Capítulo 2

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Las cosas marchaban muy bien para HAB´S.  Verónica y Phoebe se habían adaptado al ritmo del trabajo y eso parecía gustarle a Laerthes, después de que desde un principio había desconfiado de las chicas ahora tenía más acercamiento con ellas, sobre todo con Phoebe, quien en ocasiones  se encargaba personalmente de atenderlo.

Dasha se había percatado de sus insinuaciones para con Laerthes. No resultaba muy agradable a vista de todo mundo verlos muy juntos, parecía su abuelo al lado de él.  Y Phoebe, aunque tuviera cara de niña, sabía muy bien lo que quería, y tener a un millonario que estaba a punto de morir no le iba nada mal. Después de todo, ella sólo buscaba su bienestar y lo que le convenía.

—No creo que sea correcto que sigas tras los pies de Laerthes—dijo seriamente Verónica.

—Acabas de escuchar lo que dices—se burló Phoebe.

— ¿Qué cosa?—bufó su compañera.

—Dijiste que no es correcto estar tras sus pies, pero si consideramos que el viejo ya no camina y anda en una silla de ruedas siempre, no es ningún inconveniente, porque en todo caso, no ando tras sus pies sino que más bien tras su silla—la castaña empezó a soltar  carcajadas. —O por favor, ríete.  No seas aguafiestas.

—Como sea, ya te dije y espero que me obedezcas. No quiero tener que estártelo repitiendo y evítame la pena de tener que entrar a la oficina de Laerthes para sacarte a la fuerza.

—Sólo es pura diversión con el viejito gruñón, no te enojes. Además, piensa en que si me convierto en su amante, imagina todo lo que no le podríamos quitar—colocó sus pies sobre el escritorio de Verónica y posó las manos por su nuca.

—Por una parte estaría perfecto, pero recuerda que no estamos aquí por eso. De todos modos debes andar con cuidado. Sácale lo que quieras siempre y cuando seas lo más discreta posible. No quiero que a los pocos días que estamos aquí, empiecen las habladurías. Y tampoco quiero que piensen que tienes algo que ver con ese viejo decrepito. Es asqueroso—dijo con disgusto.

—Tranquila, todo está bajo control. No es como si fuera a tener sexo con él—frunció el ceño y tomó una carpeta con todos los informes necesarios para seguir trabajando.

—No me los quiero ni imaginar. Mejor continua con los planes para esta semana. Hay que presentarlos en la siguiente junta. Tenemos que quedar bien con todos.

—Has visto como se te queda mirando el tipo que se encarga de los sistemas y todo eso. Parece como si te quisiera violar desde el primer día en que te vio—dijo Phoebe moviendo las cejas de arriba abajo.

— ¿Enserio? No me había percatado—se encogió de hombros mostrando indiferencia.

—Es más que obvio. El otro día me lo cruce y preguntó por ti—mostró una sonrisa picara.

— ¿Y luego?— Verónica enarcó la ceja izquierda esperando una respuesta.

—Pues es todo. ¿Qué querías que le dijera?—se acomodó bien en la silla y cruzó los brazos.

—Escucha, no me interesa tener algún lio amoroso. No estoy aquí para eso. ¿Comprendes? Así que te pido que te abstengas de mencionar a personas por las que no tengo ni el menor interés—Verónica dejó a un lado las hojas que sostenía para lanzarle una mirada dura a Phoebe.

—Está bien, yo sólo decía que…—su conversación fue interrumpida por Krischnan al abrir la puerta sin antes haber tocado.

— ¿Qué se te ofrece?—la voz de la pelinegra sonó más grave que de  costumbre. Así era como hablaba cuando algo la tenia molesta.

—Vine a dejarles unos contratos—extendió varios sobres blancos hacia Phoebe y ella los tomo lanzándole una sonrisa seductora al hombre.

— ¿Eso es todo?

—No, de hecho también me dijo Laerthes que te está esperando en su oficina—se dirigió a Phoebe y esta no tardo en salir.

— ¿Qué haces parado allí todavía?—preguntó Verónica a Krischnan.

—Nada, sólo que nunca hemos hablado formalmente. Siempre tratas de evitarme—el hombre se sentó en la misma silla que había estado ocupada por Phoebe unos minutos atrás.

—No te preocupes, que no eres al único.

— ¿Y por qué lo haces?—preguntó desconcertado.

—Nunca he sido buena haciendo amistades.

—Pues deberías de comenzar a trabajar en ello. Igual y te llevas muchas sorpresas—recargó sus brazos en el escritorio. — ¿Por qué no vamos por una café saliendo?

— ¿Estas invitándome a salir?—Verónica entrecerró los ojos esperando una respuesta que no fue mucho de su agrado.

—Si así lo quieres considerar.

—No creo que quieras salir conmigo—soltó una risa escandalosa.

— ¿Qué tiene de malo? O a caso… ¿Tienes novio?—preguntó curioso.

—No, no hay nada de malo y tampoco tengo novio.

— ¿Entonces? ¿Qué te lo impide?

—Realmente no quieres hacerlo—su sonrisa se borró de repente y la seriedad la invadió de nuevo.

—Yo digo que sí. Como nueva compañera y accionista de HAB´S, deberíamos de conocernos más. Saber todo acerca de nosotros. ¿Qué dices?—Verónica lo miró por varios minutos.

—Bien. Creo que en eso tienes mucha razón. Hay que conocernos mejor.

¡Maldito seas! Ahora y siempre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora