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Sam miró a sus alrededores. No sabía donde estaba ni cómo había llegado a este lugar. Solamente podía sentir ese dolor en su pecho y su garganta demasiado seca.

Se removió en la cama sintiéndose de una extraña manera seguro, a pesar de que no supiera dónde estaba. Puso sus pies descalzos en el frío suelo y luego de mirar unos segundos en los detalles de la habitación pudo darse cuenta de que estaba en donde Lucifer.

Caminó lentamente por los pasillos vacíos de la casa hasta que terminó en la cocina. Su garganta moría por un vaso con agua y su mente llamaba a gritos que Lucifer apareciera en algún momento.

Sacó un vaso de una de las repisas y luego se dirigió al grifo del agua, pero justo antes de que Sam pudiera llegar una voz lo hizo sobresaltarse y botar el vaso al suelo. Algunos vidrios incrustándose en sus pies descalzos. Sam solo se quedó mirando la sangre en sus pies, sin ninguna expresión, sin sentir ni un dolor.

Lucifer se acercó lentamente hacia Sam y posó sus manos en los hombros del muchacho para llamar su atención. Este se giró y clavó su mirada en la de su profesor, perdida en los ojos azules del rubio.

— Vamos, Sam. Tengo que curarte.— murmuró Lucifer algo desconcertado por las expresiones de Sam. Nunca lo había visto así y honestamente no sabía que hacer.

Sam había llegado hace unas horas, casi inconsciente a la puerta de su casa. Colapsó cuando Lucifer metió su cuerpo caliente en la tina con agua tibia, sus músculos relajándose y su mente yendo a un lugar desconocido para ambos. Lo había dejado dormir, había tenido pesadillas y las lágrimas parecían haber detenido hace sólo unos minutos atrás. Lucifer estaba preocupado y no solo porque Sam fuera su alumno...Para él Sam era algo más, el chico que lo hacía sentir bien, que movía cada parte de su cuerpo con electricidad. Sam era una droga y Lucifer estaba feliz de ser un adicto.

Dejó a Sam sentado en el sillón para después traer otro vaso de agua y el botiquín de primeros auxilios. Sam no hablaba, no miraba a ni una parte en especial, completamente perdido. Así que aprovechando ese estado Lucifer removió los pequeños pedazos de vidrio incrustados en sus pies para luego vendarlos, mientras que el castaño tomaba de su agua automáticamente.

— ¿Vas a decirme qué pasó, Sammy?— preguntó Lucifer sentándose en el sillón al lado de Sam y acariciando cariñosamente su espalda. El castaño lo miró con horror unos segundos y a Lucifer se le encogió el corazón. ¿Que pasaba por esa cabeza?

— Tú hiciste algo en halloween...— murmuró simplemente el adolescente. Palabras malditas que hicieron que el profesor se le tensara cada fibra de su maldito cuerpo. Nadie sabía sobre eso...a excepción de su padre y tal vez...Castiel.

— Sam...puedo explicarlo.— trató de razonar el rubio sacando su mano de la espalda de Sam, pero este lo miró muerto por dentro.

— Tú y un grupo de amigos salían de un bar y acosaron a un pequeño Niño...quien solo trató de defenderse.— murmuró Sam con la voz cada vez más ahogada y los ojos llenos de lágrimas.— Y ustedes le devolvieron el golpe...dejando que uno de ellos lo violara y lo golpeara.

Lucifer escuchó todo lo que decía Sam con horror. Era mucha información, información que ni su padre conocía, que ni su hermano pequeño podía saber. La mente de Lucifer viajó a ese día, el cual lo cazaba desde que sucedió. El rubio nunca se había sentido Yam perdido bajo los efectos de una droga como lo había sentido ese día y cuando vio sus manos con sangre...¿Qué había hecho? Se preguntó una y otra vez por años. Ese niño...que a pesar de la oscuridad Lucifer pudo observar sus ojos llenos de terror, esos ojos hazel que parecían grises con la luz de la luna. Lucifer lo recordaba y ahora miraba a Sam y...

— Dios mío...— murmuró Lucifer, su corazón rompiéndose en mil cuando Sam le devolvió la mirada. Esos ojos hazel llenos de terror, los mismos que lo miraban esa noche. Ahora conectaba todo. La actitud, las advertencias, las pistas delante suyo sin siquiera poder analizarlas. Tenía a la víctima de su atrocidad frente suyo luego de tantos años...¿Qué mierda había hecho?

— ¿Te arrepientes de haberme violado?— preguntó Sam con las mejillas empapadas en lágrimas y Lucifer pensó que esa era la pregunta más estúpida que le habían preguntando en la vida.

— ¿Cómo no haría? He arruinado tu vida. Ni siquiera sabía que lo estaba haciendo y cuando...— La voz del rubio se quebró y sus ojos al igual que los de Sam ya estaban rojos por las lágrimas, a diferencia de que Lucifer aún no había soltado ni una.

— No sabes cuánto sufrí. Cada vez que cerraba mis ojos veía tus malditos ojos azules persiguiéndome. No pude salir de mi casa por meses, no podía, tenía tanto miedo. Luego vino tu padre y tu hermano a apoyarme, prometiéndome que atraparían a los responsables y...todo era un maldito juego para ellos. Ambos sabían que eras tú, siempre fuiste tú. Luego mi hermano...No me sorprendería que mi papá lo supiera también.— habló Sam mirando a una de las murallas del salón. Le dolía, Dios, cuánto le dolía. Sam quería dejar de existir en estos momentos, pero...había algo, había algo que entrometía en las células de su cerebro.

— Sam...— trató de hablar Lucifer pero el castaño sólo lo miró y una sonrisa temblorosa se asomó en sus labios, quienes recibían las lágrimas saladas que caían por sus mejillas. Lucifer trató de aferrarse a algo, trató de buscar algo que le dijera que todo esto era real. ¿Por qué este niño llegaba a su vida de las peores maneras? ¿Por qué le sonreía cuando había hecho su vida el infierno mismo,  cuando ni siquiera podía recordar como sus propias manos desgarraron el alma inocente de Sam? Y aún así, a pesar de todo, Lucifer podía decir que Sam tenía la sonrisa más hermosa del mundo o el corazón más puro, sus ojos que decían verdades y te revelaban secretos. Cada cosa de él era como algo esculpido a la perfección y Lucifer solo había sido el bandido que atentó contra tal pieza de arte, que la quebró en mil pedazos y tuvo que reconstruirse por sí sola, con personas que sabían todo y tuvieron el descaro de mentirle mirándolo a esos ojos hazel.

Sam se estaba rompiendo de nuevo, derrumbándose frente a él, la persona que nunca debió haber interferido en su vida si no fuera por la tragedia que marcó ambos días y aún así...ambos no podían estar más perdidos el uno por el otro.

Sam miró a Lucifer una vez más, embriagándose en esos ojos azules, tan azules y pálidos que Sam juraba que podía ver un conjunto de icebergs en ellos, un mar congelado con misterios por resolver y pasado que lo condenaba por siempre. Así que Sam habló, habló con esa sonrisa temblorosa aún en su rostro, con esos ojos llenos de horror y comprensión a la vez, porque Sam ya estaba perdido y había veces que no te podías perder más.

— P-Pero...te perdono...

Notes:

• Ahora viene el final de la historia, que consiste de dos partes (seguramente a no ser que cambie de planes)
• También no se defrauden con el final...porque haré varios. Finales alternativos y cada uno podrá quedarse con el que más le gusta.

After Classes [samifer] EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora