Capítulo 26

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En el límite

Como el bastardo cínico que era, Ryan además de presentarse sin ninguna preocupación, en sus manos había un ramo de flores y un oso de peluche que casi era demasiado grande para que pudiera llevarlo en un solo brazo. 

—¿No dirás nada? — había burla en su voz, mirándolo directamente a los ojos, disfrutando el efecto que estaba teniendo sobre él.

Sus manos comenzaron a temblar.

—Es grosero no invitar a tus visitas a pasar— siguió burlándose Ryan—. Yo si soy educado y traje un presente para el nuevo miembro de la familia. A ti te traje estas flores, recuerdo que te emocionabas cada que te las regalaba.

La mención de su pasado en común fue suficiente para sacarlo de su estupor, reemplazando el pánico por la molestia. 

—No— fue su única respuesta y cerró la puerta.

O al menos lo intentó, un pie se interpuso evitando que la puerta se cerrara por completo. Suspiró con cansancio, recargando su peso en una pierna mientras le miraba impasible. Ryan reanudó su melodrama.

—Igual de irrespetuoso— chasqueó la lengua, hipócrita —. Es bueno ver que muchas cosas no han cambiado, después de todo.

—No soy irrespetuoso— respondió con calma, casi esbozando una sonrisa cínica —, simplemente no voy a dejar entrar a mi hogar a quien no es bienvenido. Y por si no te habías dado cuenta, tú no eres bienvenido.

Se regocijó internamente cuando vio la seguridad de Ryan flaquear y su sonrisa burlona perdió intensidad.

Si había algo que ese idiota no soportaba era el rechazo.

—Ahora, si me disculpas, estoy ocupado y solo me estás haciendo perder mi valioso tiempo con mi familia.

Un velo de desdén y resentimiento se posó en los ojos de Ryan. Y, si era honesto, eso lo puso un poco nervioso.

—Vine porque quería conocer al niño— dijo casi aburrido—. Cuando regreses conmigo, prácticamente será mi hijo también. Es bueno que me conozca.

Pudo sentir como su rostro se puso blanco. De por sí ya era malo tener a Ryan de regreso, pero era mil veces peor si ponía su atención en Cameron. El tipo no tenía ni una pizca de moral y si decidía usar al niño como medio para asegurar sus planes, no se detendría por nada del mundo.

—¿Harry?— la voz de Louis sonó desde el pasillo, celestial —, ¿por qué tardas tanto...?

La plácida expresión de Louis se desvaneció al ver a su indeseada visita, llegando a ellos a zancadas, poniéndose entre él y Ryan.

—¿Qué haces aquí?

A pesar de las palabras secas, su tono fue educado y moderado, como si estuviera hablando con cualquier otra persona. Ryan por su parte, mantuvo su estoica expresión.

—Vine a visitar, pero solo me he encontrado con descortesías.

—A mis ojos, el descortés eres tú— replicó Louis, con un gesto educado a pesar de regresarle el insulto—, presentándote sin invitación y negándote a irte aun cuando sabes que no eres bienvenido.

Eso fue suficiente para que Ryan perdiera toda máscara, revelando un rostro agrio e iracundo. Arrojó las flores a un lado para sostener el peluche con las dos manos, lo miró con desinterés.

Who got the power? (l.s)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora