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Aleksei

-Está listo?- le pregunto a Anton, él asiente mientras bajamos las escaleras hacia el sótano, hay tres puertas, cada una con cadenas, toda clase de cuchillos, y cada objeto con el que se pueda infligir tortura a alguien.

Y todo el lugar era aprueba de sonido. Podías hacer lo tuyo con toda tranquilidad mientras en el otro cuarto hacían la misma mierda, sin tener que escucharnos unos a otros o distraernos.

Jodidamente perfecto.

Sonreí un poco mientras caminaba con mi amigo hacia la última habitación.

Abrí la puerta para encontrar a la pobre alma que estaba en el cuarto está vez.

El hijo de puta era igual a la foto, misma contextura, mismos tatuajes tribales y de dragones a lo largo de sus brazos y cuerpo y misma cara de enfermo.

No tenía la más puta idea de que pudo haberle visto Anya.

-Dominik Huth- dije con una sonrisa al verlo; cuando sus ojos conectaron con los míos pude ver cómo la confusión invadía más al tipo. Joder, el pobre hijo de perra sufriría como no tenía idea hoy.

Todo por el simple echo de haberle puesto una mano encima a Anya en primer lugar, y para hacerlo peor, él perro la buscaba de nuevo.

Cuando el rumor de que andaban preguntando por mi mujer comenzó, no tardaría más de un par de horas máximo para llagar a mis oídos.

Y una vez lo hizo, tenía que eliminar la fuente de raíz, era jodidamente necesario.

La voz de Anton me trajo de vuelta

-Que?- pregunte, sintiéndome como un idiota ya que no preste atención.

-Este es el chico del que Yefim nos hablo- me volvió a decir pacientemente, otra razón por la que funcionábamos tan bien juntos, él nunca lo perdía con facilidad cuando yo era una jodida arma cargada, volaría la mierda y haría que arda el infierno de tener la oportunidad.

-Como te llamas, chico?

-Issak, señor- me miro a los ojos, con respeto pero sin dejarse intimidar. Me gustó.

-Bien, Issak; me dicen que eres el responsable de atrapar a este cabron en un tiempo limitado. Esa mierda es correcta?

-Señor, sí, señor.

-Al chico solo le tomo una hora y media para arrastrar su culo a la van y traerlo aquí- me informó Anton, podía escuchar el asombro en su voz.

-Impresionante, ahora; Issak; que cuchillo crees que deba usar primero?- pregunte, sonreí al ver cómo los ojos del chico se iluminaban una retorcida sonrisa se abría paso en sus labios.-te gusta matar, Issak?

-Joder sí. Y por cierto, en mi opinión; el Bowie es mi favorito- me informó antes de seguir su mirada por toda mi colección, joder; él chico no mentía cuando dijo que le gustaba esta mierda.

-Te diré que, muéstranos lealtad, pasa las pruebas y si aguantas toda la mierda que debes aguantar y haces lo necesario, cuando te demos tu anillo, te regalare tu propia colección de cuchillo además de a las perras que quieras para ti solo. Sin compartir.

Ahora Issak respiraba rápido, con una clase de retorcida mirada.

-No te vayas a venir en los pantalones, niño, aún no nos has mostrado tu valor- advirtió Anton.

-Planeo hacerlo señor. Con cada oportunidad que me ofrezcan.

-Eso espero. Ahora, hay que empezar- informé antes de tomar el Bowie de la mano del chico y con el mango de mi pistola golpear al perro con fuerza.

Los ojos del hijo de puta se abrieron. Me sorprendí al ver que no habían moretones o daño alguno en su cara o cuerpo.

-Como?- le pregunté a Issak, quien solo saco una jeringa de su bolsillo y hizo ademán al cloroformo en la mesa.

-Creí que todo daño que se le fuera infligido debería ser infligido por usted.

-Inteligente- opine.-quítale la mordaza de la boca; quiero escucharlo gritar.

No tuve que hacer nada, porque desde que escucho mis palabras el marica ya gritaba como perra.

-Voy a hacer una serie de preguntas fáciles y cortas; solo quiero la puta verdad cuando la pida y dependiendo de eso, tendrás una muerte rápida, o una increíblemente lenta y dolorosa. Muy dolorosa, nos estamos entendiendo?

Él solo se digno a asentir con la cabeza.

-Que te trae a Seattle?

-Busco a alguien- murmuró, con la voz llena de miedo.

-Porque?

-Porque ese alguien me robó y me pertenece. Es de mi jodida propiedad.

Los ojos de Anton de plantaron en mi de inmediato. Sentí la piel de mi cuello colorearse mientras tragaba duro, quería matar al hijo de puta despacio, quería que me rogara por su vida, que sufriera.

Vivía para poner a estos hijos de puta bajo tierra. Me daban asco.

Cada vez que mataba a alguno, veía el mismo rostro, escuchaba las mismas palabras; rogándome por ayuda.

Cada jodida vez.

Alek, por favor. Ayúdame! Sálvame!

Mire a la esquina de la sala, donde provenía la voz. La jodida voz que conocía tan bien; la que me visitaba y atormentaba a cada oportunidad y solo se callaba cuando eliminaba al hijo de puta frente a mi.

Siempre era el mismo orden. Primero su voz y después, la veía a ella.

Y eso fue exactamente lo qué pasó.

Aunque era siempre la misma escena, y siempre las mismas palabras, era el dolor palpable en su voz y la desgarradora mirada que me daba lo que me hacía reaccionar cada jodida vez. Lo que me perseguía y atormentaba.

Mire los familiares ojos grises llenos de dolor y a la piel pálida y maltratada y manchada con sangre seca. Su cabello negro como la noche y después la delgada tela blanca que había el poco trabajo de cubrirla. Y después apareció la sangre, bajando por sus muslos, y las dos otras heridas en su costado izquierdo.

Desvíe la mirada, sin poder soportar mas ver su agonía.

Mire el Bowie en mi mano y lo clave en el costado del hijo de puta, sin atravesar ningún órgano, pero aún causando una importante cantidad de dolor. Sonreí un poco.

-No me salvaste.

Con Un Mafioso?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora