El aire era frío y las nubes estaban de un color grisáceo dando señales de que se acercaba una tormenta, el pasto era verde y se extendía en la distancia.
—"Yo te esperaba... Imaginado a ciegas el color de tu mirada... Y el timbre de tu voz, muerta de miedo... Le rogaba al cielo que te deje... Llegar lejos... Mucho más que yo..."
La mano de aquella mujer tan hermosa acariciaba el cabello de la pequeña, mientras esta miraba al cielo con la cabeza recargada en las piernas de su madre.
Era de noche, las estrellas brillaban a más no poder haciendo un hermoso contraste con el color azul oscuro.
—No lo olvides mi pequeña princesas—susurró en su oído—. Eres fuerte y puedes lograr cualquier cosa que tu quieras.
Daniela sonrió al escuchas las palabras de su madre. Se levantó lentamente y con cuidado se sentó en el regazo de su madre perdiéndose en sus hermoso ojos que destellaban un brillo incomparable.
—Me gustaría haber tenido tus ojos—habló con honestidad.
—Daniela—rió—. Tienes los de tu padre.
—Pero los tuyos son negros—hizo un puchero—. Son más bonitos y no son muy comunes.
Su madre sonrió y le acarició la mejilla.
—Tu eres hermosa así como eres.
Daniela sonrió y se acurrucó en el pecho de su madre, oía el latido de su corazón a un ritmos ligeramente acelerado.
Cerró sus ojos dejándose llevar por los demás sonido, escuchando la melodiosa voz de su madre que le seguía cantando.
—"El mundo es como es... Y no puedo cambiartelos... Pero siempre te seguiré... Para darte una mano..."
... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
—¡Daniela!
Abrió los ojos de golpe, sentía las mejillas húmedas, estaba llorando, la imagen de su madre se apareció ante sus ojos.
—¿Daniela, estás bien?—preguntó Aliyah.
—S-si—respindió dudosa, paso la palma de las manos por las mejillas tratando de quitar rápidamente las lágrimas.
Aliyah se sentó a su lado, le dio un cálido abrazo y se acostaron.
Daniela sentía un sabor amargo en su boca y un gran nudo en su garganta, sus ojos comenzaban a hincharse ya no lloraba, pero aun así se sentía vacía y sola.
Prometiste nunca dejarme sola, y sin embargo lo has hecho.
[...]
2 semanas después...
—¡Daniela! ¡Fernanda!—gritó Jane—. Suban.
Estaba a un metro y medio de altura, sobre un cuadro de combate azul de 5 metros con un borde rojo de 1 metro por lo mucho.
ESTÁS LEYENDO
Experimento Secreto (Pausada)
Sonstiges5 mejores amigas son arrastradas a la misión más importante de su vida, donde descubrirán secretos de su pasado, para ello son forzadas a compartir su hogar con un escuadrón distinto al suyo, donde experimentaran sentimientos que nunca habían tenid...