Capitulo 8

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Regina llevaba dormida más de una hora y Robín no se había separado de ella ni un instante.

Tinkerbell entro a la habitación con un vaso con agua.

—¿Seguro que no quieres ir a comer algo? Yo la pudo cuidar.

—No, yo tengo que estar con ella.

—Tú no tienes la culpa de lo que paso — el hada puso el vaso con agua en la mesita de noche junto a la cama de Regina.

—Claro que sí, yo deje que ella se fuera sola.

—Porque pensaste que sería lo mejor para ella

—Fue una estupidez de mi parte y no me lo voy a perdonar — Robín se paso las manos por la cara y dio un suspiro — Pudieron haberla lastimado y muchas cosas más.

—Pero no lo hicieron... Y ahora ella estará bien.

Regina comenzó a revolverse en la cama y pequeños gemidos salían de su boca. Se despertó gritando y llorando.

Robín se sentó en la cama junto a ella y la abrazo.

—Tranquila — susurro — tranquila, estoy aquí contigo... Todo está bien.

Regina se aferro a él intentando tranquilizarse. Había soñado con aquellos hombres que la raptaron. El olor familiar de su guardián y sus fuertes brazos la ayudaron a detener su llanto. Ahora solo sollozaba y trataba de respirar profundo.

Robín tomo el rostro de Regina entre sus manos y la miro a los ojos.

—Perdóname por haberte dejado, jamás pasara de nuevo.

La reina acaricio la mejilla del ladrón.

—Solo abrázame fuerte — Susurro ella

Robín la envolvió con sus brazos y ella recargo la cabeza en su pecho mientras cerraba los ojos.

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Después de que Regina se tranquilizara, ella y Robín habían decidido comer algo acompañados de Tinkerbell.

—Me alegra que estés bien Regina — Comento el hada.

—Gracias — Respondió Regina con una sonrisa.

—Debes comer bien — Dijo Robín señalando el plato de Regina — No quiero que se descuide majestad.

—No te preocupes, yo hare que se coma todo — Dijo la rubia con una sonrisita.

—Iré a comprar algunas cosas que hacen falta — Informo el ladrón — Si necesitan algo estaré cruzando la calle

Las dos mujeres asintieron y observaron como Robín salía del lugar.

—Es muy guapo, ¿Verdad? — Cuestiono a Regina con una sonrisa.

—¿Por qué lo preguntas?

—He visto como lo miras... Te gusta.

—Claro que no — Respondió Regina indignada.

—Pues debería... Es muy apuesto y cuida de ti más que a su vida

—Es su trabajo.

—¿Sabes qué? Creo que necesitas a alguien que te quiera y cuide de ti... Alguien que te ame sin condición.

Regina sonrió y negó con la cabeza.

—Como si eso fuera tan fácil de encontrar.

—Claro que lo es... Todos tenemos un alma gemela, alguien con quien estamos destinados a estar — Tinkerbell miro a ambos lados y se acerco más a Regina — Yo te pudo ayudar a encontrar la tuya — susurro.

La reina miro al hada con curiosidad tratando de ocultar su interés.

—¿A sí? ¿Cómo?

—Polvo de duende.

—¿Y que se supone que hace?

—Nos guiara a tu alma gemela — el hada busco en su bolso y saco un pequeño frasquito con un polvo verde — Esto es lo último que me queda, y lo puedo usar en ti.

—¿Por qué haces esto? — Pregunto Regina con curiosidad.

—Porque creo que todos en esta vida merecemos amor. Y una vida sin amor es muy triste Regina... Todo lo que necesitas es amor.

—No estoy segura de esto — Regina concentro la vista en su plato cruzándose de brazos.

—¿A que le tienes miedo?

—¿Qué tal si él no me quiere? ¿Qué pasaría si cuando me conozca no le guste quien realmente soy? — La voz de la reina sonaba insegura y sus ojos se llenaron de temor.

—Eso no sucederá... El que sea tu alma gemela te amara tal y como eres y jamás querrá cambiar nada de ti — Tinkerbell sonrió y puso el frasco frente a Regina — Solo inténtalo.

Regina miro el frasco con temor y lo tomo con su mano temblorosa.

—¿Qué se supone que tengo que hacer?

—Toma el polvo en tu mano, cierra los ojos, piensa en tu alma gemela y sóplalo — Indico la rubia — Te guiara hasta tu verdadero amor.

Regina destapo el frasco y coloco lentamente el polvo en la palma de su mano. Lo miro con temor y deseo con todo su corazón que funcionara.

Cerró los ojos con fuerza y pensó en encontrar a alguien a quien amar y que la amara a ella. Pensó en tener un final feliz, una familia.

Sonrió de medio lado y soplo el polvo.

Tinkerbell se coloco a su lado y juntas observaron el camino de polvo verde brillante que las llevaría hasta el verdadero y único amor de Regina. Hasta su alma gemela y su felices para siempre.

La reina y el hada se miraron la una a la otra con una sonrisa y caminaron al mismo tiempo siguiendo el polvo de duende.

Salieron del local y cruzaron la calle. El polvo las llevo hasta un pequeño establecimiento donde vendían fruta y algo de comida.

Había varias personas, pero sola una estaba iluminada por el polvo de duende.

Regina y Tinkerbell se asomaron por la ventana y el hada señalo con el dedo a un hombre.

—Es él, el hombre con el tatuaje de león.

Regina entrecerró los ojos y diviso a un hombre alto, de cabello claro y piel bronceada.

La reina abrió los ojos como platos al darse cuenta de a quien estaba observando.

—No puede ser él — susurro ella.

—¿Por qué lo dices? — El hada se dio cuenta del porque Regina lo decía.

El hombre con el tatuaje de león dio media vuelta y ambas observaron como Robín caminaba hacia ellas

—¿Pasa algo?

Cuidarte el alma - Outlaw QueenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora