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Lawrence high school, Kansas.
18 de Septiembre, 2000.

Sam caminó por los pasillos de su escuela con la cabeza en alto y una pequeña sonrisa ladina. Sentía cada una de las miradas de los demás adolescentes sobre él y eso hacia que Sam sólo sonriera más orgulloso.

Se había corrido el rumor de que el castaño se estaba metiendo con uno de los profesores. Claro, nadie tenía idea de cuál profesor era o si era siquiera verdadero el rumor, pero no había mucha importancia cuando se trataba de chismes. Sam tampoco lo iba a negar. Todos conocían la historia de su tragedia y de que los ejecutores de tal, después de todos estos años, aún seguían libres, aunque nadie sabía que el castaño había sido la víctima de tal experiencia. Tan sólo unos pocos lo sospechaban y aún más pocos lo sabían con certeza, entre ellos el mejor amigo de Sam, Castiel. Un tímido pelinegro con unos ojos azules que hacían que el castaño temblara. Le recordaban a esos ojos azules de la persona que alguna vez abusó de él, le recordaban el sufrimiento, la humillación y por la misma razón era adicto a ellos, eran su debilidad.

Sam siguió caminando hasta los casilleros cerca de su sala de humanismo. Ahí se encontraba Castiel, ordenando un par de libros antes de entrar a clases de educación cívica.

— Hola Cas, ¿Cómo te trata la vida compañero? — comentó el castaño apoyándose en el casillero continuo de el de su mejor amigo, asustándolo en el proceso.

— Dios...Sam. Algún día de estos me matarás de un jodido susto.— murmuró Castiel tocándose el pecho ante la sorpresa. Con el ceño fruncido cerró su casillero y le dio cara a Sam, quien se encontraba con su típica sonrisa de niño inocente.

— ¿Desde cuándo dices groserías Cas? ¿Alguien te está corrompiendo más que yo? — Sam empezó a caminar mientras falsa indignación inundaban sus expresiones.— Apuesto que el que se está metiendo en esa pequeña cabecita tuya es un rubio que conozco demasiado bien. Y claro que no hablo de solo esa cabeza.— Castiel lo miró con una mezcla de indignación y sorpresa. Aún no sabía cómo había llegado a ser amigo de Sam Winchester, la persona con más descaros y misterios en el maldito pueblo de Lawrence.

— Cállate, Sam. Eres un puerco...— habló Cas en un susurro entrando a la sala humanista con el castaño a su lado.

— Lo sé, cariño. Pero aún así me quieres.— Sam se sentó donde siempre. Al final de la fila pegado a los ventanales y Cas se sentó en el pupitre a su lado.

— No tientes tu suerte, Samsquash.—

— ¿ En serio Cas? ¿Samsquash? Estoy seguro de que sacas esos horrendos apodos de alguna parte.— Sam no pudo seguir hablando porque el profesor de educación cívica ya había entrado a la sala. Los mejores amigos se observaron, retándose a través de sus miradas. Era una tradición que tenían de hace ya tiempo, quien parpadeaba primero al inicio de la primera clase tenía que comprar el almuerzo. Cuando Sam ya le empezaron a llorar los ojos tuvo que parpadear. Cas había ganado esta vez y Sam tendría que comprar el almuerzo. Sam siempre terminaba comprando el almuerzo....

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Los dos muchachos conversaban animados sobre la vida mientras caminaban a su siguiente clase: Biología avanzada. Se sabía que Castiel Milton y Sam Winchester eran unos cerebritos. Tenían tanto de inteligentes como lo tenían de apuestos. Mientras que Sam sabía aprovechar esa ventaja...Castiel era otro asunto. Era un manojo de nervios, mejillas sonrosadas y torpeza. Todo un caso...

— Winchester, ¡ven aquí! — gritó alguien en el pasillo deteniendo a Sam justo antes de entrar a su clase de biología. Era el profesor de Historia, Caín Jefferson. El castaño miró a Castiel y le dio a entender que entrara al salón, que entraría en unos segundos...sabía como lidiar con profesores y sobretodo con este en particular.

— ¿Sí, profesor? — preguntó Sam con una sonrisa inocente al llegar frente al canoso.

— Pequeño mocoso, me estás metiendo en problemas. Tú y tus putas hormonas me tienen al límite. Me despedirán sí es que el maldito rumor se sigue esparciendo y sí alguien saca evidencia...será el fin de mi maldita carrera.— Todos los estudiantes habían ya entrado a sus salas y el pasillo estaba vacío, así que el profesor no dudó en acorralar al adolescente contra los casilleros.

La cara de Caín estaba roja de cólera y frustración. Sam sólo sonrió pero esta vez sus ojos se oscurecieron. Ya no eran ese brillante verde, no, ahora era un gris frío, cómo si pudiera calar tu alma en sólo segundos y Caín lo sabía bien. Siempre había caído ante esa mirada tan calculadora, tan rebelde. Había caído tan bajo cuando se trataba del menor de los Winchester. Sam analizó una vez más a su profesor de historia antes de empezar a hablar con una voz un poco más ronca de lo normal haciendo que el canoso no pudiera evitar tragar duro. Su garganta se había secado en sólo unos segundos.

— ¿Crees que acaso me importa tu carrera? ¿Qué me importas tú? Lo único bueno que saco de todo esto es que tienes una gran polla que me satisface. Tú eres el culpable de todo esto, nadie te mandó a follar conmigo, nadie te mandó a caer tan bajo como es el hecho de que te folles a un menor de edad. Sí, yo cree este estúpido juego pero absolutamente nadie más que tú te motivo a seguirlo. Así que puedes quedarte bien callado y mentir bien si prefieres mantener tu dignidad como profesor. Si me disculpas tengo una clase de biología que alcanzar. Nos vemos, lindo.— le lanzó un beso cargado de veneno junto a un guiño hipócrita antes de empujarlo y caminar hacia su sala. Caín parpadeó perplejo y se pasó sus manos por su cara viendo como el cuerpo del castaño desaparecía tras la puerta. Estaba jodido...

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Caín estaba sentado frente el director Robert Singer o mejor conocido como Bobby. Los dos se miraban sin decir palabra alguna hasta que Caín decidió romper el silencio.

— Quería saber porqué me ha llamado al despacho señor...lo siento, pero en verdad no tengo idea.— al final de la frase el profesor de Historia tosió con nerviosismo y el director sólo atinó a mirarlo más profundamente, analizándolo.

— Sabe perfectamente porque está acá señor Jefferson. Hoy día un alumno anónimo vino a mostrar imágenes bastante comprometedoras de usted y un joven de su clase. Temo decirle que en esta institución está estrictamente prohibido las relaciones entre alumnos y profesores, y más si sus alumnos aún no cumplen mayoría de edad. Podrían calificar su situación como pedofilia, ¿sabía usted?— habló el director con total calma en su tono de voz. Caín estaba que los nervios se lo comían vivo. Iba ir a prisión, estaba seguro.

— Yo...señor...y-yo.— trató de murmurar Caín pero no había palabra alguna que saliera de su boca.

— Así que este es el siguiente trato, señor Jefferson. Usted está trabajando con contrato en esta escuela, es decir, que si lo despido tendré que pagarle las comisión de lo que se merece por la cantidad de años trabajados acá. Entonces esto es lo que haré: lo despediré y no le pagaré sus comisiones a cambio de que no llamaré a la policía para que lo arresten por pedofilia dentro de un establecimiento educacional. ¿Le parece? — Caín asintió con la cabeza baja y el rostro lleno de vergüenza. — Entonces puede retirarse, tome sus cosas de la sala de profesores y lárguese de acá.— el ex profesor de historia sólo en segundos desapareció de la sala del director. Estaba decidido que se vengaría de ese mocoso. Le había arruinado todo y no lo dejaría pasar.

Bobby suspiró masajeando sus sienes. Había sido técnicamente un padre para los chicos Winchester y no podía pensar en la idea de expulsar al joven Samuel de la escuela. El chico ya tenía demasiados problemas para lidiar con la expulsión y Bobby no quería ser el causante de una nueva etapa de decepciones en la vida de Sam. Había hecho tantas cosas idiotas por él y su hermano y ahora sí que no tenía idea de como salvarlo.

After Classes [samifer] EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora