Seis.

806 27 0
                                    

Domingo. Dolor de cabeza. Recuerdos de la noche anterior borrosos. Sic durmiendo a mi lado. Mierda.

Me levanté y fui a la cocina a por un vaso de agua y preparé un café con tostadas. Subí a mi habitación y le tiré el vaso por encima.

- Joder, mamá,déjame dormir un poco más.

- ¿Desde cuando te follas a tu madre?

Se dio la vuelta sorprendido por mi voz, me sonrió y en un movimiento rápido me cogió en brazos y me metió en la ducha. Nos estábamos duchando juntos cuando mi madre me gritó que me preparara rápido para ir a comer a casa de mi abuela. Más mierda. No soportaba a mi familia y el odio era mútuo. Mis tíos me tenían por una niña mimada y mis primos me odiaban por ser popular. Desde pequeña se encargaron de hacerme sentir mal, de humillarme por cualquier cosa. Niña caprichosa sin sentimientos. Esa era su frase favorita, no había día que no me lo dijeran, aunque yo hacía oído sordos. Lo peor de las comidas familiares es que hay demasiada comida y es casi imposible poder librarse. Demasiadas calorías y cero posibilidades de ir al baño a vomitar.

Ahora tenía que encargarme de que Sic pudiera salir de mi casa sin que mis padres lo vieran. Y era difícil, porque ambos se encontraban en la salita que está justo en la puerta de salida. Decidimos que saltara por la ventana, agarrándose a los canalones del agua. Cuando llegó abajo, me sonrió y me lanzó un beso. Cada día me sentía mejor a su lado, me apetecía estar a su lado a cada minuto. ¿Qué me estaba pasando? Preferí no pensar en eso por miedo a liarme la mente más o quizá por miedo a descubrir mis sentimientos.

Llegamos a casa de mi abuela y antes de que pasaran ni 10 minutos, mi prima me tiró toda la salsa de la carne por encima, mi tía se puso a gritarme diciendo que no miraba por donde andaba, que el ser popular me había malacostumbrado a que todo el mundo se apartara de mi camino. ¿Pero estas que se creían? ¿Que la gente se apartaba de mi camino haciéndome un paseillo? Puse los ojos en blanco ante su comentario a lo que mi tío también le encontró algún problema.

Quería irme de allí cuanto antes, no me afectaban los comentarios, pero si el odio que me tenían. Decidí ir al paseo que había cerca, donde había un pequeño riachuelo. Soy una amante de la naturaleza, irónico. Ya os dije que no encajo para nada en el papel de chica popular de las películas de adolescentes. Los paisajes verdes y los ríos siempre me han recordado a mi infancia, me transmitían una tranquilidad increíble. Era increíble que en un mundo donde existían los monstruos que a menudo salen en los telediarios coexistieran maravillas como esta. 

Me quedé sumida en mi música y mis cigarros y cuando me di cuenta ya eran las seis de la tarde. Mi madre sin duda estaría enfadada conmigo por haberme saltado la comida, pero me daba igual; había conseguido estar distraída durante varias horas y se agradecía. De camino a casa me encontré con un perro abandonado y decidí llevármelo a casa. Era un cachorro, no tendría ni un año, y una preciosidad. Me pregunté quién sería el que se ha atrevido a abandonarlo, pero él se lo perdía, no se merecía tener algo tan lleno de vida como Ros (así es como decidí llamarle). 

Al llegar a casa mis padres estaban preparados para echarme la bronca, les había dejado mal ante el resto de la familia. Qué más dará la impresión que tengan los demás de uno. Pero cuando vieron al pequeño, se les calló la baba. Definitivamente, se convirtió en el niño mimado de la casa. 

Le dije a mi madre que me iba a dormir a casa de Elly y en su lugar me colé por la ventana de la habitación de Sic. No estaba allí, supuse que estaba cenando y me metí desnuda en la cama. Apareció al poco, despeinado y sin camiseta. Puso la música, demasiado alta, lo suficientemente alta para que no se nos escuchara a nosotros. Se metió conmigo en la cama, y decidimos mezclarnos como hacíamos últimamente. 

Dime quién soy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora