Capítulo 12

25.1K 2.3K 2.1K
                                    

Días de convivencia

El día que Louis regresó a su trabajo tras sus vacaciones, Harry ni siquiera supo en qué momento se quedó solo en la cama. Simplemente al abrir los ojos casi a las diez de la mañana, no había nadie junto a él.

Después tomarse un largo momento para relajarse en la tina, bajó para preparar algo de comer. Al poner un pie en la cocina, no pudo avanzar más debido a la sorpresa que gradualmente se transformó en un lío de emociones. No sabía si estar divertido, furioso o enternecido, por el desastre frente a él.

La estufa, que él había dejado reluciente la noche anterior, tenía manchas de aceite quemado por todos lados y restos de comida chamuscada. En la tarja, que se suponía debía estar vacía, había un sarten con algo quemado, pegado como una segunda piel que, con sólo verlo, sabía que no tenía salvación; también estaba ahí el vaso de la licuadora con restos de un licuado viscoso. Eso sin contar como todo en la cocina estaba manchado por el licuado, en señal de que Louis quiso licuar sin ponerle la maldita tapa al vaso.

Eso debía considerarse un crimen.

Así que antes de poder cocinar algo tuvo que limpiar todo ese... acto de terrorismo. Por un instante sintió algo de preocupación hacia Louis, si había desayunado algo tras ese fiasco, pero alejó su mente de ahí.

"No debe de importarte lo que le pase" recordó su subconsciente.

Cuando finalmente terminó, sus ganas de cocinar e incluso su apetito se había ido. Eso no habría pasado si aún fuera soltero y su espacio fuera solo para él. Ah, maldita sea. Sólo para no tener el estómago vacío comió un poco de cereal.

Por suerte el resto de la casa seguía intacto y no tuvo que limpiar de más. Aprovechó para trabajar un poco en su jardín, podando en pasto y regando los brotes de las semillas que plantó. Quería un jardín bonito, lleno de todo tipo de flores.

Horas después, un par de horas pasado medio día, escuchó a alguien llegar. No se movió de su lugar en el sofá, donde veía una película, cuando escucho el tintineo de unas llaves y la puerta siendo abierta. La única persona que tenía llaves de la puerta, además de él, era Louis.

—¿Qué haces aquí?— preguntó en cuanto lo vio por su visión periférica.

—Es mi casa— respondió Louis, obvio, pero al ver su rostro serio agregó:— Es mi hora de comida.

Ay.

Harry quiso darse topes en la pared más cercana. No había cocinado nada todavía, en su hábito de ser solo él. Estar casado era muy problemático.

—Creí que no regresarías hasta la noche— dijo avergonzado.

—Ya veo, fue mi error por no avisarte antes— Louis se encogió de hombros—. Mi madre nos acostumbró a mi padre y a mi a regresar a casa para el almuerzo. ¿No es así en tu familia?

—Para nada— bufó divertido —. Sí hubo un tiempo cuando mi padre lo hacía, cuando yo era un niño todavía, pero una vez crítico la comida de mamá y ella se enojó. Pelearon y dejó de comer con nosotros.

Louis, lejos de parecer divertido como él, tenía el ceño fruncido con molestia.

—Olvídalo — rodó los ojos. Entonces recordó algo—. Por cierto, ¿Quieres decirme por qué la cocina era un desastre esta mañana?

La molestia de Louis se esfumó por completo de su rostro, siendo reemplazada por la vergüenza. Harry sonrió internamente.

—Intenté hacer un omelette, incluso busqué una receta paso a paso— comenzó a explicar, apenado—, pero no se que salió mal y se quemó por completo.

Who got the power? (l.s)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora