Capítulo 10

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Se encuentran en el aeropuerto. Tina está muy nerviosa, llevando la maleta hacia la cola de facturación; su madre va trás ella con Pol. Tenía marcas en las manos y no se acordaba muy bien de lo que pasó anoche, solo recuerda un pinchazo de su madre, nada más. La medicina había sido entregada seguramente a propósito; la llevará a analizar. París, vuelo boing E-351, 12:30 am. Hay una cola inmensa. Tina visualiza a cada uno de los pasajeros. ¡Madre que pintas lleva aquel, y ese y ese otro!. Buff. ¡Parecen terroristas!. Piensa ella mientras espera en la cola. Consigue atraer las miradas de varios chicos. Es muy guapa y tiene una estatura de modelo. Pero le asusta, que los terroristas, como ella los llama, se fijen también en ella. Le parece siniestro. Avanzan poco a poco, hay demasiada gente en el aeropuerto, yendo de un lado para otro. Allí podrían estar espiándola ahora mismo o esperándo a atacarla, pero tienen esa fé de que no saben donde se dirige, ni donde se encuentran ahora mismo. Tantos aviones, tantos vuelos... París su destino. Susan le explica que no debe perder el pasaporte y que cuando aterrice le esperará su tía allí.

Pasan los minutos y la cola avanza poco. Tina se aburre, tiene ganas de estar montada ya en el avión, de cerrar los ojos, y al abrirlos observar alguna parte de París desde la ventanilla; quiere perderse en las nubes, saborear la libertad que produce, como un pájaro que puede ir donde quiera y surcar los cielos tanto como pueda. París, la ciudad a la que le envían será un sitio de recreo, donde pueda olvidarse de todo lo que ha pasado en los últimos días, una especia de terapia; conocer a alguien, alguien especial, salir, divertirse. La tía de Tina es muy liberal, le dejará hacer todo lo que quiera, si es responsable.

       Susan avanza con su hija y facturan las maletas, que se van por la cinta hasta la bodega del avión; después de eso, se apartan de la cola y llega el momento de la despedida; su madre y Pol no pueden pasar dentro. Tina los mira con ojos llorosos, primero a Pol y luego a Susan. Abraza a su hermano tan fuerte que se queja, este le responde igual. Comienza a llorar, los echará de menos. Susan la mira nerviosa, metiéndole la camisa por dentro de la sudadera; luego la abraza, no sabe cuando volverá a verla, hasta que sea oportuno. Su madre también comienza a llorar y le dice unas palabras al oído: No pienses y entretente, llamame cuando aterrices y ante cualquier problema. Después se sueltan poco a poco y Tina comienza a caminar hacia adentro, al control de seguridad, mirando de vez en cuando a su familia; con ojos llorosos, se quedan observándola hasta que no logran verla. Echa la cabeza de nuevo atrás para verlos, pero no puede. Lleva una mochilita en la espalda, donde lleva un portátil, cargadores y dentro de mucho papel de aluminio lleva un cuchillo, de los grandes que se utilizan para partir la carne. Eso no se lo ha puesto ahí su madre, sino ella misma. Tiene el control delante de sus narices. ¡Seré estúpida, me lo van a pillar!. Abre la mochila y con disimulo lo tira a un contenedor cercano; está tan envuelto en papel que no se puede averiguar lo que es. Por miedo, por nervios. Todo por miedo. Camina hacia el control, deposita la mochila en las cintas, que a continuación, obsercan todo lo que hay en ella por ordenador. Después pasa ella, por un arco de control, que pita si llevas cualquier cosa de metal. No dá pitido. Recoge su mochila y una vez dentro de la zona de embarque, decide pasearse por las tiendas. Aún le queda tiempo. Va a una librería y observa algunos de los temas, revistas, libros, hasta videojuegos y películas. Coge una revista de moda, de famosos, de todo en general y la compra. Camina hacia su puerta de embarque, para esperar ya allí. Se sienta en una de las butacas. Está abarrotado. Muchos chicos la miran de arriba a abajo y Tina se incomoda un poco. Aparta la mirada de todos ellos y se centra en ella. Los recuerdos le azotan la memoria, sus compañeros muertos, al menos fue de forma rápida; ella viva, ella perseguida, ella acosada. Algo tenía que haber detrás, o simplemente el hecho de que saliera con vida y quieran jugar con ella un poco. O no. Se levanta y necesita ir al baño, esta vez va con miedo, pero sabe de sobra que si pega una voz se presentarán corriendo, hay muchísima gente y seguro que en los baños también. En efecto el servicio más cercano a ella, está abarrotado. Entra en uno que está libre. Cuando sale, se mira en el espejo y se peina un poco al igual que la mayoría. PUMMM. La puerta del servicio se cierra con fuerza y todas las mujeres y chicas se asustan de tal portazo. Una de ellas, va hacia allí e intenta abrirla. Mira a las demás sorprendidas. Vuelve a intentarlo, con más energía. Tina sorprendida, se imagina lo que va a pasar. ¿La han cerrado por ella, o acaso alguna de las que están ahí tiene algo en común con ella?. Se escuchan ruidos encima de sus cabezas, en el techo. Un gas de color verde comienza a salir lentamente. Todas se asustan y se vuelven histéricas, corriendo hacia la puerta, pegando con los puños y pidiendo auxilio. Tina, nerviosa, hace lo mismo que el resto. Son muchas y el sevicio es enorme. Pegan tantas voces que se van a quedar hasta sordas. La jaula perfecta. Tina empieza a empujar para salir del alboroto, y va hacia al espejo. Lo observa detenidamente. El gas sale con más fuerza ahora. Tina se asusta más. ¿Van a axfisiarlas, dormirlas?. Mira al techo preocupada mientras intenta pensar ante aquel caós. Se han vuelto locas. La cobertura en los móviles se va. Tina, sorprendida, imagina que es un truco de los de antes y empieza a pensar como el enemigo. Respira hondo para trannquilizarse. Estamos atrapadas. Hay un gas saliéndo de los conductos de ventilación, tienen que estar observándonos desde algún lado; y del techo no es. Decidida y con la respuesta del puzzle ya en la cabeza, toma la iniciativa del grupo y da una voz. - ¡Eh, todas tranquilitas que vamos a salir de aquí! -. Varias giran la cabeza y se quedan mirándola, pero la mayoría han perdido los nervios. El gas sigue invadiéndolo todo, lento pero amenazante. Arrima su cara al gran espejo del servicio y entonces echa su aliento en una pequeña parte, produciendo vaho. Con el dedo, y en letras mayúsculas Tina escribe: Hijos de puta. Con una sonrisa en la cara, observa el espejo y se ríe. Levanta el brazo y les enseña un dedo. Después con voz temblorosa pero haciéndose escuchar les dice a todas las demás...  - Quiero que todas se pongan frente al espejo y lo golpeen con todas sus fuerzas, con cualquier cosa. ¿Entendido? -. Todas la miran con duda y luego observan el gas al fondo. El gas no nos matará, solo duerme. ¿Quieren hacer perdernos el tiempo?. Todas la obedecen, hasta las mujeres mayores y comienzan a golpear el cristal con fuerza. Varias de ellas se suben al lavabo y golpean el cristal con las piernas. Tina le asesta puñetazos con tanta energía que le duelen los puños y en más de una ocasión cree haberse roto algún hueso. Sin éxito, va hacia el vater de en frente y mira detrás de la puerta. No hay nada. Cuando dirige la vista hacia más de la docena de mujeres golpeándo el cristal, consigue ver un rallajo en una parte. El gas las alcanza poco a poco y algunas caen desplomadas al suelo. Motivadas por ello, lo golpean con más fuerza gritando. A algunas les sale sangre de los puños. En escasos minutos se escucha un CRAC, fuerte. Instantaneamente se echan atrás los más rápido que pueden y el cristal se parte, desplomándose sobre ellas. Los trozos calléndose al suelo y partiéndose en trozos más pequeños. Tina las mira a todas ellas, para ver si han sufrido daños; solo dos tienen algún corte en la mano. Echa la vista al frente, como todas las demás, con el gas ya en sus propios ojos. Tienen que esforzarse más en mirar. A Tina le dá un vuelco el corazón y empieza a entrarle mucho sueño. Antes de derrumbarse, consigue juntar fuerzas y camina hacia donde estaba el cristal. Una sala, con ordenadores y con varias personas mirándolas sorprendidas. - ¡Vamos, todas a por ellos! -. Grita Tina decidida. Sube el lavabo donde estaba el espejo y aterriza en la sala. Las observaban. La gente sobrecojida en sus asientos miran a Tina con miedo. Todas las demás, las que no se han desplomado al suelo atraviesan el lavabo y pasan a la sala. Tina, con un grupo de chicas y mujeres reunidas se dirige hacia esa gente. Se pone delante de un hombre como de unos cuarenta años y le mira asqueada. - ¿Habeís hecho vosotros esto? -. Este no le responde, y Tina le escupe en la cara. Todos observan la situación y nadie habla. Después, coge uno de los ordenadores, solo la pantalla y se la tira en la cabeza al hombre. Este cae en el asiento, aturdido.

   - ¡Vergonzoso! -. Grita una de las mujeres que está con Tina.

   - Os daremos un poco de nuestra medicina -. Dice una chica de una edad entorno a la de Tina.

    Una de ellas comienza a gritar y se dirige a una mujer sentada que estaba observándo la situación del servicio a través de un espejo, en el cual detrás, había una sala. Todos se alborotan y la gente miran asustados al grupo de mujeres. Salen corriendo en torno a la puerta. Muchas de ellas empiezan a pegar con puños y patadas a esa gente. Tina se ve envuelta en plena lucha. La gente de allí consigue escapar y las mujeres muy decididas, van a por las que están dormidas en el baño. Quieren poner denuncia y queja ante el aeropuerto. Tina, mirando la sala, se fija en algunos de los ordenadores, donde puede ver imágenes de ella escribiéndo "hijos de puta" en el espejo, y su cara burlona de haberles pillado. Acto seguido, ve el video de todas golpeándo a la vez el espejo. ¡Que brutalidad!. No puedo creerme esto, nos observaban, nos han metido un gas. En todo lo que pasa siempre estoy yo en medio. Tengo miedo, nose quién ha hecho esto ni porque, ni si está relacionado con todo lo anterior; si es así, si son ellos, los he vuelto a burlar una vez más.

Tiempo de miedosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora