La visita

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...

La atmósfera que se había creado entre el pelirrojo y el azabache era increíblemente silenciosa, ninguno de los dos decía nada, simplemente se concentraban en caminar hacia la celda del mandamás.

Al llegar a su destino, Minho se dirigió directamente hacia su cama y se sentó en ella, luego de suspirar profundamente, sacó del cajón de su mesita de luz una cajetilla dorada de cigarrillos junto con un mechero color oro. El menor frunció el ceño extrañado, ya que nunca había visto fumar al mayor hasta entonces. Permaneció parado en la entrada de la celda durante varios minutos, mientras observaba detenidamente al azabache darle algunas caladas a su cigarrillo.

Taemin tenía amigos que fumaban allá afuera de la cárcel, sin embargo jamás había visto ese tipo de cigarrillos en su vida, parecían bañados en oro o algo así, se preguntó cuánto dinero gastaría el azabache para comprarlos. Definitivamente el pelirrojo, aunque fuera millonario, no gastaría su dinero en algo que lo único que hacía era envenenarlo. Le pareció un verdadero desperdicio.

-¿Para qué me trajiste aquí?-Le preguntó rompiendo al fin la atmósfera silenciosa que se había formado en la celda. El mandamás siguió fumando pero miró al menor de forma intensa. Éste no pudo evitar estremecerse ante aquella acción.

-¿No es obvio acaso?-Le respondió apartando la mirada y entonces el pelirrojo suspiró derrotado, conque era eso, simplemente quería follar. Se acercó a Minho dispuesto a complacerlo sexualmente hablando como desde hace meses lo hacía por aquel trato que pactaron; sin embargo éste último lo miró con esos dos carbones que al posarse sobre Taemin lo hicieron temblar de pies a cabeza. No supo por qué, pero el menor podría haber jurado que en ese momento el mandamás le había dicho que no se acercara a él con aquel simple intercambio de miradas. Por lo tanto, Taemin se quedó parado nuevamente frente al mayor, observando como éste acababa con un cigarrillo y encendía otro. El pelirrojo arrugó su nariz, no le gustaba el olor a tabaco, sin importar que aquel producto tuviera olor a menta, aun así al fin y al cabo seguía siendo tabaco.

-...No sabía que fumaras.-Dijo el menor rompiendo nuevamente el silencio. El mandamás luego de darle otra calada al producto le respondió.

-No fumo todo el tiempo, por eso no me has visto hacerlo antes.-Le dijo llevándose nuevamente el cigarrillo dorado a sus labios y aspirándolo. El pelirrojo frunció el ceño confundido, pero si no fumaba todo el tiempo... ¿Entonces cuándo lo hacía?

-¿Cuándo fumas entonces?-Le preguntó curioso ladeando un poco la cabeza. El mayor clavó nuevamente su penetrante mirada en el menor, analizando bien lo que iba a decir antes de decirlo, al final exhaló el humo que tenía en la boca y le habló nuevamente con aquella voz imponente que lo caracterizaba.

-Fumo solamente cuando estoy ansioso, irritado o muy enojado.-Le respondió y los ojos cafés del pelirrojo se abrieron sorprendidos.

-¿Enserio? ¿Y cómo te sientes ahora?-Luego de preguntarle aquello se cacheteó mentalmente por ser tan curioso y preguntar cosas que se supone no deberían interesarle. Minho aspiró una última vez más el tóxico humo de aquel producto, para luego sonreír cínicamente mientras exhalaba el mismo por su nariz, tiró el cigarrillo al piso para después pisotearlo con la suela de su zapato. Luego se levantó de su cama y dio unos pasos acercándose a Taemin, posicionándose enfrente del mismo.

-Me siento de las tres malditas formas justo ahora.-Le reveló y el pelirrojo boqueó como un pez sin poder creer lo que le estaba diciendo el otro. ¿Se sentía ansioso, irritado y enojado a la vez? ¿Por qué?

-¿Q-qué...?-Tartamudeó y sin embargo no pudo preguntar nada debido a que el azabache lo tomó por el brazo y lo forzó a acercarse a su escultural cuerpo. Taemin simplemente frunció el ceño molesto y ni siquiera trató de zafarse del agarre, ya que sabía de antemano que le sería imposible, aquel hombre le superaba por creces en fuerza física.

Underground PrisonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora