Capitulo 1

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Lo único que ella podía ver por la ventana de su habitación era el puente que llevaba del castillo al resto del pueblo al que ella no iba desde el día en que su esposo, el rey Leopoldo, decidió que la reina no tenía motivos para estar ahí.

Regina no se había resistido a los deseos de su marido, pues sin Daniel, su gran amor, ella no tenía deseos de regresar al pueblo. Ella se quedaba en el palacio, la mayoría del tiempo metida en su habitación, solo salía cuando el rey se lo pedía y cuando eran horas para comidas

La reina no podía ocultar su tristeza desde que su madre había convertido en polvo el corazón de su amado Daniel y todo gracias a la hija de Leopoldo: Snow White

Regina a duras penas podía ver la cara de la niña sin tener ganas de arrancarle el corazón y hacerlo polvo igual que Cora lo había hecho con Daniel

—Regina, querida — Su madre, Cora, había entrado a la habitación con el mismo porte superior de siempre — Deberías estar en el comedor para el desayuno. El rey te espera

La reina aparto su vista de la ventana para mirar a su madre

—No tengo apetito — La voz de Regina era tan audible como un susurro. Sus bellos ojos cafés carecían de brillo y sus labios rojos temblaban al pronunciar las palabras — No creo estar en condiciones de bajar, me siento indispuesta

—Indispuesta o no, tienes que bajar haya con tu esposo y ser la reina que deberías de ser Regina — Respondió Cora acercándose a ella — No vas a arruinar todo el esfuerzo que hemos hecho para que tu estés aquí, para cumplir tu sueño...

—¿Mi sueño? Madre — Interrumpió Regina acercándose a Cora con determinación — Este no es mi suelo, es el tuyo... Mi sueño era casarme con Daniel y tener una vida feliz juntos — sus ojos se llenaron de lagrimas y sintió como un nudo en la garganta se iba formando — Pero eso no estaba en tus planes

—¡Por dios Regina! Deja de lamentarte por eso muchacho que no valía nada y se la reina que debes ser. Así que seca esas lagrimas y baja de inmediato, siéntate al lado de el rey, sonríele y hazle creer que eres feliz a su lado — Cora sonrió descaradamente — No es tan difícil

Regina observo con odio a su madre mientras ella daba media vuelta y salía de la habitación. Respiro profundamente y camino hacia el espejo, busco un pañuelo y lo paso por debajo de sus ojos.

Cuando termino de bajar las escaleras el Rey camino hacia ella y le dio la mano, ambos caminaron al comedor y Leopoldo ayudo a Regina a sentarse

—¿Cómo amaneciste hoy cariño? — Pregunto él

—Muy bien —Respondió Regina con una sonrisa

—Buenos días — Saludo Snow Whit la hija del Rey

Regina concentro su mirada en el plato con frutas que tenía en frente. No quería voltear a ver a aquella adolescente y recordar que por su culpa Daniel había muerto

Para el Rey, Snow White era la luz de sus ojos, era la hija y la princesa perfecta. Para Regina, ella era una niña mal criada a la que le cumplían cada capricho que ella tenía y que no sabía respetar la privacidad de los demás

—Hija —Dijo el Rey con una sonrisa — ¿Tienes listo tú vestido para esta noche?

—Claro papá, todo está listo

—¿Esta noche? — Pregunto Regina confundida — ¿Qué pasara esta noche?

—Es el baile por mi cumpleaños querida, ¿A caso lo olvidaste?

Cuidarte el alma - Outlaw QueenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora