El niño que quería ser el mundo entero.

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En un tiempo que quizás nadie llegó a conocer, existió un niño en una ciudad un tanto enorme.

Este niño tenía un solo sueño: "Recorrer todo el mundo", y esto era lo que le valía simplemente para llenar sus libros y cuadernos de dibujos y parábolas sobre el extenso y bastó mundo que lo rodeaba por más que él no lo viera.

El sentía que podría ser un gran corredor por el mundo, con la única meta de concebir cómo es que existe el mundo y donde se encuentra cada parte de este.

El un buen dia le dijo a sus padres que ya no aguantaba estar encerrado en una jaula de oro con lujos y con bendiciones fabricadas por una gran empresa de padre y una gran burbuja de sobre-protección de mamá.

Sus padres simplemente no le creyeron cuando el menciono que se iria para siempre de su casa y que no regresaría ni siquiera a verlos si no lograba recorrer todo el mundo y lograba palpar cada parte de este, el juraba que al caer la mañana el ya no estaría en su hogar pues para ese entonces ya se habría ido a buscar sus ideales a otro mundo diferente al llamado "Hogar".

Al día siguiente, sus padres como siempre le llevaron el desayuno a la cama con la esperanza de que en ese momento dejará de tener todas esas ideas locas en su mente... Aunque para su sorpresa su pequeño hijo de 15 años ya no se encontraba en su cama como de costumbre.

Pensaron y pensaron y duraron que pudiese irse a recorrer el mundo como él lo aseguraba, así que mandaron a todas las personas a su disposición que pudieron para emprender la búsqueda de su pequeño gran prodigio de mente.

No lo encontraron, pues el ya se encontraba muy muy muy lejos de su hogar, pasando hambre y frío en el mundo que siempre lo miraba a la cara y lo escupía gracias a que tenía una edad muy corta.

Por la casualidad que el universo brinda se encontró con una familia no tan adinerada como la suya pero tampoco de una posición económica tan deleznable como para sentir pena por ellos.

La preciosa chica que era el sostén del hogar le pregunto el porqué de estar solo y abandonado en medio de una extensa ciudad de peligros inmensos a pie de puerta. La chica escuchó toda la historia del pequeño y se ofreció a pagarle el viaje de regreso a su casa, diciéndole una enorme moraleja para su propia enseñanza:

--"Para saber sobre la vida, no siempre es necesario vivirlo en carne propia, basta con el consejo de alguien que ya lo hizo y que te pueda transmitir un poco de esa sabiduría."--

Al regreso a su hogar, llegó tan audaz y alegre que abrazó a sus padres como solo un hijo lo sabe hacer y les dijo:

--"Si merezco un castigo lo aceptaré con mucho gusto, pues eso me enseñara a no valerme por mí mismo, ya que siempre un camino es menos pesado si tienes alguien con quien recorrerlo"--.

-VT

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