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Anya;

-Está vez no vas a pedir la orden para llevar?

Elevo mi mirada hacia Cristina; sonrió ante su cabello de un nuevo color, la semana pasada estaba al rojo natural; ahora era un rubio platino.

-Hoy no; para variar un poco, quiero comer en la cafetería con mejor vista. En algún momento se le va la gracia a comer sola en tu departamento.

-Una docena y media de cheese fingers?

-Agrégale papas con queso derretido, me siento festiva hoy; me lo he ganado por tanto usar escaleras y caminar.

-Tienes una aburrida idea de lo festivo.

-No puedo precisamente acabarme una botella de tequila y bailar en bares de nuevo, o si?- digo; brevemente extrañando esos días cuando tenía la opción de salir y beber hasta tener un coma etílico.

-No te veo como alguien que baile en bares.

Solo le sonrió brevemente y una vez se va; dejar ir un largo suspiro. Yo no era alguien quiere bailará en bares, pero tal vez Greta si.

Y Greta era lo único que tenía; hasta que pudiera ser nuevamente Anya.

Toco el collar que Aleksei me regalo; el color rosa pastel del sweater hace que el ónix negro resalte.

Había aprendido a aferrarme a este collar, después de todo; era lo único de Aleksei a lo que me podía aferrar además de nuestro hijo o hija.

-Madam.

Cuando la voz ronca y masculina llega a mis oídos puedo jurar; por mas imposible que suene; que mi corazón se salta un latido.

Mis ojos examinan a un hombre de no más de 23 años; de la misma altura que Aleksei pero un poco más delgado; está vestido completamente de negro; lo que contrasta a su demasiado pálida piel.

Mis manos se aferran al cuchillo qué hay sobre la mesa; esto hace que el desconocido sonría; como si esta situación que me estaba dando un infarto fuera graciosa.

-Me envió Aleksei Alkaev; mi nombre es Tyrell. Estoy aquí para regresarla a Seattle a salvo.

-Y porque tendría que creer una sola palabra que salga de tu boca?

-No tienes porque; pero que conste que es verdad. Puedo probarlo ahora mismo.- asegura y procede a tomar asiento frente a mi; estoy temblando.

Pero el no puede saber eso.

Saca un teléfono de hace años de su bolsillo; levanta la tapa negra y tras apretar un par de botones; marca el único teléfono qué hay en los contactos; registrado con dos "A"'s mayúsculas.

Después de solo un par de timbres; contestan.

-Tyrell? Ya la encontraste? Cómo está? Estás con ella?

Si fuera físicamente posible; mi mandíbula tocaría el piso.

El que habla a era Aleksei, esta era su voz.

Es inevitable, comienzo a llorar.

-Cariño?- pregunto suavemente atraves de mis lágrimas.

-Anya- la voz de Aleksei, cómo nunca antes; está llena de emociones; incluso tiembla un poco.

El chico identificado como Tyrell toma el teléfono y lo acerca a su cara.

-Sé que acordamos no llamadas a no ser de vida o muerte, pero ella creía que estaba aquí para matarla o para algo malo y sinceramente olvide la palabra de seguridad por completo.

-Lidiaré contigo luego; déjame hablar con mi mujer.

-Con mucho gusto, jefe.

Pongo el teléfono el mi oído, las lágrimas siguen cayendo pero no me importa por el momento. Solo estaba feliz de escuchar a Alek.

-No tenemos mucho tiempo; así que seré rápido. Confío en Tyrell; de no ser así no lo hubiera enviado, el odia a los nazis tanto o más que nosotros así que no es un traidor.

-Extrañaba tu tono mandón- susurro suavemente.-te extraño a ti.

-Yo aún más. Pienso en ti en todo momento; estaremos juntos de nuevo pronto nena; lo juro.

-No puedo esperar. Quiero que todo esto se solucione de una vez.

-Y así será; solo tienes que confiar en mi y escuchar a Tyrell.

-Te amo cariño.

-Y yo a ti; siempre.

Esas eran las únicas palabras que necesitaba oír.




* * *




-Estás segura de irte? Te vamos a extrañar.

Miro a Mónica a través de su escritorio mientras cargo a Ana; la bebe solo duerme; sin ser molestaba por los ruidos a su alrededor.

-Estoy segura; mis padres me esperan en casa; mi hermano también; necesito de ellos para que me ayuden a criar a mi bebé.- digo con demasiada facilidad la misma mentira que había ensayado con Tyrell.

La tarea era fácil; renunciar, hacer desaparecer todo el rastro de que alguna vez viví en el departamento y luego regresar a Seattle.

-Bueno, no puedo decir que no entiendo; yo hubiera amado la ayuda, mantente en contacto, si?

-Lo prometo.- sonrió ante sus ojos marrones con un toque de tristeza.

Yo planeaba cumplir mi promesa; iba a seguir en contacto con Mónica.

Incluso si ese contacto significara dos emails cada par de meses; pero era lo que tenía para ofrecerle.

-No puedo creer que te vayas hoy mismo; debes extrañar mucho a tu familia; no sería mejor que ellos vengan y te acompañen en lo que te mudas?

-Tengo todo con ellos; lo único que voy a llevar es la ropa que aún me queda.- digo una mezcla de mentira con verdad.

En efecto; solo llevaría la ropa que me quedaba; solo tenía un maletín extra que llevar.

Y ese maletín podría o no contener cientos de miles de dólares.

Ana se despierta y rápidamente se la entrego a Mónica; quien me da un abrazo de despedida; a mi también me haría falta ella; si bien no la conocía tanto; hay personas que simplemente se hacían querer en mucho menos tiempo de lo común, y Mónica era una de ellas.

Salgo de la oficina de Mónica y comienzo a bajar las escaleras a mi propio ritmo.

Lento pero seguro.

-Necesitas ayuda?

Carajo.

Dave, tenia que ser el puto Dave. La única persona que no me importaba en lo absoluto como para contarle mi partida.

-Todo está completamente bien; pero gracias por ofrecerte.- digo amablemente, no sonrió; tengo las horas contadas para arreglar todo antes de irme.

-Aún si no me dejas ayudarte me voy a quedar mirando para no tener tu caída en mi conciencia.

-Que caballero.

Me dedico a bajar con más velocidad solo para estar lo más lejos de este hombre posible.

Llego al último escalón y lo que sale de los labios de Dave hace que me paralice.

-Buen día, Anni; o te gusta más Anya?

Con Un Mafioso?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora