Luna y Sol.

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Desde que los humanos se han puesto a mirarlos. Dejara ver la desdicha y la frustración que le causan a dos enamorados el paso del tiempo.

El sol, ha existido desde antes que las personas creyesen en dios, también, ha sido la causa de admiración y lucha para algunas religiones, aunque no siempre fue así.

La gran estrella, era dueño de los planetas pero le encantaba bajar a uno en especial, eso si, sin abandonar a los otros.
Para ello, el gran sol se volvía de diferentes figuras y expresiones que solo el podía entender.

Un día, el tiempo se le fue de las manos y se quedo mas tiempo del que debía en la Tierra, ya era muy tarde y realmente no sabia lo que le deparaba.

—Oh, valla... Se me ha ido el tiempo de las manos... —Se dijo el sol, al presenciar como el agua de una cascada caía, realmente era un paisaje hermoso, tanto que el sol se enamoró de este.

Aun cuando sabia que ya era tarde, solo se quedo un poco mas, el siempre tenia el miedo de que cuando se fuera, su planeta adorado ya no fuera el mismo.

Cuando se preparó para partir, vislumbro en la gran noche una pequeña dama, de cabellos plateados y de una tez color grisácea. Desgraciadamente, ya no podía quedarse mas, así que de un gran salto regreso a las alturas.... a sus aposentos.

—¿Quien habrá sido ese chico? —Dijo la Luna, la bella chica había quedado maravillada por el brillo que el chico dejó mientras se alejaba al cielo de la noche.

De un momento a otro, ella había quedado enamorada, enamorada de aquel que brillaba con la furia de lo que la Luna sentía en el corazón... ¿Era el amor quizás?.

La Luna, aun atiborrada de actividades se daba un pequeño tiempo para recorrer la Tierra, ella estaba pegada a este planeta así que, aun con sus virtudes y defectos se enamoró de esto que llamaba "Su paraíso"

—Esto podrá ser... — La Luna, tomo en sus manos un pequeño rayo de sol, lo había encontrado cerca de la cascada. Brillaba con muchísima fuerza, tanto que le dio a la Luna ganas de brillar también.

Esta lo hizo, dejando en su lugar grandes destellos blancos, un blanco tan puro que la humanidad nunca llegará a encontrar en otro lugar que no sea la Luna.

—¿También se volverá un Humano cuando el viene a la Tierra? —Se cuestionaba la Luna, ya que el Sol también dejó huellas de pisadas resplandecientes a su paso.

Era hora de volver para la Luna, pronto aparecería la cálida mañana y ella tenia que descansar.

—Amiga! No marches aun! —Grito el Sol con todas sus fuerzas, pero ya era demasiado tarde, la noche la reclamaba y esta no tenia otra salida mas que dejarle en un rayo de Luna un mensaje, algo que al Sol le haría quebrar en llanto.

"Solo así te puedo hablar... pero... ¿Quieres saber un secreto?. Me gustas muchísimo, espero cada momento del inicio de la Noche poder Verte."

—Luna... Luna... No... —El llanto era inevitable, hasta ese momento el había perdido mas de lo que había tenido nunca. La soledad del espacio mismo era muy fría... Pero el corazón del Sol sentía que se hacia menos cuando Luna estaba en su vista.

—Espera... ¿Y Si?... —Sol sacó un manto de estrellas, con estas, hizo un plan increíble, escribió en cada una de ellas las maravillas que había visto mientras tenia vida, y le ordenó a cada una de ellas que acompañasen a la Luna a donde quiera que esta fuera.

Sol se puso a rogar a la vida misma una oportunidad, la oportunidad de poder estar con la persona que amaba.

Mientras tanto, las estrellas recorrieron cada parte del universo, algunas se perdían, y algunas se quedaban en otras aguas, pero la gran mayoría llego a manos de la Luna, estas simplemente le dijeron.

—Oh... Luna, veo que estas muy triste por no ver a Sol, pero tenemos algo para ti de su parte! —En coro, cada una de las estrellas comenzaron a cantar las vivencias de Sol, haciendo animar cada día mas y mas a Luna, hasta que el momento llego.

Era la Hora, era algo que los demás astros hacían, pero que por alguna razón ella nunca se había dignado, aunque esta vez era diferente.

—Luna... ¿Puedo pasar aunque sea un momento?...
—Oh... Dios mio... Eres tu... ¿Mi Sol?

El tiempo se detuvo, Sol quedó delante de Luna, ellos cruzaron la mirada mas hermosa que el mundo jamas ha concebido. En un momento ellos estaban tan cerca que podían mirarse.

Los dos, de un momento bajaron a la Tierra, pudieron encontrarse sus cuerpos y se fundieron en un abrazo colosal, no se podía distinguir quien era quien por su tremendo brillo. Lo que si pudieron decir era que se sentía el amor en el universo, tanto que los demás planetas cerca de Sol y Luna formaron una Fila perfecta, para poder admirar como estos dos astros se entregaban al amor eterno.

—Mi Luna... Prometo que algún día regresaré, y volveré a estar contigo... Aunque si no lo hago, no quiero que estés tris... —Luna Interrumpió las palabras de Sol con un Beso lleno de Determinación.

—Si no regresas, yo iré a buscarte, tontito. —En ese momento sol se alejo, con una promesa de volver a estar juntos en algún momento de lo que les quedaba de vida.

Es por esto, que cuando Luna se cansa de estar lejos de Sol, o Sol se cansa de estar lejos de Luna, uno eclipsa al otro para poder verse y darse un beso de amor, aunque sea por un minuto.

También, cuando los planetas se Alinean, es porque se toman un tiempo de sus vidas a reverenciar el amor tan grande que existe entre estos dos... el amor de Luna y Sol.

-Escrito por Alexander Vi Teru

-Inspirado en la leyenda de las gatas Carey, las cuales según la historia, tienen la piel con rasgos dorados gracias a que el Sol, al considerarlas seres perfectos, se convirtió en una de ellas, y dejando en su piel su esencia ... 

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