Misión: Nahël. Quinto mes. (Sí, yo me salteo lo que quiero.)
Ahora, empezaban a haber cambios en el pequeño castaño, por ejemplo, volteaba cuando le llamaban o se mantenía con sus dedos en su boca.
- Nahël, por favor, deja de tirar todo lo que te rodea. -Suspiro el castaño mayor juntando todos los platos plásticos o servilletas que tiraba.- ¿Qué es lo que quieres?, tienes muchos peluches. -Al cabo de unos segundos empezó a reírse de si mismo, estaba hablando con un bebé que no le entendía para nada.- Ay, no puedo molestarme contigo. -Se volvió a agachar, esta vez para levantarlo, una vez que volvió a pararse, lleno de besos sus regordetas mejillas sonrojadas llenas de pecas. Fue a su cuarto para dejarle en su cuna, y con sus manos mostrarle los juguetes y peluches que tenía, un osito marrón, otro negro, y otro amarillo. También sonajeros y un móvil colgante de elefantes coloridos. Pero el ojígris lo ignoro completamente y se tiro encima de uno de los gatos que estaban allí.- Pobre Fran.. -Tomo a Nahël antes de que ese gato le rasguñe. El castaño mas pequeño comenzó a pasar sus manitas por la cara del ojíceleste, explorando cada zona -salvo el interior la boca, claro-, pero no dijo nada, solo dejo al pequeñín jugar con su nariz. Se sentó en la silla blanca que estaba frente a la cuna y le permitió jugar tranquilo.
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Las tres de la madrugada, un bebé llorando, y dos padres luchando por quien iría.
- Ya fui yo hoy. -Suspiro Golden -casi- aplastando su cabeza con su brazo, tapándose sus ojos.
- Lo cuide toda la tarde -Contesto sentandose Freddy-, y también fui hoy. -Los dos se miraron, y dieron un profundo suspiro. Para irse los dos, pareciendo zombies.
No tardaron mucho en dormirle, parecía que solo quería darles un recordatorio de que existía.
- ¿Era solo para esto, infeliz? -Fred miro fijamente al pequeño, pero no podía castigarlo, quedaría demasiado idiota castigar un bebé por una de las únicas cosas que sabía hacer, llorar.- Agh, bueno, volvamos.
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— ¡Y entonces, cuando un idiota venga y te moleste, le das una paliza en toda la cara!— ¡No seas idiota Foxy! ¡Mejor, dale una patada! ¡En los tobillos!
— O mejor ponle veneno en la comida. —La rubia y el pelirrojo voltearon al pelimorado. Sorprendidos.— Qué.Bueno, te preguntaras, ¿Por qué estos tres idiotas cuidaban del pequeño Nahël, sabiendo que los tres son un peligro?, simple. Ambos osos tuvieron que irse por un problema que tuvo Alexa en una ciudad a unos 200 kilometros, y decidieron dejar a su hijo con la trinidad menos confiable.
Al cabo de un rato, quince minutos, aproximadamente, y casi de la nada, el castaño pequeño empezó a llorar, ninguno sabía que hacer.
— ¿¡Qué hacemos!? —Grito Chica hundida en "pánico"; si bien era una mujer, no había desarrollado el tan llamado "instinto maternal", así que no tenía ni idea que hacer. Estaba fallando como la mamá pollito que era en la secundaria.
— ¡No sé! —Contesto el pelirrojo, intentando calmarlo en sus brazos. Sacudiéndolo.
— ¡No seas bruto! —Se lo arrebato de las manos, mientras la ojílavanda y el poste de luz discutían, Bonnie observaba como águila a ambos, parado de cuclillas en el respaldo del sillón.
— ¡Tengo una idea! —Interrumpió.— ¿Creen que si lo cambiamos por un muñeco alguien lo note?
— ¡No ayudas, tarado! —Chica, decidió conservar la calma, intentando pensar una solución.— ¡Ya sé!