V.

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Aquel chico de ojos azules brillantes, cabellera negra y piel clara, se quedó dormido sobre mi hombro, debió de haber estado realmente cansado.

La verdad me hubiera gustado hablar más con él, hace tiempo que no me sentí tan cómodo al estar con alguien, ¿desde cuándo prestaba atención a otros comentarios que no tuvieran que ver con la misión? ¿Cuándo fue la última vez que canté? ¿Y desde hace cuánto tenía tanto contacto con extraños? Esto no era parte de la misión. Me sentía confundido, estaba haciendo cosas que no había hecho en mucho tiempo.

Lo más curioso era que sentía que Thai y yo nos conocíamos desde hace mucho, pero en realidad no sabía absolutamente nada de él, lo que por alguna razón me hacía querer conocerle más, me intrigaba saber que había de especial en esa mirada de asombro que hacía que le brillaran sus ojos, podría decirse que atrajo mi atención. A la vez ya no quería involucrarme más con Thai, mi misión era llevar la caja a la base y reportarme en cuanto llegará, pero cuando lo vi en el camión también, no pude evitar llegar hasta este punto, no suelo hacer esto, pero ya le había dicho que lo llevaría a la rebelión y cumpliría con hacerlo, confío en que sabrá arreglárselas por sí sólo después.

Estaba pensando en mucho y a la vez en nada, pero mi mente se despejó cuando vi el cielo, le había contado a Thai sobre las estrellas, pero me di cuenta de que nunca las había apreciado realmente, y empecé a entender por qué le habían gustado tanto, hacía mucho que no veía un cielo tan brillante como el de esa noche. Me relajé tanto que me quedé dormido.

No sé cuánto tiempo me dormí, pero lo que me despertó fue sentir a Thai temblando, abrí los ojos y vi como estaba bañado en sudor, su cara toda roja y hervía cual tetera en el fuego, se dejó caer sobre mi regazo y se enroscó, trataba de acurrucarse. Le coloqué mi sudadera, usé mi mochila como almohada y lo recosté sobre el suelo. Comencé a preguntarme cuánto tiempo llevaba así, y lo peor es que ni si quiera me di cuenta. Una especie de culpa me invadió, seguidas por impotencia y preocupación, pero no era momento para eso, tenía que ayudar a Thai o sino iba a empeorar.

Traté de hablarle para que despertara y reaccionara, pero estaba completamente trabado en fiebre. Tomé un trapo le tiré toda el agua que quedaba de la cantimplora, por suerte estaba lo suficiente fría. Esperé a que el agua le ayudara un poco pero no funcionó, Thai no dejaba de temblar y verlo en ese estado sólo me angustiaba más.

Aún estaba muy oscuro, ni si quiera se asomaba el sol. El tramo que faltaba era parte de una zona roja, pero eran de los pocos caminos en los que podía evitar toparme con driodes del gobierno o alguna escuadra de uniformados blancos, mejor conocidos como albas.

Los albas eran parte una organización llamada Domus Alba, cuyo trabajo era mantener la paz dentro y fuera de las ciudadelas y estados de la república y para ello entrenaban soldados de élite, sanguinarios y sin piedad, obedecían todas las ordenes que el gobierno daba, no importando cuales fuesen, se dedicaban básicamente al trabajo sucio. Obviamente los rebeldes y la rebelión estaban a la cabeza de la lista negra de la organización y por desgracia ya conocían mi cara, así que no podía darme el lujo de pasear por ahí sin ser detectado.

Las zonas rojas estaban tachadas como lugares poco seguros para viajar, son sitios que quedaron a la deriva por la guerra del origen y no se encontraban en los nuevos mapas, por ello la probabilidad de toparse con alguna molestia era baja, sin embargo, seguían siendo demasiado peligrosos, incluso el mejor viajero y experto en el terreno puede llegar a morir en estos caminos. Cuando me tocaba viajar por zonas rojas prefería hacerlo de día y así librarme de algún accidente.

No obstante, Thai estaba muy mal y no creía que llegara al siguiente día en estas condiciones, si nos íbamos ahora podríamos llegar en unas tres o cuatro horas más o menos y los del centro médico lo ayudarían. Ya no lo pensé más y lo tomé en mis brazos, lo acomodé de frente y arranque de inmediato.

PROYECTO OMEGAVERSEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora