Sé que es temprano cuando no hay luz luchando para escabullirse entre mis persianas blancas. Puedo oír el sonido de la lluvia golpeando contra el cristal de la ventana y dejo caer mi mano sobre el despertador. Me encontraba mareado y sabia perfectamente que no se trataba de alguna resaca de la noche anterior, ya era costumbre que a esta hora mis neuronas trataran de acomodarse. Así que podría relacionarlo con el mismo efecto que me daba ese viejo whisky encima de mi escritorio, mi pequeña compañía de las madrugadas. No puedo soportar el desayuno tampoco, aunque sabia que eso le jugaría una mala pasada a mi estomago con el pasar de las horas. Estiro mis brazos detrás de mi cuello y comienzo a vestirme. El otro yo, el que existe después de las 8 de la mañana, se sentó de nuevo sobre la cama, dejando que el amanecer lo consumiera por completo.
La pastelería se encuentra más adelante, su pintura azul parecía brillar con los primeros rayos del sol y puedo ver como las gotas de lluvia se aferran sobre el letrero del lugar. La acera que seguramente se agitará en unas horas, se encontraba silenciosa y lo único que podía oír eran mis fuertes pisadas sobre ella. Mi rostro sonríe ante la imagen que me da la ciudad a pocos días de que comience la primavera, estaba preparado para ver destellos amarillos y rosados durante la nueva estación. Aunque no tengo prisa, sigo caminando, mi destino es la estación de tren que podía divisar a pocos metros de allí.
Entre medio de la multitud, creo en moverme por mi propia voluntad, uno de muchos pero siendo todavía yo mismo. Para un observador, soy alguien más que forma parte de las masas. Con la llegada del tren, nos movemos como un cardumen de peces, dirigiéndonos hacia nuestro destino, sin importar que fuera el mismo. El humor de la gente se arremolinaba en corrientes invisibles debajo de sus oscuras miradas, entre tantos rostros no se podía divisar una ligera sonrisa o algún otro gesto, no había nada allí que podría descifrar sobre ellos.
Negué con la cabeza y sonreí mientras tomaba asiento al lado de la ventana, me relajé y pude sentir una calma absoluta, ni un sonido podía escucharse cerca ni tampoco en la distancia, quizás algunos susurros y conversaciones por teléfono de un grupo de personas a pocos centímetros de mi, pero no eran lo suficientemente ruidosos para estorbar el ambiente. Cerré los ojos hasta que mis sentidos volvieron a despertarse, mis ojos se posaron en aquel joven que caminaba hacia mi dirección. Se sentó frente a mi sin dejar de observar la pantalla de su celular, su cabello castaño lucia suave, sus facciones eran delicadas y definidas. Su sonrisa desaparecía y volvía en cuestión de segundos, parecía estar entretenido. Mientras lo observaba más, se volvía cada vez mejor. Sus ojos se cruzaron con los míos y sentí como mi respiración se acortó en ese mismo instante. Eran oscuros y profundos, acompañados de gruesas pestañas que pestañeaban lentamente. Su mirada era dulce y amable, logrando que una sensación de calidez invadiera mi pecho. También note sus piernas largas, seguramente era un poco más alto que yo. La palidez de su piel me recordó aquel invierno de cuando era más pequeño, cuando mi madre todavía estaba conmigo y solíamos jugar juntos entre la nieve.
Busqué entre mis recuerdos su rostro pero jamás lo había visto. Era precioso, absolutamente precioso. Cuando las puertas se abrieron, recordé que ya era tiempo de bajarme así que tomé mi bolso y corrí detrás de la multitud. Me quedé allí, observando como las puertas se cerraban y también lo observé a él, quién ahora se encontraba detrás de ellas.
Me sonrió.
Sonreí igualmente.
Los días de primavera no tardaban en llegar.
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Say It (JAEYONG)
FanfictionMi cuerpo es débil al tratar de alcanzarte, mi corazón duele al ver que no logras escucharme, quizás no soy alguien tan importante. ¿Por qué simplemente no lo dices?