Capítulo 16

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Enseñando una lección de vida

—¿Y por qué tienes los ojos rojos?— insistió Louis, mirándolo fijamente —. Esta vez quiero la verdad.

—Ya te dije que me drogué— murmuró de mala gana.

—Harry...

—No me pasa nada— respondió con fastidio, azotando el tenedor en el plato—, sólo me acabo de enterar que mi mejor amigo va a ser papá y que aparentemente son una mala influencia, lo peor es que no me lo dijo él.

Todas esas malas emociones llegaron a él de regreso como una avalancha, siendo la ira la que más predominaba. Ahora quería ir a casa de Liam y decirle hasta de qué se iba a morir por ser un mal amigo.

—¿Quién te dijo eso?— preguntó desconcertado. 

—Zayn— rodó los ojos—. Lo que más me molesta es que tiene razón, ¿qué puedo enseñarle a un niño que no sean groserías y descortesías? Nada.

—Amor...— Louis trató de calmarlo, pero necesitaba sacar todo eso de su pecho.

—Pero intentaría mostrarle la mejor versión de mí a ese niño porque es el hijo de mi mejor amigo, me esforzaría por dar un buen ejemplo— su voz se rompió en un sollozo—. Pero ni siquiera puedo intentar porque no me quieren cerca.

—Harry...

—Te prometo, Louis— interrumpió bruscamente a su esposo, casi desesperado—, que me esforzaré por ser un buen padre para nuestros hijos .

Harry se dio cuenta de lo que había salido de su boca hasta que la última palabra salió y la reacción de Louis lo sorprendió, que incluso cortó de golpe su vergonzoso número. Louis tenía los ojos brillantes y su sonrisa era tan amplia que hizo que se formaran arruguitas en sus ojos.

Se preguntó si, de alguna manera, se había vuelto estúpido o qué lo había impulsado a decir semejante babosada.

Pero su mente lo traicionó (probablemente culpa de su omega, que se había mantenido más callado de lo normal) mostrándole escenarios imaginarios de él con un vientre abultado haciendo con Louis cosas típicas del embarazo, como arreglar la habitación del bebé, eligiendo nombres, comprando ropa y pañales. El que caló más profundo en él fue la imagen de Louis pegado a su vientre, hablándole a su hijo.

—¿Quieres que tengamos hijos?— preguntó Louis con alegría, esperanza y sorpresa. Harry levantó la cabeza todavía sonrojado y se encogió de hombros tratando de mostrar desinterés.

—Supongo que sí — se aclaró la garganta, y volvió su vista a la comida —. En algún futuro, quiero decir.

La sonrisa de Louis no desapareció en el resto de la comida.

El regreso a la empresa fue silencioso, era como si Harry se hubiera desconectado de sí mismo y anduviera en modo automático, pero de su mente tenía en bucle esa última imagen ficticia. No era como si fueran a tener hijos pronto. Corrección, no era como si fueran a tener hijos.

En el estacionamiento, Louis le dijo que se llevara el auto porque no tenía confianza de que anduviera solo en taxi. A regañadientes aceptó, únicamente porque no tenía ánimos de pelear y tras despedirse de él con un casto beso en los labios, lo vio alejarse a paso rápido. Entró al auto y cerró la puerta con más fuerza de la requerida, pegó su frente con el volante y se regañó peor que una madre por actuar sin pensar.

Who got the power? (l.s)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora