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Aleksei;
12 semanas.
Había pasado las últimas 12 semanas alejando de todo; recluido en la propiedad de La Hermandad juntos a los demás miembros; de vez en cuando salíamos para asegurarnos de matar cada rata blanca pero estaba semana seria la última.
Solo una semana más y podría ir por Anya.
Miro mi reflejo en el baño; el mismo baño de la misma habitación donde Anya y yo habíamos comenzado de nuevo.
Pero esta vez no tenía a mi hermosa mujer conmigo; además tenía el cabello largo y la barba que hace ya semanas no afeitaba.
Hasta Leonid se veía mejor que yo.
Y eso que yo no había perdido a mi esposa que también era la madre de mi hija.
La única persona más determinada a matar cada uno de nuestros enemigos que yo era Leonid.
Darya había muerto horas después del atentado contra ella y Larissa; a diferencia de Larissa que si bien había perdido sangre y tenía dos balas en ella; solo le quitaron el vaso y habían salvado su hígado.
Darya al haber recibido un disparo en el corazón y otros dos en su abdomen afectando su estómago y riñón, no había corrido la misma suerte.
Leonid había cremado a su esposa y luego esparció sus restos solo, sin nadie para acompañarlo; el no lo permitió.
Dejo a su hija ese mismo día con alguien de su confianza y luego había regresado a la sede; donde todos nos habíamos coordinado para acabar con estos hijos de puta.
Las ratas viajaban en grupo; lo que hizo que pudiéramos eliminar a varios a la vez.
Pero no todo era victorias; varios hermanos habían sido heridos de gravedad y los que tenían mujeres; las habían enviado lejos de la ciudad o fuera del país y de regreso a Russia.
Larissa aún estaba recuperándose contra el atentado; pero dicha recuperación estaba tomando lugar en Mexico, y cada día veía a mi mejor amigo sufrir por no estar con su mujer y no poder apoyarla.
Yo entendía su sentir; pero Anton tenía constantes reportes respecto a Larissa y Bertha era una compañía que no permitía que te aburras.
Yo por mi parte solo tenía los reportes de la doctora Garcia y las cámaras que habían en el departamento donde Anya vivía por el momento; además de las de su trabajo que Lev muy amablemente había conseguido para mi.
Presiono las teclas en la computadora; tras solamente un par de clicks tengo a Anya frente a mi, seguramente me llamarían loco o enfermo pero no me podía importar menos que una mierda, tenía cámaras en la entrada, sala y la habitación donde dormía mi mujer.
Al parecer acababa de llegar del trabajo y como siempre hacía; se quita los zapatos y deja su cabello caer sobre sus hombros.
Como era posible que fuera tan hermosa; con tan solo estar parada ahí; usando un bonito y holgado vestido de mangas largas que hacía poco por disimular sus pechos que habían aumentado considerablemente desde la ultima vez que la vi.
Algo más que había crecido era su vientre; según la doctora Anya solo era pequeña; pero para mi, nuestro hijo o hija era grande.
Ya habíamos pasado la mitad del camino; no sabía mucho del cuerpo de las mujeres o como se formaban los bebés; pero si sabía que para este punto; la doctora sabía el sexo del bebé; y también sabía que la mayoría de cosas que tenía que desarrollar; ya estaban a unas cuantas semanas de estar completas.
Bueno, no unas cuantas; varias pero de todas maneras era algo loco de pensar.
Anya no tubo ningún antojo o algo sin lo que pudiera vivir mientras estuve con ella; es más, la comida y ella se odiaban.
Pero ahora al rededor de tres veces a la semana al llegar del trabajo; llegaba con una bolsa de papel llena de cheese fingers; los cuales no duraban más de media hora.
Su cara de decepción cuando se daba cuenta de que ya no había nada más en la bolsa siempre hacia qué mi pecho se llenara de calor y dibujaba en mi rostro una sonrisa.
Una semana más nena y todos los malditos cheese fingers del mundo van a ser tuyos.
Veo a Anya caminar a paso lento directamente hasta debajo de la cámara; sale de mi vista pero no por mucho dado que la otra cámara instalada me deja ver donde esta.
Lentamente se inclina hasta quedar sobre sus rodillas en el suelo; veo como quita la nada llamativa alfombra gris que cubre el suelo.
La veo levantar completamente la almohada y levanta la puerta del escondite que instale en el suelo.
No sabía si era por pura desesperación o se lanzaba por un último intento para recobrar su cordura; pero Anya había limpiado cada esquina del departamento; hasta que encontró el escondite; donde también encontró más dinero; que estaba lleno de otros miles de centenas de dólares.
Y siendo Anya; escondió el dinero con el que la había enviado ahí mismo.
Ella era jodidamente meticulosa respecto al dinero; sacaba un poco y no sacaba nada más hasta que no quedaba un centavo en su billetera.
Lo que me llevaba a suponer que ella nuevamente de había quedado sin dinero.
Luego de sacar dinero que cuenta rápidamente Anya cierra el escondite y lo tapa; me quedo esperando que se ponga de pie pero no lo hace.
Se queda mirando el dinero fijamente.
Que carajo nena? Es muy poco? Necesitas más? Tienes una maldita fortuna ahí!
Aproximadamente un segundo después rompe a llorar; tira los billetes a un lado y con la mano libre cubre sus ojos y la otra viaja a su vientre.
Por mi parte me dedico a apartar mi mirada.
La imagen en la pantalla genera tanto dolor que se me hace difícil respirar.
* * *
-El plan quedó claro?- pregunto a todos los hombres presentes; todos tienen los ojos rojos o unas ojeras terribles.
Están desesperados por volver a sus hogares.
Hacía dos semanas había prohibido el ingreso de algo más que el distribuidor encargado de traer la suficiente comida para mantenernos vivos.
Esto significaba no más putas.
Si bien nunca se les veía; dado que no estaban permitidas de deambular por ahí; su presencia me ponía más paranoico de lo que alguna vez había estado.
En este momento ni mi sombra era digna de confianza.
-Solo nos faltan cinco de estos hijos de puta, y no hemos gastado tanto tiempo energía y dinero para que la policía y los federales no nos jodan para que esto quede así nada más. Vamos a ir por ellos. Vamos a hacer las cosas diferentes esta vez; no más muertes que puedan pasar por accidentes o un tiro a la cabeza rápido y fácil; vamos a hacer que estos hijos de puta quemen en el infierno desde antes de llegar ahí. Esta claro?
-Puedo hacer una petición?- la voz grave y sin vida de Leonid se hace presente.
-Por supuesto.
-Déjame torturarlos primero; la evidencia se esfumará en el incendio; necesito que sangren.
-La pregunta ofende- respondo con media sonrisa.
-No entiendo.
-Quien mierda dijo que no nos podíamos divertir con ellos antes de darles el merecido? Si alguno tiene una fantasía de tortura o se quieren poner creativos; ahora es cuando.
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Con Un Mafioso?
Dla nastolatkówSexo. Dinero. Drogas. Poder. Esas palabras definitivamente eran las más acertadas para definir su mundo. Un mundo del que él era dueño. Un mundo en él que entre por accidente. Uno al que no pertenezco. Pero del que ahora era inevitablemente par...