Veintitrés.

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Otra vez lunes, odioso y asqueroso lunes. Cuando bajé a la cocina, las noticias no podían ser peores; mi querida prima se había quedado a dormir en mi casa y debía hacer con ella todo el camino al instituto. Veinte minutos soportando su presencia, sus amenazas y a saber qué más. Estaba claro que todo podía empeorar. Mi buena suerte que me había caracterizado casi toda mi vida, se estaba yendo a la mierda en tan solo una semana. Quizá me lo merecía o quizá los demás exageraban, qué más da, lo importante era que tenía que pagar por todo. No era justo, las personas populares nunca tenemos que acarrear con las culpas o intentar solucionar nuestros fallos, ya teníamos a los frikis que querían ser nuestros amigos para hacerlo por nosotros. Y la verdad es que todos estábamos bien con eso, Cada parte sacaba su propio beneficio. Caminé a pasa rápido por todo el camino a clase, con los auriculares puestos para poder ignorar a mi prima, hasta que alguien -la zorra estúpida esta- tiró de ellos haciendo que tuviera que escuchar su irritante voz.

- Vas a hacer lo que yo te diga hoy, voy a recuperar mi dignidad y voy a hacer que tú pierdas la tuya. 

Estaba segura que mi dignidad iba a llegar a casa entera, nadie podía quitármela porque me tenían demasiado aprecio y cualquier cosa que hiciera no les iba a parecer mal. Y los únicos que me odiaban consideraban que ya no tenía dignidad. Pero aún así, su orden y su 'amenaza', no me habían sentado muy bien, por lo que pensé en decir que todo lo que ella dijera era mentira, si no fuera porque existían vídeos en youtube y estaba segura de que ella era tan retorcida como para haberlos grabado.

- Vas a pasear por el pasillo en ropa interior.- Habíamos llegado ya a la puerta del colegio y en su cara había una sonrisa malvada, creía que iba a ser ridículo y no sabía cuanto se equivocaba. Pero si quería jugar, yo le iba a enseñar como se hacía. 

Me encogí de hombros y me quité la camiseta. La metí en el bolso en el que después tanbién guardé los shorts que llevaba, me quité también las cuñas y le di todo a mi prima. Abrí la puerta y desfilé por el pasillo en el que a estas horas siempre estaba todo el instituto allí. Caminé hasta el final del pasillo, moviéndome como en los desfiles de Victoria's secrets, y volví otra vez hasta la entrada. Con una sonrisa triunfal me acerqué a mi prima y le cogí las cosas, dándole la espalda para ir al baño a vestirme de nuevo. Había ganado, y ella miraba espantada como había hecho que la gente me quisiera aún más. En ese momento, se dio cuenta de que yo tenía más poder del que ella había pensado jamás.

¿Cómo alguien que habla así de ella misma puede tener la autoestima tan baja? Bueno, eso no es porque no me gusto yo, me gustaba mi posición en esa escuela. Sabía que a los demás les gustaba, pero eso era porque no me conocían tanto como yo. Me dirigí hasta esa clase que había pisado más en media semana que en el resto del curso junto. Me sorprendió ver allí a Sic, si yo ya no iba casi a clase, él mucho menos. Después de nuestra conversación del otro día con él, no me apetecía sentarme a su lado, pero no había otra posibilidad mejor. Él ni siquiera me miró, sabía que era yo y no le hacía falta. La hora se hizo aún mas larga de lo que ya lo era por costumbre. La profesora puso cara de asustada cuando nos vio, ni que fuéramos fantasmas. Aunque bueno, en esa clase éramos más fantasmas que personas, nunca se nos veía y hablaban de nosotros como estrellas famosas. No quería aguantar más a aquella clase para dormir ni el ambiente incómo que había entre Sic y yo, así que me levanté y me fui.

- A clase ahora mismo, Cein.- La profesora me había seguido fuera del aula y tenía los brazos cruzados sobre sus pechos. 

- ¿Y si no qué?

- Lllamaré a tus padres, ya sabes.- ¿Qué pasa hoy es el día oficial de amenazarme?

- Llamala, ya ves lo que me importa.

Y yo ahí tenía razón, no me importaba porque ya me habían quitado todo, ya no había nada más que me pudieran prohibir. La profesora volvió a entrar en el aula hecha una furia, siempre decía que yo la agotaba, pero es que ella misma se lo buscaba. Me senté en un banco a esperar a que pasaran esos cuarenta minutos cuando me llegó un Whats App. Cuando vi que era de mi prima pensé en estampar el móvil contra el suelo, pero pensé que iba a ser divertido obedecerla, aunque odiara hacer ese gesto porque era como demostrarle que tenía algún tipo de poder sobre mi. 'Sé que te echaron de clase. Haz que todo el instituto te escuche cantar. Ahora'. Me dirigí a la sala donde estaba el  micrófono de los altavoces, me puse los auriculares y canté la primera canción que sonó.por todas las esquinas de aquel edificio. La gente empezó a salir de las clases, acercándose a donde estaba yo y bailando. Hasta que un profesor aguafiestas entró en la pequeña habitación y cortó la comunicación, haciéndome ir con un parte a dirección.

Media hora de charla sobre qué debía hacer y qué no, y sobre que soy un desastre sin futuro cuyo comportamiento no van a tolerar más, me dirigía al gimnasio. Me puse una falda-pantalón, que me hacía mejor culo aún. Después de correr diez minutos alrededor del campo, o más bien andar y cuando el profesor nos miraba y echábamos una pequeña carrer, nos pusimos a calentar. Sic estaba detrás mía y teníamos que bajar las manos hasta los pies, por lo que mi culo quedaba en su cara casi.

- Así que me odias mucho, eh.- Le sonreí mientras miraba su erección, la tenía bastante grande, así que era imposible no haberla visto. 

- Hay más chicas aquí, no tengo que estar así precisamente por ti.- La gente jamás se reía de nosotros, o al menos solo lo hacían mentalmente, así que eso no era un problema. 

- Y es una coincidencia que el culo que esté justo en tu cara sea el mío.

- Chicos, basta ya, es algo normal excitarse cuando alguien tiene un culo en su cara.- Ese era el profesor, intentando que no nos matáramos con las palabras. Era joven y muy guapo, y pocos años atrás había estudiado en este instituto y era bastante popular, por lo que tanto yo como Sic nos llevábamos muy bien con él., y por lo que también conservaba algunos privilegios como el que no se rieran de él.

Cuando él aún era alumno, me había acostado con él varias veces, y desde que era profesor también, aunque lo teníamos que llevar en secreto y cada vez era con menos frecuencia. Cuando llevas tratando de una forma a una persona, después es muy difícil cambiar la forma de hablar y de actuar con él aunque ahora estéis en niveles diferentes. Me apetecía volver a enredarme con él en sus sábanas, pero estaba castigada y sabía que no podría escapar de casa. A no ser que fuera él el que viniera a mi casa esta noche. Ya le mandaría un mensaje después. Dos horas seguidas jugando al volleyball. 

Hasta quinta hora todo iba normal, pero en el cambio de hora, cuando teníamos que ir de intercambio al aula de biología. Sic me agarró de un brazo y me llevó al baño del chicos. 

- Tenemos que hablar. Pero antes, te echo de menos

Y me besó. Pegó sus labios a los míos para moverlos con dulzura, no era de esos besos desesperados de antes de un polvo. Pero sus palabras aún estaban en mi cadera y escocían. Me separé de él; nuestras miradas contaban el dolor que nos habíamos hecho mútuamente.

- No puedes hablarme un día así y después intentar besarme como si nada.- Intenté irme, pero su brazo me agarró. 

- Lo siento, estaba enfadado y me estaba negando muchas cosas, necesito encontrarte algo que odiar, y aunque tengas defectos no lo consigo. 

¿Qué estaba diciendo? ¿Se estaba declarando o algo así? Espero que no, ya tengo bastante lío en mi mente como para meterme aún más. Y entonces si me largué, porque temía tener que escuchar algo que confirmase mis sospechas. Así que para no pensar en eso, nada más llegar a casa me fui al gimnasio y me pasé allí toda la tarde hasta que ya era demasiado tarde y me fui a dormir. El cansancio impidió que las voces vinieran esa noche.

Dime quién soy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora