8. Presentación.

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El rechinar de las puerta hizo que me despertara, abrí los ojos pero los cerré al instante al sentir el impacto de la luz.

-Cuidado mi niña, no se te vayan a quemar esos hermosos ojos.

-Sophie, buenos días-me levanté de mi lugar guardando los folder en uno de los cajones de la mesa-. ¿Podemos hablar?

-Claro, pero ve a cambiarte, yo los cuido.

Asentí con la cabeza y caminé hacia la puerta, pero me detuve dejándola entre abierta.

-¿Cómo sabias que estaba aquí?

-¿No es obvio?-preguntó indiferente-. Era lógico que estos pobres chicos terminaran en la enfermería y que tu o Dalí se quedarian a cuidarlos, de milagro no los mataron.

Sonreí. Crucé la puerta y subí a mi cuarto, al entrar me dirigí al baño para abrir la regadera y dejar que se caliente el agua.

Salí del baño por mi ropa, abrí el ropero y comencé a pasar los ganchos. Mire la hora 6:30 am, era un poco temprano para despertar a las chicas y además era Sábado, la regla de las 8:00 am no aplicaba los fines de semana, en estos días se aplicaba la de las 9:00 am.

Me decidí por un pantalón negro con una playera a los hombros azul rey con unos tenis del mismo color.

Me metí a la ducha dejando que la lluvia artificial recorriera mi cuerpo, llevándose toda la suciedad que traía del día anterior. Después de diez minutos salí con dos toallas, una en el pelo y la otra al rededor de mi cuerpo, me puse crema, perfume y mi ropa.

Una vez ya cambiada salí de la habitación, baje las escalera con dirección a la enfermería, al entrar me encontré con Shopie sentada en frente de la mesa, donde había guardado los folders, sentí que la sangre se me helaba, no podía permitir que los viera... Aún no.

-¿Qué tienes?-preguntó parándose de la silla-. Parece que viste a un fantasma.

-¿Qué?... No nada, estoy... Estoy bien- traté de hablar normal.

-Bien, ¿De que quieres hablar?

Me acerque a ella sentándome en la mesa, colocando mis pies enfrente de los cajones, impidiendo que pueda abrir alguno de ellos.

-¿Por qué no nos dijiste que eran hombres?

-¿Por qué? O ¿Para qué?

—Pues me dijiste que eran mujeres.

—Yo nunca dije eso.

—claro que si—le reproché—. Te pregunté cuantas eran.

—Tu preguntaste cuantas personas eran, nunca preguntaste su sexo.

Me quedé callada pues era verdad.

—¿Pero no crees que es incómodo?

-¿Incómodo?-se volvió a sentar en la silla.

-Si-hablé con obviedad.

-¿Por qué?

-Pues... Somos mujeres... Ellos hombres... En el mismo instituto...

-Solo estarán aquí por un tiempo.

-¿Y cuanto es ese tiempo?- pregunte dudosa.

-Uno o dos meses, dependiendo.

-¡Uno o dos meses!-salté de la mesa-. ¿Por qué tanto?

-Ya te dije, dependiendo- odiaba que siempre evitará mis preguntas o que me contestará con las mismas palabras que había dicho antes.

Experimento Secreto (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora