Capítulo XVI - Cacería

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Kagemaru

"DIOS MIO! QUE HICE!" Pensaba en mi cabeza mientras saltaba de rama en rama, de árbol en árbol, hacia las colinas, para esconderme y meditar sobre la monstruosidad que había cometido.
En ese preciso instante, una terrible tormenta azotó todo el lugar. Las gotas de agua helada y las lágrimas se mezclaban en mi rostro.
Mi corazón estaba aceleradisimo, mi mente no dejaba de pensar cuando ví la cara de mi maestro. Fue mi padre. Fue mi mentor. Fue mi salvador. Fue mi todo.
De no haber sido por él, quién me encontró en ese bosque, hubiera sido comida para los animales ese mismo día.

Después de treinta minutos, llegue a una cueva, muy escondía en lo alto de las colinas. No era un lugar agradable pero servía para mí en ese momento. El clima no acompañaba para nada. Los rayos y truenos eran cada vez más y más intensos.
Inmediatamente, tape la entrada a la cueva con una enorme roca, me senté y comencé a meditar. Medité unos 10 minutos.
En ese lapso no pude detectar nada. Por lo que llegue a una conclusión al abrir mis ojos:

"Debo hacer la técnica del Sueño-Ninja Profundo. No hay remedio" concluí fríamente.

Basada en la filosofía Zen en su principio del Mushotoku (principio del no adquirir, "si se abandona todo, se obtiene todo") Esta técnica es extremadamente peligrosa si no se ejecuta con sumo cuidado. Los Shinobis lo usan a veces como última carta. Consiste en dejar el cuerpo y la mente en un profundo letargo, en un largo sueño. Todos los procesos vitales se reducen a un mínimo.
Se puede pasar desde unos pocos días a varios años o décadas en tal estado, con el cuerpo en perfecta preservación, sin que el paso del tiempo lo afecte.
Además, se utiliza en el caso de que se necesite una profunda meditación o haya alguna enfermedad grave con la cual hace que dicho mal no continue avanzando.
Esta situación de extrema gravedad, era propicia para ejecutar tal técnica. Una vez completamente hecha tenía unos dos minutos antes de ponerme en estado de inconsciencia permanente.

Así que decidí hacerla.

Prepare unas roca llana en la cual iba a dormir, a solo me despertaría hasta comprender lo sucedido.
Me senté con mis piernas entrelazadas entre si. Puse a Izayoi a un lado. Encendí una pequeña vela y frente a ella, realicé la pose de manos, revelando los nueve niveles de poder.
Mis músculos se iban relajado de a poco, mi ritmo cardíaco iba deteniendo se poco a poco, mi respiración cada vez más y más lenta. Solo faltaba acostarme y elevar mi mente y alma.

De repente, sentí un frío tremendo en mi nuca que fue bajando por mi espalda. Algo andaba muy mal...
El dolor era muy intenso. No debía ser así...

En ese entonces y con lo poco que me quedaba de tacto y visión, distinguí que había un dardo de Fukiya (cerbatana) en la parte trasera de mi cuello y había una persona apuntándome con ella en una de las rendijas de la puerta roca.

Trate de tomar un Shuriken (estrella ninja) y lanzarlo hacia alli, pero otro dardo me dió en el brazo sobre mi mancha de nacimiento.

El dolor se hacía intenso. Los dardos estaban envenenados!!!

Fue en ese entonces para cuándo está persona ya había entrado a la cueva, desenvainó a Izayoi y me apuñaló en el corazón con ella.
Todo se veía difuso. De pronto, oscuridad. Jamás distinguí bien a mi asesino en ese momento. Jamás percibí su Ki.

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