«Casi se sentía real»

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Peter hacía lo que podía por dejar de llorar, a Wade no le gustaba que llorara, y a Peter no le gustaba hacerlo enojar.

Por eso se esforzaba para que las lágrimas dejaran de salir por sus bonitos ojos cafés... Poco a poco las que tenía en el rostro comenzaban a secarse también. Su respiración se regularizaba conforme pasaban los minutos y su pecho dejaba de oprimirse tanto, a la vez que sus sollozos dejaban de ser audibles.

Se encontraba en posición fetal sobre la cama que compartía con Wade, sobre una gran almohada, completamente desnudo, únicamente resguardado bajo una ligera sabana de color blanco, sus manos amoratadas sujetando y haciendo presión en su estómago, que dolía luego de los golpes recibidos.
Su rostro enrojecido y sus ojos hinchados, el labio inferior todavía le temblaba un poco y la mejilla izquierda aún le ardía, así como todas las marcas de mordidas y succiones a lo largo de su cuello.

Wade salió mojado del cuarto del baño con una toalla envuelta en su cintura y se acercó a Peter con una pequeña sonrisa en el rostro tomando asiento junto a él en la cama. —¿Te sientes mejor?— preguntó acariciando su cabello con suavidad.

Peter asintió temblando ligeramente, sin atreverse a mirarlo.

Normalmente solía ser un muchacho valiente, pero Wade lo desarmaba en todo sentido.

—Me alegro mucho bebé... — pronunció el mayor depositando un tierno beso sobre su cabeza.

Casi se sentía real...

—¿Te duele?

Peter negó con la cabeza, si decía que sí, sabía que podría enfurecer a Wade, y no quería eso, en definitiva, no lo quería.

Wade sonrió afligido —No quise lastimarte cariño, lo sabes ¿cierto? — preguntó con extrema dulzura impregnada en sus palabras.

Peter cerró los ojos y asintió, sintiendo que las lágrimas querían volver a su rostro.

Dolía mucho cuando Wade le hablaba de esa forma luego de haberlo lastimado así.

Dolía como el infierno.

—Lo lamento... perdóname mi amor— susurró el rubio pegando su frente a la cabeza del menor.

Peter no respondió esta vez.

Wade no insistió.

Luego de un último beso y un "te amo", el mayor se incorporó para vestirse y arreglarse, posteriormente salió del apartamento rumbo al trabajo sin volver a decir palabra.

Y el chico se quedó en la cama un rato más, aún le costaba mucho trabajo moverse, le dolía la cadera, el vientre, el pecho, la cara, la espalda, las piernas, los brazos y el corazón. Wade cada vez era más brusco a la hora del sexo, por no decir que a cualquier hora.

Luego de varios y varios minutos se levantó por fin, en realidad no quería ni tenía las más mínimas ganas de pararse de la cama, pero estaba sucio, tanto por fuera como por dentro, así que fue al baño con paso lento, sintiendo como sus piernas temblaban un poco al dar cada paso.
Se miró en el espejo, cada vez le gustaba menos lo que veía en su reflejo, no podía creer que de verdad fuese él, estaba tan cambiado; había enormes ojeras debajo de sus ojos, la mirada apagada y los labios tristes, moratones en su rostro y una pequeña herida con sangre en su mejilla, esa era reciente, marcas rojas en su cuello y pecho, mordidas en sus hombros y heridas por todas partes.

Un suspiro profundo escapó de su boca, y el pecho le dolió.

Se metió a la ducha y comenzó a asearse, duró una hora o más ahí dentro, como cada vez que Wade le hacía aquello. Quería limpiarse, quería dejar de sentirse miserable, usado, sucio, sin embargo nunca podía conseguirlo, y solo se dejaba caer en el piso y terminaba llorando, de nuevo.

«Hurts Like Hell» → Spideypool AU♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora