Capítulo 24.

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Lo sigo y mi pulso va muy rápido. Llegamos a un invernadero. Nunca puse que había uno, ahora lo sé. Uff me falta mucho por conocer de este lugar. Antonio se da vuelta y me mira sin dejar parecer un matón a punto de acabar con mi vida.

— Bien, siempre sospeché que ustedes dos iban a estar juntos. — intento hablar. Pero levanta la mano para detenerme. — No he terminado Lanzani. Yo vi nacer y crecer a esa niña. Aunque soy un guardia, fui primero amigo de Mariano, crecimos juntos y soy como un tío para ella. Yo a Lali la veo como la hija que nunca pude tener con mi difunta esposa. Sí la llegas a lastimar, te golpeo, Sí la haces llorar, te voy a dejar sin tener hijo. — trago saliva. — Así que te lo estoy advirtiendo, si ella sufre por ti, te mato Lanzani. Puedes ser un maldito guardaespaldas, pero se más que tú.

Vuelvo a tragar saliva, asiento. Él no quita su mirada furiosa de mí, esperando a que yo hable y solo espero que mi voz salga bien y no nerviosa.

— Yo a ella la amo mucho. Es mi vida, Antonio. No voy a lastimarla, prefiero ser yo quien sufra, pero no ella. Ella lo es todo para mí, es una parte de mi corazón. Te juro por mi vida que nunca la voy hacer sufrir.

— Eso espero. Otra cosa; andante con cuidado. Por mucho que sean novios no quiero que la toques al no ser que estén casados y en su noche de bodas.

—  Emm. Yo.... — me mira con los ojos entrecerrados. — em... sí.. sí... Noche de bodas, entendido.

Asiente y sale del invernadero. Todo mi cuerpo esta sudando frío. Me quedo un rato para tranquilizar un poco. Sí él se entera que ya hicimos el amor me quedo sin hijos. Mejor eso mantenerlo para nosotros mismo. Lo hablaré con Lali.

Cuando lo consigo estar más tranquilo, salgo, camino de regreso a la casa. Llego a las escaleras, me detengo al ver bajar a la mujer que me robó el corazón. Ella me mira con el ceño fruncido, al llegar a mi se cruza de brazos.

— Hola amor. — saludo.

— ¿Donde estabas? Me desperté y no te vi en la cama. — Me dice acusándome por no estar con ella.

— Antonio entró y nos vio en la cama juntos y bueno quería hablar conmigo. — Le explico. — Y no quise despertarte ya que te veías hermosa durmiendo. — Ella endulza su mirada.

—  Sigo enojada contigo. — hace un hermoso puchero. — Ayer me puse muy sexi para ti y no me hiciste caso....

— Sos tan linda con ese puchero. — La beso y le muerdo un poco el labio, pero sin lastimarla. — Fue un sufrimiento para mí. Tan bella y sexi. Al dormirte tuve que darme un baño con agua helada para que se me bajara. Pero quise desquitarme, pero yo sufrí también.

— Tonto. — Me sonríe. — voy a ir a prepararle el desayuno a mi madre. Pasé por su cuarto y se mira algo bien. — me dice feliz.

— Me alegro amor. Yo me iré a dar un baño. — Le digo. — por cierto amor. Evita que Antonio sepa que no esperamos a la boda, porque si se entera me quedaré sin hijos.

Ella me mira sin entender, pero de pronto suelta una carcajada al darse cuenta de lo que habló. Asiente y le doy un último beso y veo como ella se aleja y va hacia la cocina. Yo subo las escaleras y me voy  a mi cuarto para darme una ducha.

Lali.

Entro a la cocina con una sonrisa y más por lo que Peter me dijo. Antonio debió hablar seriamente con él, Antonio es como era mi padre, protegiéndome siempre. 

Empiezo a prepararle algo ligero a mi mamá ya que tampoco está para comer cualquier cosa. Al terminar lo pongo en la charola y un poco de jugo de mora. Miro entrar a Carmen y me hace reverencia.

Protegiendo a la Princesa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora