Kuroko no basuke x reader

Midorima Shintarou [9]

Con mucho esfuerzo y dedicación, ambos pudieron graduarse de la universidad. Los dos tenían trabajo en el mismo hospital, él era parte de Urgencias, mientras que tú te desempeñabas como enfermera en Oncología Infantil. No era para nada un trabajo fácil. A diario Midorima se enfrentaba con emergencias que terminaban en la muerte de sus pacientes, por tu lado no era distinto, a veces los niños entraban a hacerse una quimioterapia de rutina y no volvían a salir. Sin embargo, a pesar de lo duro que sus trabajos podían llegar a ser no se arrepentían ni un sólo momento de estar allí.

Desde que Midorima había dicho que tú ibas a ser su esposa no habían hablado del tema. Al de cabello verde quizá le resultaba un tema demasiado vergonzoso o simplemente no se le daba hablar de ese tipo de temas. Para ti estaba bien, conocías bien a Shintarou así que no lo ibas a presionar. 

Esos días habían hecho coincidir sus dos días libres, por lo que se dedicarían a ordenar la casa, re abastecer la despensa y quizá acostarse un rato y ver una serie juntos. Lo primero que harían sería ir al supermercado a comprar todo lo necesario para el mes. A decir verdad era un poco difícil ir con Midorima a ese tipo de lugares, era demasiado específico al escoger los productos. Y justo ese día, andabas con antojos de cosas dulces.

-Shintarou deja de sacar los dulces que pongo en el carrito- dijiste reclamando mientras echabas dos cajas de cereal de chocolate.

-Esas cosas no están dentro de la lista- dijo caminando sin mirarte- además no son cosas sanas.

-No me importa que no sean sanos o que no estén en la lista de compras- te pusiste frente a él para que no avanzara- sólo unos cuantos dulces, ¿sí?

Midorima lucho consigo mismo para decirte que no, pero cuando le ponías ojos de cachorro no había nada que ese tsundere pudiera hacer, nada más que acceder a la petición que le hicieras en ese momento.

-Está bien- dijo a regañadientes- sólo unos cuantos.

-Lo prometo- dijiste saliendo de su camino e ibas a buscar unos cuantos dulces.

Pero no solo se te antojaron dulces, pasillo por el que pasaban, pasillo que era asaltado. El carro de las compras iba abarrotado en su totalidad. Y para mala suerte del chico, a él le tocaba pagar por las cosas de ese mes. Pobre tarjeta explotada por los antojos de la chica que su dueño más amaba.

-pensé que sólo eran dulces- dijo Midorima llegando a la casa cargado de bolsas.

-Me pase -reíste- vamos, no es malo que de vez en cuando salgamos de la rutina, además ahora podre cocinar algunas de las cosas que vi en Internet.

-Asume que terminaremos ordenando algo para comer y esas cosas las dejaras tiradas en la cocina- te miró mientras dejaba las bolsas en el suelo- ahora debemos ordenar.

-Yo ordeno la habitación, tu ordena la cocina, eres bueno en eso- de manera elegante, o sea corriendo como desquiciada, te fuiste al dormitorio. Ni loca ordenabas tal cantidad de comida.

Esos dos días se los pasaron ordenando la casa, habían estado hablando acerca de pintarla y cambiar de posición algunos muebles. Pero eso ya lo dejarían para sus próximos días libres, y ninguno de los dos sabía cuando serían. Pero no sólo se encargaron de ordenar, también de darse cariñito durante las noches.

Sin embargo te habías sentido rara durante esos días. Te daban antojos, asumiste que era normal y lo aludiste a la ansiedad que te provocaba el trabajo, pero además de eso por las mañanas te daban nauseas. No le dijiste nada a Midorima, porque sabías que se súper preocuparía. Pero tenías una leve sospecha de que podría ser.