Bailamos bachata, merengue y boleros.

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La noche pasaba lentamente, o al menos así lo sentía yo, miraba de vez en cuando a aquel chico, lo veía riendo con sus amigos, charlaban mientras tomaban, se veían muy unidos. Era el no había duda, pero ¿Cómo era posible?, ¿Cómo es que soñaba con él? Si no tenía ni idea de quien era, tome un trago largo de mi vaso, todo el asunto me ponía bastante confusa. Decidí verlo por última vez, cuando lo busqué con la mirada lo encontré viéndome, estaba en la zona de pedir tragos, no sabía qué hacer, no dejábamos de vernos.

Cuando decidí por fin bajar la mirada, el me dedico una sonrisa muy linda, estaba cien por ciento segura que estaba más roja que un tomate y Camila me lo confirmo.

- ¿Qué pasa? ¿Te sientes bien? Estas bastante roja amiga-Tomo mi cara en sus manos, mientras me inspeccionaba.

-Estoy bien... es solo que hace mucho calor- Mentí, busque al chico de la sonrisa bonita pero ya no estaba donde lo había visto, regreso con sus amigos, chocamos miradas de nuevo pero esta vez sí quite la vista, antes de ponerme el doble de roja.

-No te creo nada, pero bueno... Mejor deja de tomar y baila un poco, ven bailemos juntas- La verdad no me importo que me jalara hasta la pista, necesitaba sacar un poco el alcohol de mi sistema, necesitaba distraerme de mis pensamientos.

Mientras bailábamos, note la mirada de muchas personas, claro éramos dos chicas lindas, bailando una canción de bachata, me dio un poco de pena sentir la mirada de las personas, pero no me importo demasiado, porque pude ver como el chico de la linda sonrisa nos miraba, bueno me miraba a mí. Me concentre por no ponerme roja de nuevo, pero no funcionaba porque su mirada me llenaba el alma. Al terminar la canción, las personas que nos miraban nos aplaudieron, Camila hizo una reverencia de la cual no pude evitar reírme.

-Hola- Un chico algo lindo se acercó a mí, tengo que admitir que esperaba que fuera el de la linda sonrisa, el de mis sueños.

-Hola...-Comenzó a hacerme la plática, era bastante agradable.

Mientras hablábamos comenzó una canción de merengue, el chico tenia intensiones de pedirme que bailara con él, pero antes de que me lo preguntara, el de la sonrisa bonita se acercó velozmente y me hablo.

- ¿Quieres bailar? - Lo pregunto con una sonrisa tímida, pero sin dudarlo le sonreí y acepté su mano. Nos alejamos, no dejábamos de vernos y sonreír. Llegamos al centro de la pista, tomo mi cintura, su tacto me hizo temblar un poco, me acerco a él y comenzamos a bailar, no era muy buena bailando, pero el sabia guiarme y eso basto.

Tenerlo tan cerca me permitió ver su rostro claramente, tenía unos ojos preciosos, su nariz puntiaguda, observe todos los detalles de su rostro, las ojeras disimuladas de noches atrás, los lunares, la capa creciendo del bello de su barbilla, sus delgados labios que al verlos seguramente me había puesto roja, lo miraba discretamente y el a mí, note como nuestros ojos se perdieron un largo rato, note sus sonrisas un millón de veces tan cerca de mí. Al terminar la canción seguíamos muy de cerca, no quería separarme de él, quería saber todo de su vida, por extraño que sonara lo quería en mi vida, sin importar nada.

-Hola, creo que debo de presentarme formalmente. - Nos separamos un poco, la mano que tenía en mi cintura la quito y me la tendió. - Me llamo Juan Pablo Villamil. - Al fin, un nombre al rostro del espectro de mis sueños.

-Un gusto Juan Pablo... mi nombre es (__tu nombre__). - Estreche su mano sin dejar de mirarlo a los ojos.

-En realidad puedes llamarme Villa o Villamil, es que uno de mis mejores amigos también se llama como yo. - Rio avergonzado por aquella explicación. -Pero da igual llámame como quieras, por cierto, que hermoso nombre. - Aun no nos soltábamos de la mano y sentía mis mejillas rojas otra vez.

-De acuerdo Villa... ¿Eres colombiano verdad? - Estaba fascinada con su voz y su acento.

-Si soy de Bogotá... ¿tú eres de aquí? - Observe nuestras manos aun juntas. - Oh disculpa. - Se rió de una forma sumamente linda.

-No te preocupes y si soy de aquí (tu ciudad). - Comenzó otra canción, una de bachata al parecer, el me tendió la mano como al principio.

- ¿Bailamos? - Por dentro estaba ya muerta de lo feliz. Nos acercamos mucho más que la primera vez. En mi oído me susurraba preguntas, me tomaba un momento tranquilizarme para poder responder, lo tenía tan pegado a mí que temía que sintiera mi corazón latir a mil por hora.

Me contó que estaba en una banda con sus mejores amigos de la infancia, el tocaba la guitarra y el banjo, me dijo que cantaba y al momento sentí mi corazón detenerse, su voz era preciosa y ahora el cantando, quería escucharlo ya.

-Me encantaría escucharte...- Lo mire fijamente, su rostro se contrajo un poco y sonrió.

-De acuerdo, pero no te burles mucho. - Pego su boca a mi odio y comenzó a cantar.

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-Canto horrible ya se. - Lo aleje para ver su rostro que me miraba inquieto.

-Cantas fabuloso, me encanto esa canción dios mío Villa. - Lo abrace, mi impulso y el poco alcohol que aún quedaba en mi sistema hizo esa barbaridad.

-Me alegra que te gustara, espero algún día puedas ir a alguno de nuestros conciertos. - Me dedico una de sus maravillosas sonrisas.

-Sería un placer. - Continuamos bailando y charlando de nuestras vidas, a lo largo de la noche la gente se iba yendo, pero nosotros no dejábamos de bailar.

No entendía como alguien que nunca había visto en mi vida, pudiera aparecer repetidamente en mis sueños, no encontraba una respuesta lógica, sin embargo me alegraba mucho por fin haberlo encontrado.

En un solo día. Villamil.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora