«Los tres mosqueteros»

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Peter bajó las escaleras de diez pisos corriendo, parecía que sus reservas de aire no se agotaban, parecía que tenía una energía acumulada desde hace días o más, parecía que tenía exceso de adrenalina y necesitaba esforzar su cuerpo al máximo, hasta no poder más, para agotarlo y luego poder descansar.

Más de una vez las lágrimas empañando sus ojos hicieron que casi perdiera el control de sus pasos y terminara cayendo por las escaleras, afortunadamente eso no sucedió.

Llegó a la recepción del edificio y ni si quiera entonces se detuvo. Aún temía que Wade pudiera estarlo siguiendo y lo atrapara en cualquier momento. Salió corriendo y atravesó la puerta de aquel lugar, llegando así hasta la calle, no se detuvo ni si quiera cuando los autos estaban apenas a unos metros de él, o cuando casi choca con un anciano, o cuando le tiró la nieve a un niño.

Hasta que llegó a una pequeña banca bajo un viejo árbol, casi no había gente en dicho lugar, parecía un parque no demasiado concurrido. Tomó asiento ahuyentando a algunas palomas, se dejó caer sobre la banca de madera y comenzó a respirar arrítmicamente. El sudor en su rostro y el temblor en sus piernas eran pruebas del esfuerzo físico que acababa de hacer hace unos minutos.

Todavía seguía intentando procesar lo que había visto.

Ni si quiera podía creerle a sus propios ojos lo que tenían para contarle.

Wade, su Wade con una mujer, en su propia cama...

¿Por qué?

No es que no lo hubiese sospechado, o mejor dicho, no es como si no lo hubiese sabido ya. Peter tenía bastante claro que Wade le era infiel de vez en cuando, clara prueba de eso eran las marcas de labial en la ropa del mayor, el olor a perfume de mujer que a veces desprendía e incluso sus mismas cínicas confesiones. Pero joder, era tan difícil aceptarlo, tan jodidamente difícil que había aprendido a dejarlo pasar luego de las primeras veces, no es como si no doliera, es que prefería no pensar en ello para no hacerse daño.

Estaba tan furioso, tan triste y roto.

Él amaba a Wade más de lo que se quería a sí mismo, se sentía traicionado por la persona que juró nunca lastimarlo, se sentía horriblemente herido, pero sobre todo estaba enojado, con Wade y aún más consigo mismo, ¿cómo es que permitía esto? ¿cómo es que lo sabía y lo dejaba pasar? ¿cómo es que nunca pudo hacer nada?

Estaba furioso con Wade por lastimarlo, pero se odiaba a sí mismo por permitirlo.

No se dio cuenta cuando comenzó a llorar hasta que vio que las lágrimas habían mojado ya gran parte de su pantalón. Las secó inmediatamente y se incorporó. Tenía que irse de ahí, tenía que ir a algún lugar donde estuviera seguro, donde pudiera sentirse bien.

Tal vez con sus padres.

O tal vez no.

Ni si quiera sabía cómo iba a mirarlos a los ojos luego de haberse ido de casa con Wade, luego de haber peleado con ellos y mentido diciendo que todo iba bien, luego de cortar comunicación por orden de su novio. No tenía derecho a volver a casa de ellos... no podía.

Avergonzado, no pensó en nadie más que en Harry. Tomó su teléfono del bolsillo del pantalón y marcó su número, ya se lo sabía de memoria.

—¿Peter? — escuchó del otro lado de la línea.

—Hola Harry...

—¿Estás bien? ¿Pasa algo?

—Me preguntaba sí podía ir a tu casa...

—¡Claro! Sí, aquí te espero.

—Gracias.

Con el dinero que tenía en sus bolsillos tomó un taxi y en menos de 30 minutos lo dejó fuera de la mansión de Harry.

«Hurts Like Hell» → Spideypool AU♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora