Tercera persona.
La tormenta se estaba agrandando, los rayos iluminaban la oscura habitación. Jinyoung sabía que Mark temía de las tormentas o que simplemente las aborrecia.
En su cabeza estaba Mark.
El chico de cabello negro se movía con rapidez. Apretaba sus manos en la cobija que ni siquiera habían quitado y que cubría aquella cama.
Entraba y salía, y no sabía si esto le estaba gustando, lo que sí sabía es que era una sensación completamente distinta y placentera, entendiendo así el por qué su ahora esposo era antes heterosexual.La castaña entrelazó sus dedos en el cabello de la nuca del chico. Casi justo como lo hacía Mark, con la excepción de que su esposo lo hacía con más excitación.
Obviamente gustaba más de las caricias de su esposo, de la persona la cual estaba enamorado, pero quizá éste nuevo gusto se convierta en su nueva manía.
Cuando hizo obtener el orgasmo de ambos salió de la chica antes de su eyaculación, sabía que ambos estaban protegidos, pero no quería fallas.
Siempre hay una falla en el sistema, y quizá su falla estaba siendo meterse con alguien más, la falla de lo que hasta ahora era un matrimonio feliz. Todos aquellos recuerdos que juntos habían creado, los buenos y los malos podían desaparecer por lo que él llamaba una simple noche de sexo.
Caminó hacia el baño sin mirar a la chica y se encerró. Se quitó el condón y lo tiró en el bote de basura. Se limpió y lavó la cara, mirándose al espejo lo único que pudo pasar por su mente era Mark. No dejaba de pasar por su cabeza y no supo cómo es que pudo haber disfrutado de ese encuentro, si Mark se llegase a enterar sabía que todo terminaría. Tenían tres meses de casados y el morocho ya había hecho su primer engaño.
Antes de salir del cuarto de baño miró bien si la castaña no le había dejado alguna marca, gracias a Dios no había sido así.
Salió ya vestido.—Me voy— habló el morocho tomando su cartera y su movil.
—¿Te ha gustado? No sé por qué eres gay, eres fantástico— se sentó en la cama. —cuando gustes te lo puedo quitar.
—No eres para tanto.
Camino a su hogar sacó su móvil y marcó a Mark quien contestó de inmediato.
—Jin...
—¿Cómo la estás pasando, amor? ¿Estás bien?
—Lo estoy, pero te necesito. Sabes que las tormentas me ponen un tanto nervioso.
—Lo sé, las grabaciones acabaron tarde, voy ya en camino. No estés nervioso, casi llegó.
—De acuerdo, nos vemos en un rato.
Aparcó su auto a un lado del de Mark y caminó por la cochera entrando por la puerta trasera para evitar mojarse. Se encontró a Mark en la cocina preparándose un chocolate, ya estaba en pijama y su cabello húmedo seguro por el baño.
Mark lo abrazó y besó con necesidad, Jinyoung sabía que sólo hacía eso cuando quería hacer el amor, pero ésta vez él estaba cansado y decidió ignorar el beso de su esposo y separarse de él, haciendo que el mismísimo Mark notara que algo no andaba bien. El pecho del que ahora era rubio de nuevo se apretó sintiendo el rechazo de aquel que nunca lo había rechazado, entendía, claro que entendía que estaba cansado a causa de su trabajo, pero nunca le había negado eso y la primera vez siempre iba a doler.
Jinyoung le besó la frente y lo tomó de la mano llevándolo a la habitación, dejando su chocolate en la barra. Mark sintió un olor impregnado en él, dulce como paleta de fresa o algodón de azucar, llevaba encima perfume de mujer. Y pensó seguramente que sería de una compañera de trabajo, porque era imposible para él que Jinyoung lo estuviera engañando con una chica, llegó a reírse internamente pensando en ello. Su esposo siempre había sido gay.
Se acostó esperando a que Jinyoung saliera del cuarto de baño para dormir juntos y cuando lo hizo, esa noche no durmieron abrazados como todas las noches de hace tres meses.
Jinyoung no sabía por qué estaba reaccionando así, ¿Mark dejó de interesarle o era culpa, remordimiento?Lo hecho, hecho estaba y no había manera de cambiarlo.