Capítulo 23

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El niño se había sentado en las piernas de Regina mientras le enseñaba el diente de león que había encontrado. Robín observaba la escena con una sonrisa en el rostro y con un peso menos en su alma.

—Mami... ¿Quieres jugar conmigo? — Preguntó Roland

La reina miro su ropa y agradeció por dentro haber llevado pantalones de cuero y botas.

—Claro que si — Respondió Regina con una sonrisa.

Roland bajo de un salto de las piernas de su madre y la tomo de la mano. La reina siguió a su hijo fuera de la cabaña y se sentó en el suelo junto a su hijo.

Segundos después Robín apareció en el marco de la puerta y se recargo en el para observar a madre e hijo por fin reunidos.

—¿Ha funcionado? — Pregunto David a espaldas de Robín.

—Sí... Parece que la idea de Snow fue lo mejor.

—Espero que Regina la perdone.

—Claro que lo hará — Aseguro el ladrón — Snow no ha hecho nada malo. Y sé que muy en el fondo Regina sigue siendo la mujer que era antes.

—¿Te puedo hacer una pregunta?

—Claro, adelante — Robín dio media vuelta para poder observar a David.

—Después de todo el tiempo que paso, después de todas las cosas que cambiaron en Regina y en ti... ¿La sigues amando?

—Como el primer día... Aunque hubieran pasado mil años, la seguiría amando.

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Regina regreso agotada a la cabaña. No estaba segura de cuánto tiempo había pasado jugando con su hijo pero ambos habían quedado agotados. Robín llevo a Roland a la cama para dejarlo dormir un poco y regreso al lado de Regina sentándose frente a ella.

—¿Cómo fue que me reconoció? — Preguntó ella con curiosidad.

—¿Roland? — La reina asintió — Una noche me descubrió mirando el collar que me diste, el que está encantado — Explico él — Desde esa vez no pude quitárselo.

—¿Lo conservaste?

—Era la única cosa que me permitía verte... Eso y los ojos de Roland. Son iguales a los tuyos.

Regina sonrió ampliamente y tomo la mano de Robín entrelazando sus dedos con los de él.

—Quiero que vengan conmigo al castillo... No quiero estar separada de ustedes ni un minuto más.

—Creo que pensamos lo mismo.

El ladrón acaricio la mejilla de Regina y ella tembló ante su contacto. Robín la beso con dulzura y delicadeza. Había pasado demasiado tiempo soñando con la oportunidad de besar a su reina de nuevo, de probar sus dulces labios y devorarlos con los suyos.

Regina sintió como descargas eléctricas recorrían su columna vertebral y su corazón saltaba en su pecho. Los brazos de su amado la rodearon acercándola más a él y ella dejo caer sus manos sobre el fuerte pecho de Robín.

La falta de aliento los hizo terminar el beso, se separaron sin prisas pegando sus frentes y sintiendo sus respiraciones entrecortadas mezclarse.

—Te amo tanto — susurro él.

—Y yo a ti — Regina acaricio la espesa barba y le sonrió.

—Se que no es momento para esto — Robín se acomodo un poco para poder mirar el rostro de Regina sin soltarla — Pero ¿Qué harás con todo ese asunto de la reina malvada?

Cuidarte el alma - Outlaw QueenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora