiéndole el momento.
Emeritus pasa su nariz y la roza con la de ella en un tierno beso de esquimal.

—Helena, yo te amo, te amo demasiado—. Le susurra en sus labios, saciándose de su aliento.

A pesar de que Emeritus lo negó tantas veces, decidió rendirse y caer entre los brazos de esa Ghuleh, por la cual le nació un sentimiento inexplicable llamado amor, sí, aquel tipo duro y calculador, cruel y despiadado que gobierna los Infiernos, ese, al que ninguna mujer nunca lo ha complacido del todo, refugiado en el sexo, la lujuria y pasión que lo corroe. Ese del que todos temen, del que se dice su furia es implacable y destructora, manipuladora y egoísta. Emeritus, el insensible, cayó, cayó en esa oscura magia diabólica y finalmente, se enamoró perdidamente de Helena...

GHULEH / ZOMBIE QUEEN 1° TEMPORADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora