El Mártir Hereje

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—Supongo que tú también sabes quién soy.—Le digo al ángel que se encuentra de espaldas.

—Sí, lo sé, te he seguido la pista por mucho tiempo, sé lo suficiente acerca de ti y de tus seguidores. Tengo informantes que me dijeron que ya destruiste dos ciudades de ángeles y algunas más de humanos. ¿Me informaron mal?

—No, están en lo correcto.—Le respondo. El ángel voltea su trono y se para, da algunos pasos, bajando los escalones de su trono y se coloca en frente de mí.—Esperaba que fueras más alto.

—Sí, lo sé, sé que no mido tres metros como tú pero, no me considero de altura baja.

—¿Qué fue lo que provocó tu caída? Con esa imagen, pero de color blanco o dorado, parecerías un arcángel prometedor.

—Sí, lo iba a ser.—Me responde Araquiel y comienza a dar vueltas alrededor de mí.—Pero empecé a cuestionarme mis orígenes, no creía que un solo creador pudiera crearnos, cuando vi el primer libro de los clarividentes, quedé tan impresionado. Con todo lo que podían hacer deberían tener vidas perfectas.—Me mira y continúa.—Ahora que tengo a uno en frente de mí... creo que debes estar desesperado para buscarme.

—¿Acaso tu creador no es Deus?—Le pregunto, confundido.

—No.—Me responde.—El creador dejó a Deus a cargo, antes de desaparecer junto a Metatrón.—Espera... ¿Meta que?—Deus creó algunos ángeles, entre ellos, yo, pero el creador es más poderoso que Deus. Debo admitir que al principio pensé que eras tú, pero algo no tenía sentido... ¿Por que el creador se pondría en nuestra contra?—¿Porque no lo soy, tal vez...?—Así que descarté la idea. Claro que ambos sabemos que no estás aquí para hablar de mí. ¿Qué es lo que necesitas?

—Hay legiones de titanes en la Atlántida y tengo planeado que ellos destrocen los territorios humanos mientras yo estoy en el paraíso liderando los ataques en contra de Deus y sus ángeles. Quiero que tú lideres la guerra en contra de los humanos.

—Prácticamente me estás ofreciendo un puesto entre tus filas, ¿No es así?.—Me dice con un tono muy seguro.

—Temporalmente, después será tu decisión si te quedas o te vas.—Le respondo.

Al final, Araquiel accede a ayudarme y llama a Amaros. Le ordena que prepare a la legión para salir lo más rápido que se pueda, Amaros asiente y se va.

—Si ganamos y yo decido irme, esa será la última vez que me verás, me voy y busco al creador de mi raza, si me quedo, tú me ayudas a buscarlo, tú cumples con tu misión y yo con la mía.—Me dice, lo preferible es que se vaya, pero no tengo muchas opciones para liderar el frente y tampoco mucho tiempo.

—Hecho.—Le digo.—Muévete, el tiempo es limitado, si queremos ganar, debemos actuar rápido. No quiero que Deus tenga tiempo para responder o hacer algo que nos perjudique.

Araquiel solo asiente y sale de la sala, yo lo sigo y me coloco a su lado.

—Te quiero en la costa mañana al atardecer. Los titanes te alcanzarán allá.—Le digo. Él asiente y me guía a la salida.

—Ten cuidado, Sunktum. No vuelvas a subestimar a Deus. Ya viste una vez de lo que es capaz de hacer.

Me elevo y me dirijo a la costa y de ahí al sur. Veo que la costa es larga y las playas no están tan bien cuidadas, al menos no todas. Las primeras luces exactamente junto al mar, desciendo un poco y veo las tiendas, la flota, todos están ahí, durmiendo, descansando para mañana poder resistir el viaje completo. Veo mi tienda y desciendo. Coloco mis pies con cuidado en el suelo y veo que la cama está bien preparada.

—Me preguntaba si volverías a tiempo.—Me dice Saurom, recargado en una de las tablas que sostienen la tienda.—Veo que has vuelto antes incluso de lo que yo esperaba. No tengo idea de lo que fuiste a hacer a no sé dónde. ¿Es mucho pedir un poco de información?—Me dice con un tono burlón.

—Al Gran Cañón, creo que se llamaba.—Le respondo.—Fui a pedir ayuda a un caído que nos sería muy útil erradicando a los humanos. Accedió siempre y cuando él pudiera decidir si se quedaba o se iba.

—Y... exactamente, ¿él que va a hacer?

—Liderar a los titanes aquí abajo, mientras nosotros estamos arriba. Ese fue el trato.

—¿Y no era más fácil dejar a Cronos o a Leviatán al mando?

—¿Ya vas a dejar de cuestionarme?

—Muy bien. Más te vale descansar, estos dos días no lo has hecho muy bien.—Me dice con un tono de obviedad.

—También vete a tu tienda, no me pidas que descanse si tú no lo haces también.—Le dijo con algunas risas entre mis palabras.

—Claro.—Me dice y se va.—Por cierto, lindo anillo.—Me dice e inmediatamente sé a cual se refiere.

—Que chistoso.—Digo para mí mismo. Me estiro, me recuesto y me pongo a pensar en la reacción de los titanes al ver que les toca encargarse de los débiles.—Espero que no haya sido una mala decisión. Cierro mis ojos y decido no seguir pensando en nada.




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Poder y Gloria #2 - Sobrecarga MáximaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora