Esa tarde lluviosa

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Iba a la casa de Alfonso, aunque no quería llegar. Pero ya estaba enfrente la casa de Alfonso. Toqué el timbre y me recibió Lucia —su mamá— ella me sonrió me conoce y me llevo muy bien con ella.

—¿Puedo pasar?— pregunté.
—Claro hija, ya no te había visto. Siempre vienes cuando no estoy— rió.
—Lose, y dígame ¿Alfonso?
—En su cuarto, pasa. Le dará gusto verte.
—Gracias y compermiso.

Subí las escaleras, ví la puerta de su habitación y toque. Oí como desde adentro dijo que podía pasar, si supieras que soy yo, me echas. Abrí la puerta y ahí estaba sentado en su cama con una libreta en sus manos y escribiendo.

—Hola— saludé.

Él se levantó de su cama rápidamente y guardo su libreta o lo que fuera debajo de sus sábanas.

—¿Que haces aquí?— pregunto acercándose a mi.
—Necesitamos hablar.
—De lo de ayer supongo.
—Supones bien, y tengo muchas preguntas para ti.
—Yo igual tengo preguntas para ti.

Él me miro y alzó una ceja. Se acercó a un pequeño escritorio y saco de ahí algo. Yo solo cerré la puerta y me acerque a él.

—Antes quiero recordar algunas cosas. Mira aún tengo el dibujo que me diste, tú y yo en el columpio.
—Eso me sorprende, creí que lo habías tirado a la basura.
—Jamás haría algo asi, tú me lo diste y yo lo guardaré como un tesoro.
—Eres una gran persona.
—Y tú una gran chica. ¿Recuerdas cuanto te empecé a hablar?
—Si, eso jamás lo voy a olvidar. Recuerdas ¿de que era mi torta?
—De milanesa— rió.

Me senté en su cama, de niño veníamos aquí para jugar videojuegos para hacer algunos dibujos. O para contarnos cuentos de terror. Aquí el y yo iniciabamos guerras de papelitos. Recuerdo que una vez su mamá lo regaño y tuvo que limpiar su cuarto, yo lo ayude aunque casi todo el tiempo nos la pasamos riendo, así que su cuarto quedó igual. Si de niños nuestra amistad era muy hermosa.

—Cinthya, ¿que quieres saber?— dijo Alfonso sacándome de mis pensamientos.
—Nose por donde empezar... ¿que me ibas a decir ayer?

Él me miro y sonrió.

—Nada importante— contestó.
—Dime, no seas asi— dije.
—Bien te iba a decir que me... Enamoré... De... Viviana.

Maldita sea, sentí como mi corazón se hacía añicos.

—¿Perdón? De ¿Viviana?— dije estúpidamente.
—Si me gusta.
—Oooo, muy bien. Entonces ¿porque le pegaste a Javier?
—Pues... Porque... Él no merece... Que tú... Pues mira siento que él no quiere nada serio contigo.

Bien mi querido Alfonso, me rompiste el corazón, así que yo igual puedo enamorarme de alguien más.

—Idiota, arruinaste mi futuro noviazgo

Dejó de sonreír y se acercó a mí.

—¿En serio te gusta Javier?
—Si y mucho— dije decidida.

Me miro a los ojos, se alejó de mi y miro hacia la ventana.

—Cinthya, vete por favor. Necesito estar solo.
—Aun tengo preguntas para ti.
—Vete por favor, mira mañana te quiero a ti a las cuatro en el parque que está cerca de la escuela, ¿entendido? Tengo que hablar contigo muy seriamente.
—Esta bien, ahí estaré.

Le di un beso en la mejilla, sonreí y al abrir la puerta de su cuarto estaba Viviana ella me sonrió.

—Hola y adiós— dijo y entro rápido cerrando la puerta.

Si claro solo, pero ya que.
Salí de su casa y fui corriendo a la casa de Dania. Pasé a la tienda para comprar helado.
Llegué y me recibió su hermano menor, Dylan.

Mi Mejor Amigo (1era Parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora