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Lawrence, Kansas.
25 de Diciembre, 2000.

Todo el mundo estaba en familia hoy y los Winchester no eran la excepción. La nieve caía sin parar y niños corrían por las calles jugando con sus trineos, haciendo bolas de nieve o simplemente disfrutando de sus nuevos regalos.

Recién amanecía y el castaño con pereza se revolcó en la cama buscando un poco más de calor. Un grito desde el primer piso se escuchó hasta la habitación de Sam, pero esta vez no era un grito de dolor o de reto; No. Está vez era su nombre, era la voz de su padre llamándolo desde la cocina, o al menos eso pensaba Sam, el cual se paró aún con más pereza y salió de su habitación restregándose los ojos. Bajó las escaleras casi corriendo tratando de despertar sus neuronas pero claro que no funcionó porque al llegar a la cocina, donde se suponía que se encontraba su papá y también Dean, su cerebro dejó de funcionar.

Estaba seguro de que esto era un sueño, de que nada de esto podía estar pasando. Sam parpadeó un par de veces, tratando se asegurarse de que esto no era producto de su imaginación...pero ahí seguía. Un desayuno completamente maravilloso en la mesa central de la cocina. Su padre y su hermano sentados esperándolo, ambos con una pequeña sonrisa en la cara. Sam quiso llorar pero no por la razón la cual todos pensarían; Sam no estaba feliz...incluso estaba enojado, estaba furioso, decepcionado y no podía callárselo, no podía dejar pasar todo esta maldita situación y simplemente disfrutar de su desayuno, no podía.

— ¿Es en serio? — murmuró con el ceño fruncido y la voz rota mirando hacía lo que quedaba de su familia.

— Claro que sí, Sammy. ¿Qué creías? ¡Es navidad! — John había hablado está vez, estirando sus brazos en modo de festejo. Sam dejó salir un bufido en forma de risa, una risa cargada de ironía y dolor.

— Después de todos estos años, después de todo lo que pasamos, ¡Lo que yo pasé! ¿Recién se les ocurre reunirse en "familia" por esta estúpida celebración? — Sam apretó los puños conforme hablaba, sus nudillos yendo a un color blanco por la fuerza. — Papá, pasaste todos estos años buscando trabajos olvidando que yo te necesitaba acá. No necesitaba tu dinero, no necesitaba una vida acomodada. Quería a mi familia aún con todas las mierdas que tenía. Dijiste que todo iba a mejorar, que dejarías tu maldita borrachera... pero reemplazaste los golpes por ausencia, ¿Cómo crees que me sentía? ¿Crees que estaba feliz porque por fin podía tener una casa linda o tal vez un celular caro? Sólo necesitaba un maldito abrazo y alguien que estuviera ahí para mí. — las lágrimas no paraban de salir de sus ojos, sus mejillas sonrojadas y su cabello desordenado. Seguramente se veía del asco considerando que recién había despertado, pero no lo importó. La impotencia era más grande que cualquier otra de sus preocupaciones.

— Y tú Dean...¿Cuántas veces dijiste que ibas a atrapar a lo que me hicieron esto? ¿Cuántas noches pasaste en la estación de policías tratando de hallar alguna pista? Incluso Chuck te contrato y tuviste que lidiar con dos trabajos a la vez. ¿Pero cuándo te acercaste a mi para decirme algo que no fuera "No llegues tarde" o "No podrás salir"? — preguntó Sam imitando la voz de su hermano. — Nunca, Dean. La respuesta es nunca...cuando yo solo esperaba que tuviéramos una vida tranquila, poder tener a mi familia cuidando uno del otro, pero nada de eso pasó. Ustedes pusieron sus necesidades sobre las mías, pusieron sus traumas como la gran excusa de toda esta mierda. ¿Por qué no pudimos celebrar esto en familia hace 5 años atrás? Porque estaban más ocupados lidiando con sus problemas morales que apoyándome. – se limpió las lágrimas brusco con la manga de su chaleco pero su mirada en ni un momento se despegó de su padre ni de su hermano.

— ¿Puedes dejar de hacerte la víctima por solo un par de segundos, por favor? Tú querías que lo superáramos...— empezó ahora a hablar Dean, apuntándolo con el dedo como si lo estuviera acusando, porque claro, eso estaba haciendo.—Pues aquí nos tienes Sam, lo hemos superado y todos. Ahora lo único que queremos es celebrar la navidad como una nueva familia y empezar de 0, dejar todo atrás, pero tú sigues teniendo tus malditas pataletas y creo...con seguridad que el único que no lo ha superado aquí eres tú.— la mirada de Dean estaba cargada de enojo y dolor y Sam no pudo evitar que sus ojos se pusieran llorosos de nuevo.

— ¿Acaso crees que no escuchamos tus gritos por la noche? ¿Tus pesadillas? ¿Acaso crees que no nos damos cuenta de que te estás matando por dentro? ¡¿De que llegas del colegio a encerrarte en el baño a llorar?! — su hermano estaba empezando a gritar y su padre simplemente lo miraba con algo que Sam no pudo descifrar. — Sí, Sam. Han pasado 5 años y tú sigues criticando todo lo que hacemos con la puta excusa de que abusaron de ti.— Dean iba a seguir hablando pero John le lanzó una mirada que lo hizo callar inmediatamente. Sam no sabía que decir, no sabía como actuar ahora ni que pensar. ¿Y si era verdad todas las cosas que su hermano había dicho? ¿Y si simplemente no podía evitarlo?

— Sam...escúchame.— habló con calma su padre. — Quiero que sepas que estamos tratando, lo estamos haciendo al igual que tú. Todos hemos hecho mal y tenemos que aceptarlo, pero Dean tiene razón; queremos empezar una vida en borrón y cuenta nueva y espero que tú logres comprenderlo porque queremos que formes parte de esta nueva etapa. Es simplemente eso, Sam.— todo el rato el castaño miró a su padre, directo a sus ojos que brillaban con sinceridad. Podía tratar...claro que podía, aunque eso no significaba cambiar toda su rutina de vida, sólo iba a convivir de una mejor forma con su familia. Incluso, compraría pastillas para dormir y así no tendría más pesadillas, no tendría que molestar más a Dean y a su padre con sus estúpidos miedos. Tal vez...este era un nuevo comienzo.

After Classes [samifer] EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora