Peligrosa

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Es de noche, estoy en mi habitación tocando felizmente el teclado, pienso en Marcia y que todo parece haber vuelto a la normalidad. Pero la felicidad se derrumba rápidamente al escuchar gritos provenientes de la habitación de al lado, la de Aaron.

- ¡Lamento no ser perfecto como tu querida hija Alice! Lamento ser un maldito grano en el culo para esta familia y haber decepcionado a todo el mundo, ¿Pero sabes qué? Soy así, y aunque lo intente no puedo cambiar, y tampoco puedo cambiar un error. Acéptalo.

Al notar que yo llego dejan de gritar.

- ¿Pueden dejar de decir que soy perfecta? ¡No lo soy, mierda!

- Es que es la verdad, Alice, eres la hija perfecta. - Estoy segura que dice eso sólo para molestar a Aaron.

- Y la hermana perfecta... - Murmulla irónico Aaron. Se que es ironía porque estoy segura que Aaron no diría eso en serio.

Revoleo los ojos y me dirijo a mi cuarto.

- Alice, espera. - Me sigue atrás Aaron.

- No puedes entrar a mi habitación.

- Tenemos que hablar.

Estoy a punto de decirle que se vaya a la mierda, pero recuerdo que quizás tenga que ver con Leone y lo de aquella vez. Lo dejo pasar, y me paro en plan <<Dilo de una vez que no tengo tiempo para ti>>

- Aléjate de Matt. - Me dice con seriedad.

- ¿Qué no es tu amiga?

- Por eso, la conozco y no es la clase de amigas que una chica como tu debería tener. - Haciendo énfasis en la palabra amigas.

- Aaron, me conocías hace dos años, ahora no tienes ni idea quién soy.

Bueno... en realidad sigo siendo la misma de siempre, pero intento dar un toque dramático a la conversación, y también de que dejen de pensar que soy la típica chica buena que nadie toma en serio.

- Basta Alice, te lo digo por tu bien, Matt no es buena. Es decir, no lo sé, se supone que somos amigos, pero apenas la conozco y se que no es alguien transparente, no es como tú. Cada vez que la conoces más todo se va oscureciendo, porque cada secreto suyo es cada vez más turbio. Y créeme que sus secretos traen muchos problemas de los que no quisieras involucrarte.

- Dime la verdad, ustedes no se conocen de la infancia, apostaría todo por ello. ¿Se conocieron en el correccional?

- Sí. - Dice, sorprendiéndome por la sinceridad.

Esperaba que lo niegue rotundamente.

- Te digo esto porque quiero que entiendas la gravedad del asunto, Alice, ella es peligrosa. Ella sabe todo sobre cualquiera, pero nadie sabe sobre ella. Nadie decente, al menos... Y la policía, claro, que tampoco es muy decente.

- ¿Qué fue lo que hizo? Me da vueltas la cabeza, Aaron, si mató a alguien o robó un banco sólo dilo, no voy a decirle a nadie.

Aaron da una carcajada que me pone la piel de gallina.

- Alice, déjame que lo ponga claro y espero que esta advertencia la tomes en serio. Si yo soy un asesino, entonces Matt es una genocida.

Me quedo helada ante sus palabras. ¿De qué mierda habla? ¿Cómo una adolescente podría ser una genocida? Estoy apunto de preguntarle a qué se refiere, pero en un abrir y cerrar de ojos ya no está en mi habitación ni el pasillo.

Trato de olvidar lo que escuche, y no hacer caso a las palabras de mi hermano. Él no puede prohibirme nada, y no voy dejar de hablar con Leone, porque de hecho ni siquiera es mi amiga o la chica que me gusta.

Vale, tengo sueños con ella, y suelo pensarla la mitad del día, pero no me gusta. Es que es misteriosa, enigmática y peligrosa, su vida parece sacada de una novela de suspenso, a cualquiera le llamaría la atención.

A la vez me asusta la idea de que Leone sea una genocida, como Aaron se refirió a ella. Mi mente me repite una y otra vez la palabra peligrosa.

La ansiedad me ataca y me obligo a apagar la luz y prender mis luces de colores que se mueven, mirar fijamente mi gran pecera llena de peces Zebrasoma flavescens, que son pecesitos amarillos fluorescentes que tengo desde pequeña para controlar la ansiedad. Mi habitación luce como una jodida obra de arte, llena de luces de colores que se mueven y peces llamativos, más mis estrellitas doradas pegadas en el techo. Esto es tranquilidad.

Es la tarde, la hora de ir a mi primera clase de orquesta llega y estoy hecha una bola de nervios. La profesora Strauss me mira orgullosa, los integrantes de la banda me miran con curiosidad.

Mientras toco con las indicaciones que me da la profesora Strauss, noto una fuerte mirada sobre mí. Un trompetista me mira descaradamente, como si quisiera comerme. Ni que fuera una belleza irresistible como Marcia. Soy rubia pero no tengo una cabellera larga como ella, soy baja y nada esbelta como Marcia, y ni hablar de sus pechos, soy una tabla de amasar a comparación de ella. Y no es que me considere fea, simplemente normal, nada para mirar todo el rato. Y su mirada ya empieza a molestarme.

Las indicaciones terminan y es hora de comenzar el primer ensayo. Tengo mis partes de solo y me pone realmente incómoda ser el centro de las miradas. Al ser tan observada cometo pequeños errores que espero no noten. Al terminar el primer intento me siento avergonzada al haberme confundido tanto.

- No te preocupes Young, es sólo un ensayo, además fueron nimios errores que pocos se dieron cuenta.

- Yo diría que grandes.

- Es tu primera vez, todos se ponen nerviosos.

Antes de salir del salón de orquesta, el chico se acerca a hablarme con una sonrisa ganadora. Antes de que diga nada lo ignoro.

Al terminar la clase, de vuelta a casa miro el celular, tengo muchas llamadas perdidas de Dan, y es raro porque él nunca me llama. Le devuelvo la llamada preocupada.

- ¿Qué pasa?

- Estamos preocupados por Marcia.

- ¿Y ahora qué? - Ruedo los ojos.

- Desapareció, estaba en casa de Dina cenando, recibió un llamado y se fue sin dar explicaciones.

- ¡Qué dramáticos! Dejen de buscar drama a la vida, ella sólo habrá tenido una urgencia en casa, quizás su papá necesitaba su ayuda o lo que sea. Mañana preguntaremos como está, no es una niña. - Digo, recordando lo que ella dijo sobre Dina la noche de la fiesta.

- Es que Dina dice que se veía realmente preocupada. Y no es normal en Marcia, vamos Alice, ella siempre tiene una sonrisa en su rostro pase lo que pase.

- Ya, ¿Y qué quieres que haga?

- Dina y yo vivimos a millas de su casa, y tu vives cerca...

- No sé que quieres que haga.

- Que vayas a verla.

- Saben que mis padres no me dejan salir tarde los días entre semana.

- Podrías convencerlos o hacer que no se enteren...

- No. - Digo determinante.

- Este último tiempo has estado queriendo convencer a todos que eres una chica mala, y ahora no eres capaz de escaparte un rato. - Dice provocándome.

- Es para que me respeten, idiota. Yo sé que no soy una chica mala. Pero voy a ir sólo porque estoy aburrida en casa. - Le corto.

Pongo almohadas bajo las sábanas. Me cambio mi pijama y estoy a punto de salir por la ventana cuando la puerta de mi habitación se abre. Mierda mierda.

Everything is perfect nowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora