Epilogo

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La reina tenía la vista perdida en la hermosa puesta de sol que podía presenciar desde el balcón de su habitación. Con sus pequeñas manos acariciaba su vientre en donde se alojaba el nuevo miembro de su familia.

—¿En qué piensas? — Pregunto el Rey acercándose a ella.

Regina desvió la mirada y observo a su esposo con una sonrisa.

—Estaba recordando viejos tiempos... — Respondió ella — Hace ya varios años, cinco para ser exactos. Un ladrón, muy apuesto por cierto, se colaba por el balcón para poder verme todas las noches. Y cada mañana que se iba, se llevaba con él una pieza de mi corazón hasta que se lo robo por completo.

Robín sonrió dulcemente y se acerco a su esposa tomándola de las manos. La beso en los labios con dulzura y después deposito un pequeño beso en la frente de la reina.

—¿Te he dicho ya que te amo? — Preguntó él en un susurro.

—No estoy muy segura.

—Te amo.

—Yo también te amo.

—Vamos... Nos están esperando en el jardín.

Tomados de la mano, el Rey y la reina caminaron con una sonrisa adornando sus rostros.

Al llegar al jardín el pequeño Roland corrió hacia ellos. Había crecido tanto que ya no parecía más un niño. Roland tomo las manos de sus padres y les mostro el camino hacia una de las bancas en donde la princesa Snow White y el príncipe David se encontraban.

—Mamá, tienes que verlo... ¡Rápido!

Regina camino lo más rápido que su embarazo le permitía y Robín fue tras ella. Snow y David sonrieron al verlos llegar y el Rey y la reina respondieron de la misma manera.

Sus miradas se concentro en la pequeña maraña de pelo rubio que balbuceaba. La pequeña trataba de mantener el equilibrio por si sola sin tomar los brazos de su padre que la cuidaban a los costados.

Emma, la hija de Snow y David estaba dando sus primeros pasos. Sus piernas cortas y regordetas trataban de sostener su propio peso y sus ojos color verde estaban concentrados en el pasto bajo sus pies.

La niña dio dos pasos y los brazos de su madre la atraparon levantándola del suelo. Emma soltó varias carcajadas que inundaron el silencio e hizo que todos sonrieran.

Robín pasó una mano por la cintura de su esposa y coloco la otra sobre su inflado vientre acariciándolo en círculos.

Roland se acerco a su sobrina, quien ya estaba de vuelta en el pasto y se sentó a su lado. La pequeña Emma gateaba hacia el principito y se levanto sosteniendo los mechones de pelo color chocolate de su tío lo que lo hizo lanzar un pequeño grito.

—Tranquila Emma — dijo Snow entre risas — Después Roland no va a querer jugar contigo.

—Tranquila hermana... Yo jugare con Emma siempre que ella quiera — Respondió Roland mostrando una sonrisa.

La princesa le sonrió al pequeño príncipe. Cada vez que él le decía hermana, el corazón de Snow se llenaba de alegría.

Regina sonrió con lágrimas en los ojos y dejo caer su cabeza en el hombro del Rey respirando su aroma.

Eran una familia. La familia que tanto había soñado y que no cambiaría por nada en el mundo. Regina sintió su pecho llenarse de aire para después dejarlo escapar en un suspiro de felicidad. Robín le beso la frente y le dedico una brillante sonrisa.

Y así con todo lo que alguna vez habían deseado y con lo que nunca hubieran imaginado, vivieron felices para siempre.

Cuidarte el alma - Outlaw QueenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora