Misión: ...¿Nahël? Segundo año.
Era el cumpleaños número dos del enano. Sorprendentemente, Nahël ya tenía su propio barrio, un grupo de niños chungos con pinta de ser super-malotes. Quizá te sacaban la lengua, cuidado, yo que tú no me acerco ni a diez metros.
— ¡A ver, mocosos caprichosos! ¡Si no se tranquilizan un poco, juro que... —El rubio tapo la boca de su novio mientras reía nervioso, pues las madres de los mocosos estaban allí, y tenían pinta de juzgarlos con la mirada.
— Jajaja, amor, ¿Soy yo o estás un poco más irritable qué lo normal? —Freddy mordió su mano para que lo soltase.
— Pues, tengo mis razones. —Murmuró enojado, cruzando sus brazos y desviando la mirada, Golden, quien juntaba las cosas que los niños habían tirados, sonrió.
— ¿Cómo cuáles? —El castaño se sonrojo hasta las orejas, y con vergüenza, contestó un simple "nada, olvídalo". Lo que dejo algo preocupado al rubio.
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— ¡Estoy segura de que el rubio es teñido! ¡Jajaja! —Se reía estrepitosamente la señora número uno.
— Y además, probablemente el niño es adoptado, ¿Si no, cómo es que ya bajo de peso?, es muy estúpido. —Criticaba la señora número dos.
— Ah, y también su casa es horrible, no veo rosa o algo lindo por ningún lado. —Y juzgaba la señora número tres.
A Freddy se le hinchaban las venas, fruncía el ceño y rechinaba sus dientes para ir y no partirle la cara a esas imbéciles. Pero llego lo que colmo el vaso:
— Son dos hombres, eso es muy antinatural.
Tomó aire, y como un demonio, llego desde el cuarto de Nahël hasta el pequeño pero lindo patio, con unas silletas blancas, una pequeña piscina, y bastantes macetas.
— ¡Pues adivinen qué, luchonas! —Gritó.— Primero, ¿Qué le ve de teñido a Golden? ¡Que yo sepa, tú eres la que tiene un jodido flan en la cabeza, si te vas a teñir, hazlo bien! —La mujer número uno, cubrió sus (horribles) raíces avergonzada.— Segundo, espero qué entiendas, que hay algo que se llama "ejercicio", y no digo que salí y corrí 200 kilómetros por día, pero no me quedé todo el día mirando "lo que ocultan las mujeres", de hecho. Estás así por eso. —La segunda frunció el ceño con vergüenza, buscando respuestas.— Y tercero, ¿Horrible? ¿Rosa? ¡Por dios! Talk shit get hit, zorritas. Así que les pido amablemente que se vayan YA. Tomen a sus cosas horrorosas que tienen de hijos y ADIÓS.
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Golden volvió del mercado, con las bolsas en sus manos. Pero tal fue la sorpresa al encontrar a ambos castaños con cara de "Por fin, paz interior" (claro, el mayor), mirando una película, al parecer Up!
— ¿Y tus amigos, Nahí? —Le preguntó a su hijo, quien volteó algo curioso y fue con el a ayudarle a guardar las cosas. (Más o menos, un niño de 76 centímetros no podía hacer mucho.)
— Mamá los echó. —Dijo mientras guardaba las galletas en el cajón de abajo de todo.
— Ah... espera, ¿qué? —Freddy reía en voz baja desde el sofá— Amor, ¿En serio?
— Dijieron que eramos antinaturales, antinatural era su retraso, manga de- tontitas... —Recordó que no quería hacer de Nahël un niño mal hablado, pero con Fred siendo su segunda-no-mamá, era algo imposible.
— Dios... ¡Por eso te amo! —Gritó mientras, saltando el respaldo del sofá, se abalanzó a su novio, tirandolo al piso para llenarlo de besos.
— ¡Oye, cuidado con-
Al ver como no continuaba su oración, y optaba callarse y mirar para otro lado, Golden decidió preguntar.— ¿Con?
Freddy, con cierta determinación, inhaló y entendió que era hora de decirle. Cerró los ojos y los abrió, poniendo una super-orgasmeaste-cara-seria.
— Bien, dígamos que hipotéticamente el preservativo de hace un mes falló. —Intentó dar vueltas, para que el rubio cacé solo: imposible.
— Qué.
— Dígamos que... umh, aquí ya no seremos tres.
— Somos siete, Freddy. No cuentas a los gatos.
Creo que ya todos entendieron a lo que está refiriéndose mamá osa. Suspiró frustrado y lo tomó del borde de su polera. Para acercar su oído a su boca lo más cerca posible.
— Que estoy embarazado, imbécil.
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JUJUJU
HOLAAAA.
Los dejo con la intriga aahq.
bueno no tengo más que decir, bai.