Capitulo Cuatro.

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Presente/ lunes 5 de enero del 2015

Tasha.

—Cierra tus ojos engendro del mal.—reí

—Para empezar,  engendro es un ser vivo con aspecto anormal o deforme y cariño, yo no soy para nada deforme,—sonrío.—y contestando a la acción que quieres que realice, digo que no, tengo que observar que no te de un bajón.

negué con la cabeza, el era tan...

—Eres tan molesto.—pensé en voz alta.

Estaba ingeniándomelas para poder cambiarme sin que sintiera que me desmayaba.

Quito mi camisa dejándola en la orilla de mis manos y tomo la limpia, Dios es imposible.

—¿Quieres que te de una mano?—la burla de Dante no podía faltar. Claro que no

La molestia me ganó, no tenía que recordarme que era sumamente inútil.

tire de mi camisa y colocó la limpia lo más rápido que pude

La sonrisa de burla se quitó de la cara de Dante al ver una mueca de mi parte.

Tomo mi pantalón de la cama y estaba dispuesta a salir del cuarto, pero su mano ahora se encontraba en mi brazo.

—¿Qué haces? Agarra me. —gruñó Dante tomando mi mano.

—Tengo que cambiarme el pantalón y tú no quieres cerrar tus ojos.—gruñó de igual manera que el.

Rodo sus ojos y negó con la cabeza.

Dante colocó sus pantalones y cerró sus ojos, dándome a entender que procediera a cambiarme.

Reí y Dante me miro de una manera no muy bonita.

—Solo ya vámonos, llegaremos tarde ala escuela.—dijo Dante.

asiento y caminamos hacia la puerta.

—Me fastidia ir a la escuela.—reniego, la escuela realmente me molestaba, todo se me complicaba.

Dante me miro y sonrío.

–No te quejes Pecas, solo vamos dos días a la semana, lunes y martes, cosa que no nos ayuda mucho en nuestro aspecto de inteligencia, pero agrádese eso.—dijo riendo este.

Salimos del apartamento y nos encaminamos hacia nuestro carro, mire a Sonia nuestra vecina y la salude con la mano, solté mi otra mano de Dante y camine hacia la puerta del copiloto.

Para cuando entre al auto, Dante ya estaba con su mano estirada, lo mire y un suspiro salió de mi, no había de otra, entonces la tomé.

—A mi no me afecta en nada y tu agrádese, te cuelas de mis privilegios.—dije mientras reía

Dante alzó la ceja derecha y negó con su cabeza

—Y adivina por qué será.

Mi sonrisa se fue. Vale, no era como que el tuviera otra opción, lo capto.

La risa se le fue, sabía que lo retenía.

—No Tasha, no me retienes, relájate y vuelve a sonreír pecas.—sonrió Dante y encendió el carro.

¿Como podía leer mis pensamientos? tenía dudas, el siempre sabía lo que pensaba. ¿Será otra de las habilidades de el sobre mi? Ciertamente eso era incorrecto.

*

Los pasillos de la escuela ya estaban repletos de alumnos que nos miraban fijamente a Dante y a mi entrar a la escuela.

Mientras me sostengas. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora