—Dos siluetas en medio de la luna, una grande y una pequeña, una con cuernos y cola y la otra como una humana normal.—Es Shadow, ha amanecido y al parecer este día se tratará de Hylla si no cierra la boca.—Una duerme y la otra destruye, al amanecer, ella se da cuenta de la atrocidad que acaba de ocurrir y quiere saber qué fue lo que pasó.
—Dime que no está aquí esperando a que salga.—Le pido.
—Desafortunadamente para usted, sí.—Me responde en tono burlón.
Además de ella, solo mis hermanos y los líderes de las razas de BlackJack me han hablado de "tú", pero no es algo que me haga sentir extraño ni menos autoritario. El anillo que me dio anoche no representaba nada importante para mí, pero creo que una pequeña pregunta no estaría mal.
Salgo de mi tienda y efectivamente, ella está esperando a que yo me deje ver.
—Anoche había una montaña con una ciudad del otro lado del bosque.—Me dice no con su mejor tono de enfado.
—Digamos que amplié el valle. Vieron a nuestro ejército salir de la otra ciudad en ruinas. Tenía que hacer algo.—Le respondo.
—Tiene un punto.—Interviene Shadow. Por fortuna, para defenderme.—Aún así, yo quería divertirme.
—Entonces continuemos.—Suelta Hylla y se da la media vuelta. Reyna prepara a las filas y Hylla solo llega para recoger sus pertenencias.
—¿De donde sacó ese anillo?—Me pregunta Shadow señalando mi dedo medio. Volteo a ver a Hylla y recuerdo que le quería preguntar si tenía algún significado.—Oh vaya. Es más de lo que se puede esperar de...
Pongo mi espada en su cuello y él se calla.
—No quiero que vuelvas a hablar sobre el tema. ¿Queda claro?—Él asiente y se va.—¡Continúen el avance! ¡No debemos retrasarnos!
Los soldados rompen filas y corren lo más rápido que pueden y para el atardecer, unos cuantos soldados humanos son lo único que se interpone entre nosotros y nuestro destino.
—Soy el teniente González.—Se presenta uno con algunas bellas medallas colgando de su pecho.—Ríndanse o...
Ups...posiblemente haya apuntado mal mi dedo.
—Bla bla bla.—Me burlo.—Quítense, humanos. Teniente González ya no respira. Posiblemente lo haya matado accidentalmente a propósito.
—¡Abran fuego!—Los humanos nos disparan con armas que no dejan ver sus proyectiles.
Con algunos soldados de nuestras primeras filas, muertos en el suelo, los reaper actúan rápido y ponen sus escudos. Yo salto hacia atrás, pero una de las cosas que disparan sus armas me da en la pierna.
—Ugh.—Contengo el grito, esas cosas duelen.
—¡Señor!—Shadow me ayuda a tapar la herida y pide que llamen a un médico. Cuando el médico llega, saca el diminuto proyectil y cubre el hoyo con una venda.
Los arqueros disparan a los humanos y las amazonas se mueven por los árboles para esquivar las balas y matar algunos humanos en los flancos.
—Quiero que las catapultas disparen a voluntad.—Le ordeno a Demeritus, que está atrás de las líneas de defensa, él asiente y se dirige hacia sus tropas. Me pongo en pie y veo que los soldados de la primera línea están cayendo.
—¡Los escudos no están funcionando!—Grita Shadow.—Avancen y acaben con los que tengan al alcance.
—¡Prepárense!—Grita uno de los comandantes humanos y toma aire.—¡Rompan filas!—Los humanos corren hacia los reaper y las flechas dejan de ser disparadas, las catapultas cesan el fuego y la batalla cuerpo a cuerpo inicia.
Hay varios reaper muertos por el frente, pero los humanos han tenido bajas más considerables que las nuestras. Hay vehículos voladores que usan hélices para mantenerse en el aire, pero los jinetes se elevan y sus drenix lanzan fuego a lo que parecen ser misiles para destruirlos.
Al alzar la mirada, veo como uno de los misiles de esos objetos voladores impacta con el costado de uno de nuestros drenix y lo hace estallar, después veo como su jinete cae rápidamente al suelo y se estrella contra él, sin volver a levantarse.
Los objetos voladores no son eficientes contra nuestros jinetes y no tardan en dar la vuelta para salir del campo de batalla.
Los minotauros se unen a la batalla y se llevan con sus hachas a varios humanos, los humanos luchan por defenderse pero no pueden después de las bajas que los reaper les provocan para rodearlos.
Poco a poco, mis tropas rodean a los humanos restantes y los masacran antes de poder avisar o pedir refuerzos.
Me siento en la arena y me reviso la herida, el dolor es insoportable, necesito que me ayuden para continuar.
—¡Sunktum!—Hylla, que sorpresa.—¿Qué te sucedió?—Me dispararon en la pierna, grandísima idiota.
—Nada importante Hylla, quiero que llames a dos médicos para que me ayuden a controlar mi pierna.—le respondo.
—Sí, ya voy.—Sí a todo, sí a todo, ¿no hay algo más que me puedan decir cuando pido algo? Los médicos aparecen y me llevan en una camilla.
No quiero molestarlos, pero mi única lesión está en la pierna, solo eso. Igual no debe ser tan malo que te lleven unos metros más adelante con la flota. Supongo que para cuando lleguemos, estaré más estable.
Ha anochecido y un poco más adelante, veo a los velocistas preparándose para partir. Me paro y no hay señales de dolor, eso es bueno.
—Señor.—Me habla Savitar.—Los barcos están listos para zarpar.
—Exelente.—Le respondo.—Acamparemos aquí, nos iremos al amanecer.—Savitar asiente y ordena a sus legiones que descansen.
—Hylla.—Me dirijo hacia ella.—Quiero hablar contigo.
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Poder y Gloria #2 - Sobrecarga Máxima
ActionA o B, negro o blanco, azul o rojo, si o no, actuar o cruzarte de brazos, opinar o morderse la lengua. Una nueva era, una nueva oportunidad de actuar contra Deus y sus ángeles. Una nueva posible victoria sobre el imperio regido por un tirano. Con fu...