Capítulo 3.

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— Es broma, ¿verdad? — volví a preguntar eso debe ser, quizás él fue con el chisme a mi padre y me están haciendo eso porque una princesa no tiene que tener eso ataques de ira.

— Yo no hago bromas hija. — dice mi padre. — Él será tu guardaespaldas y siempre estará contigo. — trágame tierra, esto es una pesadilla.

— Yo no necesito ningún guardaespaldas, papá y mucho menos a éste — lo dije viendo a ese tal Peter.

— Mariana Espósito, ¡Respeta! —  me gritó serio y me mordí el labio de abajo para no decir nada otra vez.  — él será tu guardaespaldas, punto. Los dejaré para que se conozcan.

Mi padre junto a su hombre de confianza qué es Antonio se fueron y me quede sola con Peter. Lo mire sería, pero él sólo me miraba con una sonrisa burlona, ¡imbécil!

— Quita esa sonrisa estúpida de tu cara — digo enojada.

— Um..... — sé quedó pensando y me desesperó — no. — me dijo por fin.. — Usted me debe una disculpa. — lo mire sorprendida ¿¡yo!? Una disculpa a un simple empleado.

— Usted está loco, yo no le debo nada. — le dije furiosa como se atreve a pedirle a una princesa que le pida disculpa. Está loco este tipo.

— Claro que me las debe. Por el pisotón que me dio. — lo vi y él me miro ahora serio. — fue una falta de respeto lo que me hizo y más viendo de una princesa.

— Usted se lo merecía y yo soy mas que usted, ya lo dijo: soy princesa, y  no me rebajo con los del servicio. — le dije levantando mi frente para mostrar mi superioridad.  — usted eso es lo que es, más bien es usted que me tiene que pedir perdón por tirarme y no ayudarme.

— Pero lamentablemente no soy ningún sirviente suyo, soy su guardaespaldas así que me debe una disculpa, no yo a usted. -— me dijo y yo lo veo con más odio.

— ¡Ni loca! yo no me rebajo. — le dije furiosa.

— Por ser educada, nadie se rebaja y usted lo que es, es una caprichosa que parece que la consintieron mucho y no le dieron unas cuantas nalgadas para que respetara. — lo vi sorprendida ante esa ofensa.

— Imbécil, estúpido, y.....,y...,y.... — no sabia que más decir.

— ¿Terminó? Bueno si lo hizo ¿quiere ir alguna parte? — me dijo con esa sonrisa estúpida pero linda, espera ¿yo pensé eso?

— ¡Ay! —grito

Paso a la par de él y salí de mi cuarto, seguida por ese imbécil que no paraba de reírse de mí. Bajo las escaleras y veo a mi madre y corrí hacia ella.

— Madre, convence a mi padre que me quite ese... ese.... ese guardaespaldas no lo necesito. — le dije y mi madre me vio sin comprender quizás no sabe.

— ¿Guardaespaldas? — preguntó.

De pronto él llega hacia mi madre y le da un reverencia.

—Mucho gusto su majestad, soy Juan Pedro, el guardaespaldas de su hija. El rey me contrató para protegerla. — le dijo todo caballeroso y mi madre sonrió sonrojada.

Abro la boca ya que él muy imbécil acaba de hacer sonrojar a mi mamá.

— Oh, si me acuerdo. Mu esposo me lo dijo. — Empezó va reír.

«¡No......! Estoy perdida. »

— ¿Lo sabías? — le dije viéndola — Yo no quiero ningún guardaespaldas...... No lo necesito.

— No es objeción, Mariana. — me miro seria. — tu padre ya tomó esa decisión y debes acatarla.

— Pero.....,pero.... — no podía hablar.

Protegiendo a la Princesa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora