Pink.

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Odiaba el invierno desde pequeño, siempre en compañía de largos periodos de dura soledad y de congelamiento. Recuerdo sentarme en la esquina más oscura de mi habitación, con ambas rodillas pegadas a mi pecho y mis manos temblando con pequeños fragmentos de esperanza. Llevaba esperando dos horas o más, mi mente se encontraba en blanco y solo quería saber del estado de mi madre, si había sido capaz de soportar tal operación. Deseaba estar en sus brazos de nuevo y me lo había prometido, ella nunca me mentiría. Me recosté suavemente sobre la fría superficie del suelo y podía sentir la cálida respiración que se enroscaba entre mis labios. Fuertes y lentos pasos se acercaban a mi puerta y la perilla dorada giró, el rostro de mi padre completamente gris y sus ojos negros transmitían sensaciones de color azul, sus labios hinchados y su barbilla temblando sin parar. No se escuchó una palabra, ni un susurro hasta que me acerqué a él y note como su puño escondía algo, se negó a mostrarme que tenía escondido pero cuando sus lágrimas hicieron presencia, pudo abrirlo y se dejó caer en el suelo. Era el collar de mi madre con una pequeña flor de lirio grabada dentro del mismo, su flor favorita.

"Se ha ido, Taeyong. Lo siento...¡No sabes cuánto lo siento!", las únicas palabras que salieron de los labios de mi padre, quién no dejaba de temblar y aquellos gritos desgarradores aún podían escucharse con el pasar de las horas.



Odiaba el invierno, lo odiaba completamente.

Había aprendido todo de mi madre y gracias a ella aprendí el significado de las flores. La flor de lirio, símbolo de dulzura y de la modestia, exactamente como era ella. Su piel blanca y sus rasgos definidos, creía que era la mujer más hermosa de todo el mundo y aún lo sigo creyendo después de tantos años. Su sonrisa, sus mejillas rosadas y la calidez de sus abrazos, lo que daría por sentirlos de nuevo.

Me desperté sobresaltado en el momento que mis pies patearon un ramo de rosas en la esquina del mostrador, maldecí en voz alta y volví a sentarme en la incómoda silla de madera. Desde hace unas semanas la tienda había sido remodelada pero mi padre no fue capaz de pensar en la comodidad de su hijo, no me sorprendía en lo absoluto. Con la llegada de la primavera, los clientes no paraban de llegar y ya estaba harto de darles recomendaciones románticas, pero que más daba ya que ese era mi trabajo. Mire el gran reloj ubicado sobre la puerta y faltaba una hora para volver a casa, pensaba en pasar por la pastelería y comprarme uno de esos deliciosos pasteles de manzana que solía preparar la Sra. Henkins, mis encantos lograban hacer que me regalara una pieza extra. Estiré mis brazos detrás de mi cuello y me relajé de nuevo, pero eso no duro mucho ya que alguien entro lentamente por la puerta, casi asomándose con timidez. Mi cuerpo se paralizó y no podía creerlo, era Jaehyun y caminaba hacia mí. 

-¿Todavía esta abierto?- preguntó tímidamente- No esta el letrero y solamente pase por la puerta sin permiso alguno...

-Si, todavía puedes entrar- respondí alegremente-¿En que puedo ayudarte?

Estaba a punto de marearme y mis manos comenzaban a sudar, así que las escondí debajo del mostrador.

-Estoy buscando algunas flores para mi novia, se acerca su cumpleaños y pienso sorprenderla. Aunque no sé si sea algo anticuado y tonto- sonrió tiernamente, unos hoyuelos se formaron en sus mejillas-¿Puedes ayudarme?

Recordé la escena del día anterior, estaba con una chica esa vez. Una bella chica de cabello negro y mucho más baja que él, como podría haberlo olvidado...

-No te preocupes, viniste al lugar indicado- respondí rápidamente y me alejé del mostrador, quede frente a él y era unos centímetros más alto que yo. Sus piernas eran largas y su mirada algo intimidante pero inocente a la vez.

Le indiqué con la mirada que me siguiera hacia un costado, donde había una gran variedad de flores para elegir. Cada una con sus respectivos nombres y variaciones de colores y aromas.

-Aquí tienes orquídeas, las blancas suelen representar enlaces entre las parejas, específicamente en las bodas- señalé hacia la izquierda- Allí están los tulipanes, las margaritas, narcisos y también las magnolias. También puedes ir por el clásico, las rosas rojas o blancas, siempre suelen tener buenos resultados- sonreí de nuevo- ¿Cuál te gusta más?

-Me gustan aquellas- señaló hacia una esquina- ¿Acaso son claveles de color rosa?-dijo algo asombrado- Son preciosos y lucen del mismo color que tu cabello, muy bonitos.

-¿Cómo mi cabello?- pregunté algo sorprendido debido a ese inesperado cumplido, aunque no sabía si había sido uno exactamente.

-Aunque tu cabello luce como un rosa más claro, pero lucen igual que tú- repitió una vez más- ¿Qué significan?

Lo mire en silencio por unos segundos hasta que pude dejar que algunas palabras salieran de mis labios.

-Simbolizan el amor, ya sea de una madre o de un amante...tienes razón, son preciosos y estoy seguro que a tu novia le gustarían- respondí casi en un susurro y con la mirada baja. Jaehyun solamente se quedó mirándome en silencio.

-Creo que iré por lo clásico entonces, te encargaré un ramo de rosas rojas.

Se acercó al mostrador de nuevo, apoyó una mano sobre su mejilla izquierda y sonrió ligeramente, no pude evitar sonrojarme debido a ello. Anoté su nombre y su número de teléfono, termine de escribir sus datos y volví a dirigir mi atención hacia su rostro, su mirada me ponía algo incómodo y no sabía la razón.

-¿Cuál es tu nombre?- preguntó en un tono curioso.

-¿Por qué quieres saberlo?- me acerqué un poco desde el mostrador y note que sus ojos bajaron a mis labios  por unos segundos.

-Porque me ayudaste hoy, me salvaste de un catastrófico momento- respondió con una bella sonrisa en su rostro- Aunque si no quieres deci-

-Taeyong, mi nombre es Taeyong- lo interrumpí rápidamente- Gusto en conocerte.

-Yo...soy Jaehyun- respondió tímidamente- Un gusto igualmente, entonces...pasaré el lunes por la tarde. Nos vemos hasta entonces- saludó con una mano en alto y salió casi corriendo del lugar.

Me quedé en silencio y mi cabeza trato de procesar lo que había pasado en los últimos diez minutos. Aunque en lo único que pude pensar,  fue en si realmente lucia al igual que aquellos preciosos claveles rosados. 

Say It (JAEYONG)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora