Dos.

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Era la hora de comer, tenía que librarme de Elly para poder saltármela. No soy anoréxica, no penséis mal, simplemente no me gusta comer, me envuelve una sensación de arrepentimiento, culpa y humillación. Es como si me sintiera débil por sucumbir ante algo tan simple como los alimentos. No lo hago por adelgazar, sino por sentirme bien conmigo misma, para no tener una razón más para odiarme. Me sentía bien con mi cuerpo, aunque unos pocos kilos menos nunca vienen mal, no es que me creyese que estaba buena sino simplemente aceptable.

Fingí tener prisa porque había quedado con un chico y ella me dejó irme sin ninguna objeción. Me fui en sentido contrario al suyo para evitar que pudiese hacer preguntas a las que no tenía respuesta. Pasé por delante de una frutería y compré una manzana. Había leído en muchos sitios que tenía calorías negativas, así que además de llenarme el agujero del estómago, estaría adelgazando. Pequeños mordiscos, masticándolo todo muy bien. Pequeños trucos para llenarte antes y sentirte satisfecha. No sabía qué hacer o a dónde ir, mis padres creían que estaba con Elly y ella que estaba con un chico. Me acerqué hasta el río y me senté en un banco que había, apoyando los pies en la barandilla. La vista era realmente preciosa, el río, que  estaba en temporada alta, con sus aguas cristalinas donde unos cuantos piragüistas entrenaban; de fondo se veía el monte y un poco más a la izquierda un parque natural. Saqué el tabaco y los auriculares y me adentré en mi propio mundo interior, aunque más que mundo era un infierno. Había voces que no conocía en mi cabeza, recordándome todo aquello por lo que me odiaba, buscando más defectos míos. Las voces eran parecidas a la mía, y por mucho que las mandara callar no me hacían caso, así que subí el  volumen del móvil al máximo. ¿Qué otra cosa podía hacer? 

Visto que no era capaz de alejar esos pensamientos, decidí volver a casa para cambiarme y salir a correr. Era lo único que me relajaba y despejaba mi mente. Estuve cerca de dos horas haciendo ejercicio, llegué a casa molida y decidí darme un baño reparador. Me llegó un mensaje de Elly, se iba a pasar sobre las nueve por mi casa para ver una película y quedarse a dormir en mi casa. 'Genial, justo hoy que solo me apetece llorar hasta quedarme dormida, bueno supongo que no me vendrá mal'. Intenté seguir con mi baño, pero se me vinieron a la cabeza lo que pasara allí mismo hace un año y medio.

En ese momento yo era muy distinta, alegre, siempre rodeada de gente, riendo. Bueno, ahora sigo rodeada de gente, pero no es lo mismo, ahora están por la costumbre de 'adorar a la reina'. Se puede decir que antes era yo. Estaba saliendo de la ducha y me dirigía a la habitación con solo una toalla tapándome. Estaba yo sola en casa. Entré en mi habitación y la puerta se cerró antes de que yo la empujara. Y ahí estaba él, el que a partir de entonces se convirtió en mi mayor pesadilla. Tenía una sonrisa en la cara que no presagiaba nada bueno, aunque tampoco pensé que fuera a hacer eso. '¿Qué haces aquí? Hasta las diez no quedaramos' le pregunté. Pero él no contestó, se fue acercando a mi y me pasó una mano por la mejilla. '¿Qué haces?', y seguía sin responder. No entendía nada, quizás estaba pillado por mi y se estaba intentando declarar, quién sabía. Bajó la mano hasta mi boca y yo se la aparté de un manotazo. Entonces habló, 'no vuelvas a hacer eso, vas a hacer lo que yo quiera, vas a portarte bien como la zorra que eres'. 

-¿Qué coño estás diciendo? ¿Qué te has metido, joder? Vete de mi casa.

Sabía sus intenciones, y estaba cagada de miedo. Él siempre conseguía lo que quería, menos a mi; y supongo que esa fue la única forma que encontró de hacerme suya. 'Como grites o hagas movimientos bruscos juro que te mato, no me importa. Te voy a follar y me da igual que estés viva o muerta'. Tiró mi toalla al suelo y a mi en la cama. Intenté darme la vuelta o escapar, pero me aprisionó con sus brazos y con sus piernas separó las mías. Y se metió de golpe dentro mía. Yo lloraba, gritaba, le mordía, intentaba escabullirme, pero él no hacía nada más que entrar y salir de mi. Me quitó la virginidad, la alegría y mis ganas de vivir. 'Como le cuentes esto a alguien declarate a ti y a tu querida amiga muertas, Cein'. En ese momento no me importaba en absoluto morir, de hecho hasta se lo agradecería; pero no podía permitir que le pusiera la mano encima a Elly.

Me quedé tirada en cama, llorando, sintiéndome sucia y sin creerme todavía que mi mejor amigo me hubiese hecho eso. Me encontró mi madre una hora después, todavía desnuda, rodeada de un charco de sangre que salía de mi entrepierna y con un ataque de ansiedad. No podía contárselo, pero a la vez lo necesitaba. No quería ir al hospital, me negaba, acabarían descubriendo todo y Elly muerta. Bueno, la verdad es que si  después de ver la sangre no lo sospechaban era casi un milagro. Intenté engañarles, decirles que había sido consentido y que el ataque de ansiedad fue porque el tío se largó justo al acabar y me sentía utilizada, pero aún así no se fiaban de lo que decía. Llamaron a un amigo suyo que era médico y me dio una pastilla para que me calmara y a la vez no opusiera resistencia. Comenzó la inspección y al poco escuché 'lo siento muchísimo, tiene un desgarre vaginal, no hay ninguna duda de que ha sido violada. Supongo que el agresor la habrá amenazado y Cein no querrá decir nada, pero tenéis que descubrir quién fue ese hijo de puta'. Se fue, y lo único que escuché hasta el momento quedé dormida fue a mis padres llorando y repitiendo '¿Por qué a ella? ¿Quién habrá sido ese cabrón?'.

Dime quién soy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora