Paraíso sin paz

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Un instante estoy en la Atlántida y al siguiente a media batalla frente a la ciudad. Justo cuando atravieso el portal, entro a la batalla, así que empiezo a correr en dirección a las puertas.

Los ángeles se defienden con flechas y catapultas, pero eso no les sirve mucho porque los soldados las esquivan o simplemente las repelen con sus escudos. Las puertas se abren y un enorme ejército conformado por al menos ciento cincuenta legiones sale listo para la batalla.

Una catapulta carga un proyectil que sale disparado hacia mí, yo lo esquivo y cae justo al lado de mí. Los ángeles rompen filas y corren lo más rápido que pueden hacia nosotros. Los chacales los flanquean por el lado izquierdo y las amazonas por el lado derecho. Las tropas de Saurom tiran a sus primeras líneas y en eso sale Saurom con algunos hombres de la legión. Esta batalla decidirá el curso de la guerra, como hizo la de hace seis mil años.

Cargo junto a los soldados de la legión que salen del portal. La batalla empezó mal para los ángeles, pero si saben utilizar bien sus elementos, podrían causarnos grandes problemas sin hacer muchos esfuerzos. Debemos mantenerlos lo más desesperados posible para ganar tiempo para nuestras tropas en la Atlántida. Los primeros arietes empiezan a salir del portal y la artillería pesada del enemigo intenta centrar su fuego en ellos.

—¡Protejan a los arietes!—Grito. Los jinetes de los Drenix empiezan a salir y se dirigen a las murallas para cargar contra las defensas de la muralla.—¡General Zebuth!—Él voltea y dirige su bestia hacia mí.

—Señor.—Me dice con respeto.

—Escoge a una escolta que te acompañe y atraviese las murallas para darme un informe de la situación adentro.—Zebuth asiente y se dirige hacia un escuadrón, les hace algunas señales para que los sigan y se va al frente de ellos.

Del otro lado de la muralla, la legión de Turel sale, carga a algunos ángeles, los atraviesa y tira, se agrupa con los caídos y entra al portal más cercano.

Argthor carga con los demonios y desaparece entre las filas angelicales. Las puertas se cierran para evitar la entrada de mis tropas y el fuego de las catapultas se centra en los arietes, pero los jinetes desvían los proyectiles lanzando ráfagas de fuego.

Algunas legiones de jinetes salen de los portales cargando cazadoras entre las dos patas de las que los drenix necesitan para estar en pie. Al parecer no es su único uso. Las cazadoras disparan sus flechas hacia las defensas de las que la muralla dispone.

—¡Sunktum!—Elevo la mirada y veo a Zebuth, que dirige su bestia hacia mí lo más rápido que puede.—Muévete, bestia tonta.—El drenix sacude la cabeza y el cuello y Zebuth casi cae. Aterriza y se para a mi lado.—Hay quinientas legiones allá adentro, no son cincuenta, son muchas más de las que estimábamos.

—Entendido. Quiero que comandes a las legiones aéreas y les causes el mayor número de bajas posibles.—Me vuelvo hacia el portal y mi momento preferido llega.—¡Traigan a los juggernaut!

Un colosal dragón de serpiente sale del portal, mide al menos doscientos metros y está armado hasta los dientes. Su enorme boca tiene siete hileras de dientes y las ráfagas de fuego que lanza son tan potentes que pueden acabar con una legión entera de una sola llamarada. Su armadura tiene cargueros con más soldados dentro y dos pequeños hangares para cargar otros ocho drenix de refuerzo. Algunas secciones de la armadura tienen ballestas y cañones para proteger a las tropas dentro y bueno... se necesitan quinientos soldados para aprovechar su máxima capacidad. Atrás de él salen más y más, una sola legión de estas, dispone de quinientos juggernaut, en total, dos mil dragones entrarán por ese portal, Saurom llama a sus legiones de juggernaut para apoyar a las mías y la muralla cae. Las majestuosas puertas que se encontraban en la entrada se queman y caen, los edificios ahora están a la vista y solo queda una cosa por hacer antes de entrar.

Las legiones angelicales en la vía principal escalan los restos de la muralla e incluso algunos civiles se levantan en armas contra mi gente, parece ser que lograrán hacerme frente. Pero no serán suficientes para derrotar a mis tropas.

Al frente se eleva una figura que me resulta bastante familiar: Quintus. Se para en la cima de los restos y ordena a sus tropas que también se queden ahí.

—Shadow... pensé que lo habías matado.

—Así es, señor.—Me dice con la misma sorpresa que yo tengo.—No hay manera de que siga vivo.

Los sobrevivientes de las legiones que salieron cuando la muralla estaba en pie, recuperan un poco de valor y vuelven a formar filas. Uriel, uno de Los dos altos generales arcángeles que sobrevivieron al ataque se coloca en frente de ellos y se alza en el aire, los soldados lo siguen y yo me coloco al frente de mis legiones, Saurom y Hylla se colocan a mis lados y nos preparamos para encabezar el ataque contra la ciudad.

 Uriel, uno de Los dos altos generales arcángeles que sobrevivieron al ataque se coloca en frente de ellos y se alza en el aire, los soldados lo siguen y yo me coloco al frente de mis legiones, Saurom y Hylla se colocan a mis lados y nos preparamo...

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Poder y Gloria #2 - Sobrecarga MáximaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora