Everything is perfect now

Reflexionista

- ¿Qué haces aquí? - Pregunto.

- Vine a pasear por el hospital y recordé que tú estás aquí.

- ¿Por qué habrías de pasear en un hospital a esta hora? Estás loca, Matt Leone.

- Es sarcasmo. - Escucho su risa.

- Ah... Yo odio que me digan sarcasmos, preferiría que te abstengas a usarlo conmigo.

- Está bien, nada de sarcasmo a partir de este momento.

- ¿Por qué estamos hablando en la oscuridad?, es raro, no sé dónde estás.

- Estoy aquí. - Ahora la escucho demasiado cerca mío y mi corazón comienza a hacer tuc tuc muy rápido al sentir su respiración en el lado izquierdo de mi cuello.

De alguna manera no me repugna como lo haría en cualquier otra situación. Pero me hace sentir muy nerviosa.

- Ya vete, Leone. - Es lo único que logro decir.

Por suerte no puedo ver su expresión. Pero ninguna respuesta llega, y su respiración ya no está sobre mí. Unos segundos después la puerta se cierra despacio y se que estoy sola.

Nunca me importó la soledad, a veces hasta la aprecio, pero su ida me deja una sabor amargo en la boca y un extraño vacío.

Me despierto sobresaltada porque siento a alguien tocándome. Una enfermera. La cara me arde de ira.

- ¡No me toques! - Intento no gritar.

- Disculpa, pero ya es hora que te vayas, tienes el alta, tus padres están fuera hablando con el doctor. Tu madre te dejó ropa limpia. - Me la entrega con sus manos sucias.

- Gracias. - Intento sonar amable, pero unos tics me molestan el ojo izquierdo.

En camino a casa todo está silencioso.

- ¿Por qué estuve un día y medio en ese horrible hospital? - Pregunto, rompiendo el silencio.

- Chequeos, un mal entendido. El doctor pensó que tenías algo más grave al decirle que te desmayas seguido, pero todo se debe a tus cuestiones mentales. Él te derivó a que vuelvas a terapia, Alice. - Dice papá.

- Sí, ya hablamos de eso. Estoy de acuerdo.

De todas formas, extraño a Reflexionista. Aunque ni loca lo diría en voz alta.

Entonces noto que no vamos a casa, ni de cerca. No pregunto nada y sólo miro por la ventanilla.

El auto se detiene en una casa familiar, la de Reflexionista.

- Baja. - Dice mamá.

- ¿Es enserio?

- Muy enserio. -  Asegura papá.

Bajo y me encuentro con Reflexionista esperándome en la puerta, como en los viejos tiempos. Nos saludamos asintiendo la cabeza, como siempre. Y de alguna manera eso me reconforta, la familiaridad.

- ¿Cómo has estado, Alice? - Dice mientras me abre la puerta, y yo me siento en el sofá de siempre.

- Especifique en que sentido.

- ¿Por cuál razón has venido?

- No fue mi idea venir.

- Nunca es tu idea venir. ¿Y por qué se te ocurre que te trajeron?

- ¿Para qué me preguntas si mis padres seguro ya te dijeron?

- Porque quiero escuchar lo que tú tienes para decir.