CAPITULO 31

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EXTRAÑOS ACONTECIMIENTOS

Win levantó la vista de su mesa de trabajo. Miró el reloj blanco y redondo, muy común colgado en la pared frente a ella. ¡Demonios! ¡Tenia que haber terminado desde hacia media hora. Suspiró, apenas llegaría a tiempo para vestirse y darle un beso a su pequeña.

No entendía porque habían escogido el viernes para el debut de Lena en el ballet. Su regreso después de diez años de haberse retirado de la danza clásica. Dejó caer el lápiz y buscó su bolso dispuesta a salir del departamento de diseño de interiores de la empresa familiar. Miró hacia las oficinas de sus hermanos en el piso superior; ambas estaban cerradas y a oscuras. Estaba segura de que ambos se habían tomado el resto de la tarde libre y estar listos para la gran noche.

Subió a su SUV alejándose en dirección a casa. Pasó una mano por su despeinado cabello rubio mientras pensaba en los sucesos pasados en el consultorio de David.

Había logrado recordar. No es que fueran recuerdos nítidos, eran como un sueño que iba y venia y que al despertar no eran tan fáciles de recordar, pero sin embargo estaban ahí buscando tejerse unos con otros como hebras de lana.

Aun así, el nombre de Ricky Moran hacia que su interior se fuera despertando a sensaciones que Dan aún, después de casi un año de relación no había hecho. Sostuvo con fuerza el volante al detenerse ante la luz roja de un semáforo. Aquello le hacia sentir muy mal, él era lo que cualquier mujer cuerda esperaría de un hombre como pareja, como compañero de vida. Pero ella no estaba enamorada.

Estaba segura de que no era amor lo que sentía por él; después de todo ella había estado enamorada y aunque no podía recordarlo estaba segura de que no era lo mismo que Dan le inspiraba.

Continuó su camino a casa sintiéndose igual de confundida y con un ligero dolor de cabeza.

En casa sólo se encontraba la niñera y su pequeña Maddie. Al verla alargó sus bracitos rodeando su cuello y aferrándose a ella. Win suspiró el tierno aroma de su hija y la sostuvo en sus brazos a pesar de estar consciente de que ya no tenia tiempo para ir a el teatro en donde debutaría su cuñada.

- Lo siento hermosa - musitó apartándose sin dejar de mirar el reloj de madera labrada con grandes amapolas -, tengo que dejarte o mami no llegara a ver bailar a tía Lena.

Miró a la joven con una sonrisa.

- Entretenla un poco mientras termino de arreglarme - le ordenó -, no quiero que llore cuando me vaya.

- No se preocupe voy a entretenerla - asintió la joven sosteniendo a Maddie cuando ella se la entregó -. Además falta muy poco para su hora de dormir.

- Si - asintió acariciando las regordetes mejillas sonrosadas -. Cuidala mucho.

- Lo haré.

La miró ir hasta la habitación de la pequeña y corrió a la suya sacando su mejor vestido negro, las medias y los zapatos de diez centímetros de alto; no eran lo más cómodo pero elevaban su estatura de uno sesenta y hacían lucir a sus piernas, fantásticas.

Se vistió después de darse una ducha relámpago acicaló su cabello dejándolo libre sobre sus hombros y tomo el pequeño bolso negro de lentejuelas herencia de su abuela materna. Se detuvo en la puerta y regresó por su abrigo.

- ¡Demonios! - Gruñó nerviosa antes de asomarse a la habitación de Maddie.

La niña estaba tomando su biberón de leche con los ojos entrecerrados y oliendo a jabón y crema infantil como siempre después de su baño nocturno.

- Gracias Letty - le sonrió a la joven -, Cuidala mucho. Intentaré regresar apenas pueda.

La chica era una de las jóvenes que acudía a la fundación. Tenia experiencia en cuidar niños.

KING'S SAGA 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora