Capítulo 28

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La espera por fin terminó

Esperar fue un completo martirio. Cada minuto que pasaba se sentía como una eternidad agonizante.

Si alguien le hubiera dicho el día que supo que se casaría con Louis, que más pronto que tarde estaría así, con el corazón en la garganta a la espera de su esposo para darle la noticia de que serían padres... bueno, tal vez hubiera terminado en la comisaría por haberle dado una paliza a ese alguien.

Pero ahí estaba él, a punto de tener un colapso nervioso, con la prueba de embarazo escondida en su habitación mientras su omega interior lo trataba de calmar.

[Todo saldrá bien, humano idiota] dijo con cansancio, [nuestro alfa te ama, ama a nuestro cachorro y amará a este. Cálmate o me harás vomitar]

"¿Y si no lo quiere?"

[Voy a fingir que no dijiste eso] su omega sonó asqueado por la idea y él se sintió ridículo por siquiera pensarlo. [Además de una marca, lo que más desea nuestro alfa es un bebé, ahora que Cameron satisfizo su anhelo de ser padre. Se lamenta no haberlo visto desde bebé]

"No había manera de que pudiera hacerlo" le dijo, "Cameron en nuestras vidas es una bendición inesperada"

[Cameron estaba destinado a ser nuestro cachorro, de él y nuestro, en esta vida y en todas]

La seguridad con la que habló su omega fue desconcertante. Sabía que su parte animal solía tener delirios extraños, pero este ya era demasiado.

[Cuando llegue el momento de la marca, deja que tome el control, si no sólo te lastimará] advirtió, como si no hubiera dicho lo anterior.

"Lo que digas" 

 Para disipar un poco sus nervios, aprovechó el tiempo para poner la mesa, dejando todo listo para cuando Louis llegara. Cuando escuchó el auto de Louis entrando en la cochera, sintió que iba a desmayarse ahí mismo. Respiró un par de veces antes de tomar su lugar en la mesa, para que Louis lo encontrara ahí.

La voz de Louis preguntando por él y por Cameron lo hizo sonreír. La casa estaba demasiado silenciosa que seguramente lo desconcertó. El propio Louis no tardó en aparecer en la entrada del comedor, sin el saco y la corbata, y el chaleco a medio abotonar.

Y así, su idea de una cena romántica se fue por la coladera. Había olvidado el hábito de Louis de ir quitándose casi una prenda con cada paso hasta llegar completamente desaliñado a donde sea que él se encontrara; en otras palabras, despeinado, con únicamente con la camisa (desfajada y con unos cuantos botones en su lugar) y sus pantalones. El pulcro hombre de negocios desaparecía al poner un pie en casa.

Aunque, bueno, él tampoco estaba tan emperifollado, vistiendo sus ropas habituales. Y en defensa de Louis, él no sabía lo que había sido preparado para él, y sabía que si le hubiera anticipado las cosas, su vestimenta habría llegado intacta al comedor.

Eso sí, no podía negar que, incluso así de desaliñado, se veía muy atractivo bajo la luz tenue del comedor.

—Bienvenido, cariño— saludó dejando de lado sus pensamientos, aumentando la confusión en los ojos azules de su esposo.

—¿Sucede algo? — preguntó inseguro, mirando a la mesa y los platillos en ella. Luego, sin aviso, su expresión decayó por completo y su piel adquirió una palidez mortal—. ¿Olvidé nuestro aniversario?

Fue su turno de hacer una mueca de confusión. ¿Cómo había llegado a esa conclusión?

—No, apenas vamos a iniciar septiembre— se corrigió Louis, perdido en sus pensamientos.

Who got the power? (l.s)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora