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Anya

Aún seguía mirando el techo de la habitación después de mínimo media hora.

Claro, pero a diferencia de cuando entré; ahora no estaba llorando por la indiferencia de Aleksei y su frío trato.

Ni siquiera me importaba su frialdad; lo único que en verdad me dolió fue el sentirlo más cerca y abierto a mi y al segundo siguiente; sin siquiera saber la razón; fui tratada con más frialdad y desprecio que en mucho tiempo.

Mierda, el literalmente me había echado de su oficina.

Solo segundos después de subir a mi habitación lo escuché irse. No me moleste en asomarme por la ventana a verlo partir.

Los muertos no importan, Anya.

Sus palabras, frías como el hielo y cortantes como una cuchilla resonaron en mi cabeza; justo como lo habían echo desde que salieron de la boca de Aleksei.

Si ella era la mujer que Aleksei amaba y ahora estaba muerta; que me salvaría a mi?

Que evitaba que me mataran?

Yo no quería morir, quería vivir por muchos años más; no quería morir por estar al lado de Aleksei.

Toque el ónix en mi cuello, en este momento me asfixiaba; no toleraba tenerlo, pero tampoco me lo podía quitar, no podía ni quería.

Y lo peor de todo es que no sabía que era ese algo que me tenía de manos atadas al momento de intentar remover el collar de mi cuello.

En que momento me comencé a interesar tanto por Aleksei? Como es que después de tan poco tiempo él había logrado entrar a mi cabeza; en este momento sabía que se estaba metiendo bajo mi piel. No sabía cómo sacarlo.

Si quiera quería sacarlo?

No podía responder ninguna de esas preguntas de manera completamente honesta.

No estoy segura de que sea falta de coraje o simplemente es que estoy completamente confundida.

Necesito hablar Nas, la necesito para que me ponga los pies en la tierra y me haga ver las cosas en blanco y negro. Esta vez la escucharía, no haría lo mismo que con Dom; a quien sin dudar deje deslizarse bajo mi piel y le entregue mi todo para que el hiciera lo que quiera.

Y lo hizo.

En las noches cuando estaba sola en la oscuridad incluso podía sentir sus manos en mi piel, o su aliento a cerveza en mi oreja. Me hacía sentir aún más enferma que cualquier malestar que experimentará en estos días.

Sabía que Aleksei no era Dominick; podía sentirlo, por mas tonto que suene, al estar a su lado no sentía la misma esencia tóxica y abrumadora de Dom; pero con Aleksei tampoco sentía una esencia cálida, sentía seguridad, confianza e incluso un poco de peligro; que era un constante recordatorio de que mantenga la distancia; no porque me fuera a hacer daño; sino que simplemente podría pasar; y Aleksei no tomaría responsabilidad de ello.

En el tiempo que estuve casada con él aprendí a leer a Dominick; sabía que cuando había mucho ruido en la mañana era porque él se encontraba más inestable que de costumbre, también sabía que cuando eso pasaba, mi voz por ninguna razón podía ser más alta que la suya; tampoco podía parecer que lo intentara calmar o tratarlo con cuidado; tenía que actuar normal, pero con cuidado.

Se me hizo fácil vivir con él; solo golpeaba la mierda fuera de mi una o dos veces cada dos semanas; le gustaban mas las putas que yo así que cuando quería acostarse conmigo a veces ni siquiera se podía poner lo suficientemente duro para entrar. Casi nunca podía, mejor dicho.

Gracias a dios.

Y una vez me di cuenta de que él nunca cambiaría y que no necesitaba de él o su amor que supuestamente me tenía; me fui, me debí haber ido la primera vez que me golpeó; pero aún así me quede.

Pero mejor tarde que nunca.

Tardé mucho pero finalmente entendí que la única persona que necesitaba amarme; era yo misma.

Pensar en Dominick aún me daba escalofríos, y no estaba segura de que eso alguna vez cambiase; pero agradecía no tener que volver a verlo nunca.

Solo lamentaba no estar ahí para bailar sobre su tumba cuando finalmente consiga que lo maten.

El pensamiento me hacía feliz; más que nada porque siempre pensé que sería él quien terminaría bailando sobre la mía cuando finalmente me mate y consiga hacer que todo salga a su favor.

Como siempre hacía.

Si no lo hubiera dejado. A estas alturas ya estaría muerta; no podía estar más segura.

No tenía ni siquiera porque pensar en Dom; él ya no significaba nada para mí. Solo era un recuerdo oscuro y amargo que aparecía de vez en cuando en mi mente.

La única persona que me preocupa en este momento es Havel; no quiero que el muera; no puedo perder a Havel; he echo tanto durante estos años; tantas tonterías y me salvo más veces de las que conté; se lo debo.

Debo salvarlo; no puedo fallarle; no voy a fallarle.

Por primera vez en mi vida tenía ventaja en la situación en la que me encontraba.

Y planeaba utilizar las cartas que tenía a mi favor.

Y era hora para que aprenda a usarlas.


Abro mis ojos de golpe tras escuchar el ruido en la planta baja.

No es un ruido pequeño e insignificante; es uno fuerte y claro; como si alguien intencionalmente rompiera cosas y quisiese ser escuchado.

Me pongo de pie y abro la puerta de la habitación después de quitar los libros de contabilidad sobre mi; me quede dormida estudiándolos.

Bajo las escaleras con cuidado y me dirijo al ruido que definitivamente viene de la sala.

Paro en seco y pongo una mano en mi boca para ahogar un grito cuando veo la escena frente a mi.

Aleksei tiene la camisa llena de sangre mientras con una mirada de locura y una mano temblorosa apunta su arma a un hombre unos centímetros más alto que él.

Admiro su tranquilidad; si yo fuera él estaría en mis rodillas llorando y temblando.

Los ojos del. Hombre encuentran los míos; son del mismo azul que Aleksei, pero estos no tienen la misma frialdad.

-Que pasa, hermano? No tienes algo que decir? Después de tres malditos años sin vernos solo vas a mirarme sin decir algo?!

-Aleksei- los ojos del hombre no dejan los míos a medida que habla.-recuerda que fui yo quien te enseñó a disparar, te desarmare en un segundo; baja esa pistola.

-Pura mierda!- grita Aleksei.-he cambiado en este tiempo; ya no soy ese niño que corría detrás de ti y admiraba el suelo que pisabas. Ya no más. No podrías desarmarme.

-Podría, pero no creo que la chica que tienes aquí quiera ser testigo de eso.

Aleksei voltea a verme; no dice palabra alguna pero baja el arma.

-Anya, deberías subir.

-No lo haré- me niego rápidamente.-de ninguna manera; Aleksei. Es tu hermano, no es así? No puedes matarlo!- digo y su nivel de ira vuelve a subir de golpe.

-Ese hombre no es mi hermano!- me grita.-me dejo! Se fue como el marica que es y me dejo a mi para que se encargue de todo! Y porque?! Para poder follar a una puta barata toda tu vida?

-Agradecería que no llames a la madre de mi hija puta barata, Aleksei- dice con voz seria.-me llamaste aquí para hablar, no es así? Hablemos; solo tú y yo; sin armas, eres sangre de mi sangre, tengo el derecho de que me escuches.

-Tu solo tienes derecho a morir!

El grito de Aleksei llena toda la habitación antes de que vuelva a levantar el brazo, ahora soy quien grita y tapo mis ojos.

Lo último que escucho es un disparo.

Con Un Mafioso?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora