Giros inesperados

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La sección cae rápidamente y los caídos se intentan sostener de las paredes del carguero.

—¡Listos para el impacto!—Grito. El carguero aterriza bruscamente y comienza a girar, chocamos unos contra otros o contra las paredes y algunos quedan inconscientes. Cuando el carguero para de girar, todos están muertos. Solo uno está vivo. Se escuchan disparos de flechas y llamaradas de fuego.

Por una ruptura veo como los soldados salen de los juggernaut entre una lluvia de fuego.

—¿Cuál es tu nombre, soldado?—Le pregunto al único caído que sobrevivió conmigo después de un largo rato de silencio.

—Obdel, señor.—Me responde detenidamente.

—¿Peleaste en la última batalla por el control del paraíso?—Lo interrogo.

—No, señor. No estuve ahí, solo llevo once meses entre las filas de la orden. Pero tengo amigos que sí estuvieron ahí, aún llevan las cicatrices que la batalla les dejó, dicen que fue una victoria catastrófica para ambos bandos.

—¿Qué sabes de ella?

—Dicen que esa fue la primera aparición del general supremo Demogorgón. Que casi toda la orden pereció en la batalla y que no más de diez ángeles al servicio de Deus salieron vivos de la batalla.

—Así es.

—En la batalla, BlackJack pereció y dio surgimiento a la orden de centuriones, aunque los ángeles los llaman "destructores del alba".

—Vaya nombre. No es mejor que el mío.

—Ya lo creo, señor.

Una espada atraviesa la ruptura por la que había visto a los soldados salir y la comienza a agrandar, después, dos pares de manos comienzan a separar ambos lados de la ruptura y terminan por arrancar todo el costado del contenedor.

—Jolt, Zebuth. Que bueno que nos encuentran.—Les digo y me pongo en pie.—Obdel y yo somos los únicos sobrevivientes.

—Es bueno saber que no necesitaremos cargar a tantos.—Bromea Jolt.—Novato, ven conmigo. Zebuth, llévate al general.

Zebuth me ayuda a salir del contenedor y apoyo mi brazo en sus hombros, me ayuda a pararme y se sube a su bestia, la bestia se eleva y por la espalda, me toma entre sus patas. Veo que Jolt hace lo mismo con Obdel y se coloca al lado de Zebuth.

—¡Novato!—Vamos tan rápido que necesito gritar para que me escuche y voltee a ver.—¡¿Cuál es tu desempeño en el área de saltos desde las bestias?!

—¡No es mi fuerte, señor!—Me responde.—¡¿Por que la pregunta?!

—Está jodido.—Digo para mí, alzo la mirada y tomo aire.—¡Suéltennos!—Les grito a los jinetes. Las bestias abren sus dedos, nos dejan caer y Obdel empieza a gritar.

Después de un largo rato cayendo en picada, extiendo mis alas y me detengo, veo que Obdel todavía está algunos metros más arriba de mí y sigue gritando.

—¡Aaaaaaaaa!—El grito va creciendo.—¡Aaaaaaaaa...!—El grito se pierde después de pasar por en frente de mí.

—Lo va a lograr.—Me digo y una flecha pasa cerca de mi brazo derecho.—¡Wow! Que cerca.

Comienzo a avanzar y veo que los juggernaut ya están recogiendo a los soldados de Araquiel y a los titanes. Un poco más atrás, otro grupo de dragones lanza llamaradas y come cabezas de titanes... o cualquier otra extremidad. Al menos para cuando la batalla acabe, tendremos suficiente comida para alimentar a los juggernaut por algunos meses.

Alzo la mirada y veo que un titán golpea a un dragón en la cara y este cae, se intenta levantar pero el titán lo tiene acorralado y cualquier intento del animal por levantarse es inútil porque el titán lo golpea cada que se intenta levantar. Me dirijo hacia el titán y me paro en el tope de su cabeza, encima de algunos de sus cabellos.

—¿Eh?—El titán se confunde. Detengo mis pies en su párpado derecho y le pico el ojo con mi mano entera.

—<<Que asco.>>—Pienso al ver mi mano llena de un líquido transparente que no es agua. Me vuelvo a subir en su cabello y me quedo parado ahí.

—Vuelve aquí enano.—Me dice intentando agarrarme.—Mejor quédate ahí.—El titán levanta su mazo, salto y el titán golpea su propia cabeza.—¡Aaarg!

—¡Adiós inútil!—Le digo antes de que el juggernaut que él estaba intentando matar, lo golpee con la cola, el titán se cae y yo apunto mi dedo hacia su frente, disparo el rayo de luz y el titán muere.

Más adelante veo como una catapulta le dispara en la cara a otro juggernaut y lo mata. La plataforma que cargan los otros tres se desestabiliza pero los jinetes que se encargan de los otros tres lo vuelven a nivelar.

—Ufff.—Digo y lanzo un suspiro.

—Te tengo, clarividente.—Me dice un recluta angelical.

—¡Oh no!—Me burlo dramáticamente.—¡Un ángel! ¡Alguien sálveme!—comienzo a reírme y él se abalanza hacia mí.

Lo más decepcionante es que el pobre está empeñando toda su fuerza en matarme y yo solo estoy usando la mano izquierda para defenderme. Le hago una señal de que pare y el muy idiota me hace caso.

—Para ya... misericordia para esta pobre alma.—Me vuelvo a burlar. Él me mira confundido y toma aire.

—No hay misericordia para malditos como tú.—En su distracción, lo atravieso con mi espada y él cae.

—Tampoco para imbeciles sin experiencia como tú.—Le digo mientras reviso mi mano derecha.—Ewww.—Digo al ver la sangre del ángel en mi espada.—Que desperdicio.

Y ahí, Demogorgón vuelve a aparecer.

Poder y Gloria #2 - Sobrecarga MáximaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora